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El hip hop le cambió de tal manera la vida a Mourad Merzouki (Lyon, 1973) que consagró su carrera profesional a potenciar y dignificar esta cultura nacida en las calles neoyorquinas en los setenta y que engloba el rap en la canción, el fenómeno DJ ... en lo musical, el grafiti en la pintura y el breakdance en el baile. Fundador de la Compagnie Käfig –jaula en alemán y árabe–, el coreógrafo y director clausura las actuaciones de danza de la 85ª edición de Quincena Musical mañana a las 20.00 horas con 'Folia', obra que define como «el encuentro entre la música barroca, la música en vivo y la danza. La idea es provocar el baile hip hop con música diferente, pero también hacer que una orquesta trabaje con bailarines, mezclando diferentes estéticas para crear un espectáculo único».
Con el objetivo de «alimentar la coreografía y la originalidad del proyecto», Merzouki subió al escenario a doce bailarines «polivalentes» y a los músicos del ensemble barroco Le Concert de l'Hostel Dieu, dirigido por Franck-Emmanuel Comte. «El punto de partida del proyecto fue tratar de que los bailarines pudieran cruzarse con los músicos», explica. «Para armonizar todos los estilos, hubo que encontrar el equilibrio adecuado para hacer porosos los límites entre ambas disciplinas artísticas. Esto requiere mucho trabajo, pero estoy acostumbrado a poner a dialogar universos diferentes. Además procuro que los espectadores puedan aceptar este matrimonio insólito y singular», añade.
La selección musical de 'Folia' alterna el repertorio culto de Antonio Vivaldi con tarantelas y chaconas populares. «La idea era trabajar con músicas que invitaran al baile. Las músicas barrocas nos acercan a la danza porque es un universo muy bailable. Era lógico acercarse al repertorio de Vivaldi y a las músicas populares italianas», detalla. Con una duración aproximada de sesenta minutos, 'Folia' «es reunir mundos diferentes en una especie de locura en buena armonía para que el resultado sea unificador», sentencia.
De raíces argelinas, Merzouki asegura que «nacer en Francia y tener orígenes de otro lugar es algo que nutre este trabajo multidisciplinar de apertura y acercamiento de diferentes culturas». Conoció el hip hop a principios de los ochenta gracias al programa televisivo de culto H.I.P.H.O.P. de Sídney. «El hip hop es una cultura nacida en los barrios populares y basada en el talento y en la energía de la juventud. Trajo al paisaje coreográfico una nueva energía, nuevos movimientos y una estética diferente. El baile hip hop vino a romper los códigos y la relación con el cuerpo», asegura. «Muchos jóvenes empezaron a practicar hip hop en los barrios populares de Francia y viniendo yo del mundo circense, me atrajo este baile tan acrobático», afirma. «El hip hop me permitió encontrar una manera de expresarme y de acercarme a otras personas, culturas y formas artísticas que no conocía. A título personal, me ha dado una cierta confianza que me ha permitido convertirme en quién soy hoy día», revela.
Cofundador de Acrorap en 1989, creador de Käfig en 1996 y director del Centro Coreográfico Nacional de Créteil et du Val-de-Marne entre 2009 y 2023, Mourad Merzouki es una referencia por su labor para poner en valor la cultura hip hop. «Subir el baile hip hop al escenario le permite alcanzar un mayor reconocimiento y evolucionar en mejores condiciones. Es importante compartir el hip hop también en el teatro, ya que trae una mirada nueva y un enfoque diferente. Para los artistas, es otra forma de crear e inventar, aprovechando unas mejores condiciones. También me parece importante compartir nuestro arte con el mayor número de público, jóvenes y menos jóvenes», desvela. «Hace treinta años, el hip hop fue apoyado por las instituciones, lo que les permitió a muchos jóvenes seguir creando y trabajando desde los estudios de danza. Esto ha permitido a una juventud, a veces desamparada, expresarse y sentir una forma de reconocimiento a través de esta disciplina. Es un desafío artístico, pero también social y algunos políticos lo han comprendido bien», valora.
Recién inaugurado el espacio de Gazteszena en Egia, la joven compañía Käfig clausuró la decimoquinta edición del desaparecido festival de danza contemporánea Maiatza Dantzan, con sendas actuaciones el 29 y 30 de mayo de 1998. En aquella ocasión, Mourad Merzouki acompañó a la troupe. «Conservo muy buen recuerdo de nuestro paso por San Sebastián hace casi treinta años. Fue muy importante para nosotros que se diera valor a nuestro trabajo en el extranjero. Además, percibí una gran sensibilidad y apertura hacia el hip hop», rememora. Este domingo, la compañía gala cierra las funciones de danza de esta edición de Quincena Musical.
«Ser invitado por un festival tan prestigioso es una muestra de confianza y reconocimiento hacia nuestro trabajo, lo que reafirma que hace treinta años no nos equivocamos en la apertura del hip hop a otras estéticas», reconoce. «Es un orgullo que nuestro trabajo sea presentado en este marco y espero que la acogida del público sea tan cálida como hace casi treinta años», finaliza.
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