Nestor Basterretxea tuvo un vínculo especialmente significativo con San Telmo porque, más allá de acoger algunas de sus muestras artísticas más relevantes– su serie 'Cosmogonía Vasca' en 1993, entre otras–, el artista vasco hizo del museo un espacio de aprendizaje, información y conocimiento de los ... elementos que vertebran parte de la historia de la sociedad y la cultura vasca. Muestra de la estrecha relación entre ambos referentes culturales, se inaugura un nuevo recorrido por el espacio que dialoga con algunas de las piezas más destacadas de su extensa obra, y que fue presentada por sus hijos Mikel, Monika y Matxalen Basterretxea.
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Comisariada por Miren Vadillo, 'Conexiones de una colección' conecta diferentes piezas de su colección permanente con una selección de obras significativas del multidisciplinar artista. En el marco de la celebración del centenario del nacimiento de Basterretxea y aprovechando la atención que el escultor prestó a su entorno más cercano y a las costumbres y tradiciones de la cultura vasca, que sirvieron como fuente de conocimiento e inspiración a su obra, el recorrido propone una lectura interpretativa, entre objetos y espacios, que permita reconocer el conocimiento del bermeotarra y el patrimonio histórico y artístico del museo.
«Un total de 12 obras componen el itinerario que ilustra parte del universo creativo de Basterretxea, a través de una mirada interconectada con su colección permanente», destaca Vadillo, porque «más que ofrecer un homenaje a la reconocida figura del creador o establecer un recorrido por su dilatada y polifacética labor, se quiere disponer y destacar algunas de las conexiones entre su trabajo creativo y el acervo del Museo San Telmo, destacando el interés que tenía el autor por la cultura ancestral del País Vasco a través de un lenguaje contemporáneo y moderno», concluye la artífice y comisaria de la muestra.
Si algo pone en valor la exposición, que se podrá visitar hasta el 26 de enero de 2025, además de las continuas referencias al legado y a los ritos ancestrales de la cultura vasca, es la versatilidad que asterretxea desarrolló a lo largo de su vida artística. «Abarcó todos los lenguajes posibles que, a su vez, se nutrían mutuamente», comenta Vadillo que, por medio de esculturas, películas, carteles y cuadros, manifiesta los trabajos y discursos tan actuales que el de Bermeo llevó a cabo en las diferentes etapas que componen su vida y obra.
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Algunas de las piezas presentes son 'Argizaiola' (1973), 'Laugarren hilarria' (1975) o 'Akelarre', esculturas, en las que Basterretxea hacía referencia y homenaje tanto al folclore como a los ritos vascos, así como una explícita mención a la artesanía y al trabajo manual. Los rótulos publicitarios– como el de 'Biok' (1966-1968); las proyecciones de 'Amalur' (1968), el primer largometraje que Basterretxea firmó junto a Larruquert o 'Operación H' (1963), el corto que irigió;o los carteles que diseñó para varias campañas políticas y culturales conforman la visita en la que la obra de San Telmo convive con el «artista inabarcable».
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