![La escultura se ha apoyado en unos palés de madera cubiertos de neopreno como paso intermedio antes de subirla al camión.](https://s2.ppllstatics.com/diariovasco/www/multimedia/2023/03/03/chil1-khUE-U190800426073vkF-758x531@Diario%20Vasco.jpg)
![La escultura se ha apoyado en unos palés de madera cubiertos de neopreno como paso intermedio antes de subirla al camión.](https://s2.ppllstatics.com/diariovasco/www/multimedia/2023/03/03/chil1-khUE-U190800426073vkF-758x531@Diario%20Vasco.jpg)
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Teresa Abajo
Viernes, 3 de marzo 2023, 16:47
La escultura de Chillida 'Lugar de encuentros IV' ya se ha despedido de la plaza donde ha pasado los últimos 22 años, en el exterior del Museo de Bellas Artes de Bilbao. Hasta que finalicen las obras permanecerá en Chilida Leku, donde se expondrá a ... partir del día 30 y protagonizará el primer acto conmemorativo del centenario del escultor donostiarra. Pesa 13,5 toneladas –en los archivos constaban 16, pero así lo ha verificado hoy la grúa– y para emprender el viaje ha sido necesaria una delicada maniobra que ha durado toda la mañana. Se han movilizado más de veinte profesionales de los dos museos y de tres empresas –Grúas Gohierri, Embalan y Transbisallante–con el apoyo del centro tecnológico Tecnalia.
Tras separar la pieza de los tirantes de acero que la sujetaban y engancharla a la grúa, la han acercado al camión góndola de doce metros de longitud en dos fases, siempre muy despacio. Algunos visitantes curiosos contemplaban desde el museo, tras el cristal, cómo la monumental escultura avanzaba suspendida entre los árboles, creando una sensación de ingravidez. «Parece más ligera de lo que es», comentaba el director del museo, Miguel Zugaza.
13.500 kilos pesa 'Lugar de encuentros IV', con unas medidas de 215 x 475 x 408 cm. Fue ejecutada entre 1973 y 1974, y donada al Museo de Bellas Artes de Bilbao en 1982 por el propio Chillida.
Serie La obra es la cuarta de la serie formada por siete piezas genéricamente tituladas 'Lugar de encuentros', realizadas por Chillida en colaboración con el ingeniero José Antonio Fernández Ordóñez entre 1964 y 1974.
Chillida Leku La obra se podrá ver en Hernani desde finales de marzo hasta la finalización de las obras del museo bilbaíno
La grúa la ha posado sobre unos caballetes –palés de madera– cubiertos de neopreno, primero en un punto de la plaza Chillida y luego en otro más cercano al transporte pesado, que ha entrado marcha atrás. Una vez en la plataforma, la han sujetado con cinchas y la han cubierto con una lona para el viaje, que realizarán en horario nocturno al tratarse de un transporte especial. Calculan que tardarán tres horas en llegar a Hernani.
Mikel Chillida, nieto de escultor, ha seguido a pie de obra toda la maniobra, «un momento emocionante» para él por la importancia de la obra y la «simbología» que encierra. «Es una pieza poderosa que se rebela frente a Newton y crea un espacio público para el diálogo y la concordia», afirma. «En cierto modo regresa a casa, con sus hermanas, aunque en realidad es la primera vez que va a estar en Chillida Leku». Él y la directora del centro cultural, Mireia Massagué, plantearon hace unos meses la posibilidad de un préstamo motivado por la reforma del Bellas Artes.
Nunca hasta ahora una cesión temporal había provocado una operación de tal envergadura. Para el traslado ha ido necesario, en palabras de Massagué, «un lugar de encuentro entre el arte y la tecnología», en sintonía con el espíritu de la serie que realizó el escultor junto al ingeniero José Antonio Fernández Ordóñez a lo largo de una década, entre 1964 y 1974. La pieza número IV fue ejecutada en 1974 y donada al museo por el propio Chillida en 1982. Se instaló en la planta baja del edificio moderno y en el año 2000 se trasladó al exterior, en ambos casos bajo la supervisión del artista. En 2017 se sometió a un proceso de restauración.
Cuando terminen las obras volverá al museo pero se colocará bajo techo, en el atrio, «en diálogo con el monumento a Arriaga de Francisco Durrio. Será lo primero y lo último que vean los visitantes del museo», ha explicado Zugaza. Al quedar suspendida del techo y no en un pórtico como estaba en exterior se realzará la espectacularidad de pieza «y se facilitará su conservación, porque el hormigón se oxida», añade Zugaza. Para él será como «cerrar un círculo» recibirla en el museo para abrir una nueva etapa, en septiembre de 2024 si se cumplen las previsiones.
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