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patricia rodríguez
Viernes, 29 de marzo 2019, 13:53
«En Casablanca, el rumor del tráfico es constante. La ciudad tiene muchas particularidades que afectan a su sonido, a su voz», describe la artista bilbaína Ainara LeGardon, especialista en experimentación sonora, durante su estancia en la ciudad marroquí en noviembre del pasado ... año. Su viaje se enmarca dentro del proyecto de cooperación Paretako News/ Ahlam Al Mithal, puesto en marcha en marcha en 2017 en colaboración con Tabakalera y Gipuzkoa Coopera de la Diputación Foral de Gipuzkoa. La iniciativa, que ha completado su segunda edición, busca crear un entorno para el debate a través de un intercambio de artistas que pone en conexión las realidades de Donostia y Casablanca y de sus habitantes, sus diferencias y similitudes.
La cooperación entre ambas ciudades se materializó el pasado noviembre, con la estancia de la artista Ainara LeGardon en Casablanca y en paralelo, los artistas marroquíes Hosni Al-Moukhlis y Sawsan Bourhil se trasladaron a Donostia para desarrollar sus propuestas en torno al teatro social.
Durante una semana,Ainara LeGardon compartió técnicas de experimentación sonora con un grupo de jóvenes artistas casawuis a través de diferentes talleres llevados a cabo en el centro cultural Boultek, de Casablanca, y varios recorridos por la ciudad que realizaron en grupo, pero en silencio.
Grabaciones para registrar los sonidos de las calles; la experimentación con diferentes objetos para hacer música y espectáculos musicales improvisados por las calles de Casablanca fueron algunas de las acciones desarrolladas.
«En el centro de la ciudad no pasan tres segundos sin que suene el claxon de algún vehículo, y la advertencia sonora es casi constante. Pienso en Nueva York, Londres, Madrid...y ninguna suena igual que otra. Bajo nuestros pies, el sonido más habitual es el de las baldosas sueltas en las aceras. En medio de todo este aparente caos, aparecen las voces de los muecines que convocan a la oración. A última hora de la tarde suena a plástico, con distintas texturas y volúmenes», cuenta LeGardon en su diario de viaje, una experiencia que les proporcionó una visión sociológica, pero también urbanística de Casablanca que sirvió para el debate e intercambio de ideas.
En Donostia, los artistas Hosni Al-Moukhlis y Sawsan Bourhil desarrollaron su acción en el contexto del programa de mediación 'Harrotu ileak' de Tabakalera. «Durante una semana, trabajaron con jóvenes magrebíes que habitualmente se reúnen en el centro cultural para trabajar con la antropóloga María Zapata, grupo al que se sumaron estudiantes de la Escuela de Cine, para reflexionar sobre los movimientos migratorios que se dan desde países del Sur a países del Norte y sobre las consecuencias de las políticas de migración y opresión en función de raza, género o clase», ha explicado Leire San Martín, coordinadora del proyecto.
El objetivo ha sido «poner de relieve la dicotomía privilegio-opresión, cada vez más acentuada y presente debido a factores socio-económicos, mezclando la técnica del teatro-foro y el teatro periodístico, que discute temas de actualidad. La temática versa sobre el que es diferente y la posibilidad de que ése puedas ser tú».
«Los jóvenes marroquíes, célebres por su dureza y falta de disciplina, estaban muy comprometidos durante los talleres. Toca romper con esa imagen esteriotipada que parece condenar a estos chicos al maltrato y al rechazo. Son seres humanos antes que emigrantes con papeles o sin ellos. Estos jóvenes, que viven enfrentamientos diarios con las miradas de la sociedad, con la Policía y con la dureza del tiempo, han confirmado en pocos días que escuchan y están siendo creativos y disciplinados. ¿Cuál es la receta mágica que los ha hecho parecer diferentes? Quizá el tema se relacione simplemente con escuchar y descubrir más lo que llevan dentro», cuenta Hosni Almokhlis en esta gaceta mural.
Como colofón a esta segunda edición de Paretako News/ Alam Al-Mithal, se ha presentado este viernes una gaceta mural que recoge parte del proceso de trabajo desarrollado en Casablanca y Donostia. El objetivo de este mural, colocado en el túnel del barrio donostiarra de Egia, es «ofrecer la posibilidad de leer las relaciones entre dos mundos y quizá permitir que algunas de las limitaciones, no solo físicas sino también simbólicas, puedan si no desaparecer del todo, al menos desplazarse».
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