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Batalla de Mactán

Muerte y relevos en el mando

Capítulo IV (1521) ·

Magallanes es abatido en Mactán tras enfrentarse con 60 hombres a 1.500 indígenas y Elcano será más tarde elegido líder de la expedición

Iñigo Puerta

San Sebastián

Sábado, 6 de julio 2019, 07:41

Los arcabuceros de la armada saltan de los botes en una playa pedregosa. Lo que allí ocurrió se conocería a la postre como la Batalla de Mactán. Once soldados custodian las embarcaciones y apoyan a la infantería con lombardas. El paso lento de los soldados es sorprendido por tres grupos con un total de 1.500 guerreros enardecidos y sedientos de venganza. Una nube de flechas y lanzas afiladas a fuego, piedras y hasta fango avasallan al contingente castellano. El alcance de sus arcabuces no es suficiente para hacerles mella y los estruendos tampoco disuaden a unos indígenas cada vez más envalentonados que no ceden terreno.

Las lombardas de los botes de apoyo tampoco llegan al blanco y ante la abrumadora superioridad de los guerreros de Cilapulapu, Magallanes ordena la retirada y defiende con valentía la escapatoría de sus hombres, con los pies en el agua, a lanzadas con su alabarda. Alcanzado por una flecha primero y por el filo de un machete en su pierna izquierda después, cae sin poder desenvainar su espada. Magallanes grita a los suyos que se pongan a salvo mientras recibe golpes de gracia.

Todavía impactados, los capitanes Duarte de Barbosa y Juan Serrano, heredan el mando. Sus intentos de recuperar el cuerpo de Magallanes son desoídos y Cilapulapu lo muestra como trofeo por sus tierras. Barbosa, primo de Magallanes, comete lo que a la postre será una torpeza capital y trata con desdén a Enrique, el esclavo de Magallanes. Éste se siente libre al haber fallecido su amo, pero Barbosa le recuerda su condición y le amenaza con la muerte si no sigue sus órdenes. Seguirá como intérprete de la expedición.

Traición en Cebú

Enrique baja a tierra aún desairado y con la firme intención de quedarse en tierra. Se cree que en sus conversaciones con el rey de Cebú, le convence para asestar un golpe capital a la flota que está a punto de partir, dejando atrás la construcción de una factoría. El rey invita a los capitanes y oficiales de la expedición a un almuerzo en el que promete regalos tanto para ellos como para el rey Carlos I. Elcano no acude. Está enfermo.

Barbosa no declina la invitación a pesar de la desconfianza de muchos de los marineros, un grupo de casi treinta son recibidos por la corte, familias y niños. Juan de Carvallo, en la última txalupa con invitados decide no bajar tras percatarse de algún movimiento raro.

Guerreros indígenas sorprenden a los europeos y les pasan a cuchillo. Juan Serrano, atado, suplica a gritos que lleven dos lombardas a cambio de su libertad, pero Carvallo, superior de mayor rango, desoye los ruegos y las tres naves levan anclas. Se cuentan más de 20 bajas, entre ellas la de León de Ezpeleta. Una tripulación diezmada con barcos llenos de vías de agua, sigue una derrota de huida con decisiones vitales que adoptar.

La singladura que se topa con la isla de Bohol termina con el sacrificio de la nao Concepción. Es imposible gobernar las tres naves y el barco que guió Elcano es encallado e incendiado para que nadie se beneficie de su tecnología. El getariarra se enrola en la Victoria, bajo el mando de Gómez de Espinosa y desde la nao Trinidad, Carvallo liderará a una 'Armada del Moluco' de unos 115 hombres en dos naves.

Sin un rumbo claro navegan hacia el suroeste, en busca de víveres. Atracan en Mindanao, Kagayan y más tarde en Palawan, todavía con desconfianza a la hora de tratar con los locales, con Pigaffeta como intérprete. En esta última se abastecen mientras tienen noticias de las riquezas que les aguardan en la cercana Brunei (Borneo).

En el reinado mahometano son recibidos con honores. Les pasean en elefantes ante una ciudad de «unas 25.000 familias» que exhibe perlas, diamantes o coloridos paños. Un malentendido lo cambia todo. La flota militar del rey Siripida que vuelve de un combate vecino se interpreta como amenaza y los barcos disparan su artillería. Además de causar muertes huyen.

En su camino se topan con unas barcazas y apresan al hijo del rey de Luzón por quien Carvallo cobra un rescate en oro que se guarda para él. También retiene a tres esclavas. Al norte, deciden fondear y buscan refugio para reparar unas naves muy castigadas. Las tripulaciones critican el mando y las fechorías de Carvallo, que en un peregrinaje peligroso todavía no les ha guiado hasta el objetivo primario, las Islas Molucas.

Vídeo. El viaje de Elcano, en vídeo O.GOÑI

El defenestrado que cambió de rey

Fernando de Magallanes se formó en la corte de Juan II, donde fue paje de la reina de Portugal. Se alistó en la Armada de la India e inició una carrera militar y política que le llevó a la administración colonial de Marruecos, pero se truncó por sus tratos comerciales con los enemigos.

Defenestrado, regresó a Lisboa donde leyó las cartas de navegación de Rui de Faleiro, quien aseguraba que las Molucas debían de estar muy cerca de las costas occidentales de las tierras descubiertas por Colón. Pidió al rey Manuel que le financiara una expedición, pero Portugal no tenía nada que ganar. Según esos cálculo, el antimeridiano de Tordesillas daría la soberanía de las Molucas a Castilla.

Marchó a Sevilla, se casó con la hija de una influyente familia de origen portugués y buscó contactos en la Casa de Contratación para que su propuesta llegara a oídos de Carlos I. De carácter enérgico y autoritario, descubrió el estrecho, pero su soberbia le mató.

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