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Una quincena de expertos analizan en 'El mundo está en todas partes-La creación literaria de Bernardo Atxaga' (Ed. Anthropos) la trayectoria literaria del escritor de Asteasu, en un estudio que aborda su obra desde diferentes perspectivas. Coordinado por el catedrático de Literatura Española en la Universidad de Nebraska-Lincoln, Iker González-Allende, y el catedrático emérito de la Universidad de Deusto José Angel Ascunce, el trabajo fue presentado ayer en Donostia, en un acto que contó con la presencia del propio Atxaga. En opinión de González-Allende, estamos ante un escritor «que ha abierto muchos caminos a la literatura vasca» y que, sin embargo, ha sido objeto de «envidias y acusaciones» con las que no se muestra de acuerdo.
Iker González-Allende considera que «hay dos factores que convierten a Atxaga en un autor singular: el contenido de sus obras y la originalidad estilística. Es un hombre que lleva cuarenta años dedicado a la literatura, algo poco común en el ámbito vasco. Por otra parte, es singular porque ha conseguido internacionalizar la literatura vasca, es el más reconocido fuera de Euskadi», apunta el catedrático. Precisamente, en su opinión, ese papel de autor vasco 'hegemónico' «le he pesado» durante una época «y, para ser sincero, creo que le ha generado muchas envidias. Se le ha acusado de buscar la comercialización de la literatura vasca y de eclipsar a otros escritores. Yo no estoy de acuerdo, no es cierto, más bien lo contrario: ha abierto caminos para que la literatura vasca y otros escritores vascos se dieran a conocer».
Iker González-Allende, Coordinador del estudio
Iker González-Allende
Por el contrario, González-Allende defiende la ascendencia de Atxaga en el surgimiento de vocaciones literarias como las de Kirmen Uribe o Harkaitz Cano. A su juicio, la irrupción del autor de novelas como 'Obabakoak', 'Esos cielos' o 'El hijo del acordeonista' «demostró que se podía escribir en euskera sobre temas contemporáneos, sobre la vida actual, personajes extranjeros que viven en el País Vasco o personajes vascos que han vivido fuera». Todo lo cual, sin embargo, no ha impedido que «incluso por parte de algunos críticos no se le tratara de una manera justa, precisamente, por esa idea de que pareciera que es el único escritor vasco que hay. No se le reconoce la importancia que ha tenido a la hora de abrir caminos». Admite también que esa misma condición le ha podido procurar en ocasiones haber sido objeto de «críticas complacientes», aunque recalca que «la calidad de sus obras literarias es indiscutible».
En cuanto al tema central que atraviesa cuatro décadas de escritura de Atxaga, apunta a «el individuo frente a la sociedad, ése es su tema central. Puede ser a través de la violencia, la lucha entre débiles y fuertes... Cómo vive una persona en sociedad, como ésta puede constreñirle o influirle». El profesor de la Universidad de Nebraska coincide con el propio Atxaga en rechazar la etiqueta de 'ruralismo' que sobrevuela al escritor. «Es un término que no le atrae, aunque tiene esa etapa de Obaba en la que muestra el mundo rural, pero también ha sabido reflejar muchísimos aspectos urbanos. De hecho, así comenzó con 'Etiopía', emplazada en la ciudad de Bilbao. Y luego ha evolucionado desde lo rural hasta aspectos más urbanos. En 'Días de Nevada' habla sobre un personaje que viaja a Reno y se encuentra con la cultura estadounidense».
Sobre la posibilidad de que el autor regrese al territorio mítico de Obaba en futuras obras, González-Allende no lo cree. «Atxaga ha dicho que no. Siempre tendrá ese aspecto relacionado con su infancia, tal y como se ve en 'El hijo del acordeonista', pero esta novela es el cierre de ese ciclo. De todas formas, estas dualidades entre lo rural y lo urbano no son tan claras. En la propia identidad del individuo pueden convivir las dos experiencias y a veces somos los críticos los que nos empeñamos en hacer estas diferencias para clasificar las obras y las etapas».
¿Ni siquiera a petición de sus lectores? «Los lectores pueden pedir muchas cosas -señala el experto-, pero Atxaga no escribe pensando en satisfacer al lector. Cuando se escribe ficción, uno busca reflejar una historia que te ha perseguido en tu mente». Admite que «quizás hay escritores que trabajan pensando en vender más libros» porque «hay que tener en cuenta el aspecto comercial, la literatura es un negocio aunque muchas veces se quiera esconder. Mucho de lo que rodea al hecho de escribir ficción -añade- está relacionado con ventas, editoriales, con números y eso puede causar cierta presión en algunos escritores. No en Atxaga, que si quiere escribe y si no quiere, no porque ya no tiene esa presión de publicar, de satisfacer a los lectores, de vender... Ya no necesita eso».
Respecto al futuro, no se atreve a aventurar por dónde transitarán las nuevas inquietudes del autor. «Ni idea, pero seguro que nos va a sorprender. Me comentó que estaba trabajando en otra novela, pero no lo sé. Sus dos últimas novelas -'Siete casas en Francia' y 'Días de Nevada'- forman una nueva etapa en su narrativa porque ya no están localizadas en el País Vasco, sino en el Congo belga y en Nevada, respectivamente. No sé si seguirá ese camino o no, pero tampoco es tan relevante».
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