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Es un relevo pactado y sin traumas. El Ateneo Guipuzcoano, la entidad cultural que alienta actividades artísticas y literarias desde hace 152 años, cambia ... de equipo directivo. El escritor y exdiputado Ángel García Ronda, presidente los últimos 17 años, cede el testigo al profesor y también escritor Javier Mina, que durante todo este tiempo ha ejercido como vicepresidente. El objetivo sigue siendo el mismo, «seguir abriéndonos a la sociedad guipuzcoana con el apoyo a la cultura y el pensamiento», coinciden los dos.
Son amigos y 'escenifican' ante este periódico el relevo, producido en la última junta de la entidad. «Yo llegué a la presidencia del Ateneo tras la muerte de Manuel Agud Querol, hemos mantenido la actividad en este tiempo y ha llegado la hora de retirarme y dedicarme a escribir», dice García Ronda, de 82 años.
Mina se ha visto «obligado» a tomar el relevo, «pero feliz porque estaré rodeado de un equipo también rejuvenecido». En la nueva directiva hay rostros conocidos de la cultura guipuzcoana. La poeta Eli Tolaretxipi es vicepresidenta, Juan Alberto Vich secretario, Samira Boughlala tesorera y como vocales figuran Juan Aguirre Sorondo, Eva Beriain Estevez, Mikel Iriondo, Carlos Martínez Gorriarán, Iñaki Vázquez Larrea y Carlos Ubide.
«Mantendremos una línea continuista porque el Ateneo mantiene una intensa labor, con más de 50 actividades al año entre charlas, conciertos y encuentros», explica Mina. «Nos gustaría volver a organizar exposiciones o certámenes de pintura y más actividades en euskera», añade.
Uno de los problemas del Ateneo en este tiempo fue perder espacio en su sede, en las dependencias de Kutxa en la calle 31 de Agosto, pero ahora ultima con el departamento de Cultura de la Diputación un local dentro del Convento de Santa Teresa de la Parte Vieja. «Tenemos un convenio en marcha gracias a la labor del diputado de Cultura, Harkaitz Millán, y también estamos trabajando conjuntamente con Donostia Kultura y el museo de San Telmo para diversas actividades», añade Mina, que agradece a García Ronda dejar las cosas «muy encarriladas». «Mi orgullo es haber mantenido la actividad y la llama en momentos difíciles, para que el Ateneo siga con vida», se despide el ya expresidente.
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