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Nuestros más afamados cocineros pían día sí y día también que sus platos se basan en los dietarios de las abuelas. Luego, afortunadamente, en las visitas a sus restaurantes uno no se encuentra un ajo flotando. Aprendieron de aquellas fórmulas para reinventar la cocina actual. ... Y tú sales de su local con cara de haber tocado el cielo.
Algo así se podría decir de María Arnal, Marcel Bagés y los músicos que les acompañaron ayer de Donostia. Cinco estrellas, cuadriculadas bajo un ring de luces, que dejaron boquiabierto al personal. Su mensaje también fue moderno con sabor a clásico. En las voces brotó el folk montañés, los sones mediterráneos y el flamenco que, por darles una pista, nos acercaba a Rosalía aunque con mucha más elegancia y sutilidad.
El fondo llegó oscuro, bramante, digital y a veces hasta urbano y tecno. Ahogaban los sonidos entre brumas. Con bases graves y casi oníricas. Y una polifonía vocal arrebatadora e impactante. Fue tal el asombro y el gozo que cuando llegaron los temas más conocidos de su listado estos sonaron casi mundanos. Y en realidad andan muy lejos de serlo.
Sobre todos los elementos se alzó ella, María Arnal. Una sirena brotando del mar. Un prodigio vocal que domina las canciones y baila sobre las estrofas con absoluta maestría. La reina de una función de emociones sutiles pero perennes que, sin duda alguna, quedará como uno de los mejores actos de este 2021.
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