Cine

Crítica de 'Extraña forma de vida': Jugando a los vaqueros

Juegan a vaqueros el manchego y los verdaderos 'chicos Almodóvar', nuestro Alberto Iglesias en la siempre turbulenta música, y Alcaine en la fotografía.

Jugamos a vaqueros durante 31 minutos, un formato extraño y algo incómodo para su exhibición comercial (aunque Almodóvar ya lo usó en 'La voz humana'), que a la vez resulta agradecido. Con 'Extraña forma de vida' no da tiempo a aburrirse y deja con ganas de más... aunque probablemente la historia, casi un apunte, no dé más de sí.

Pero el western crepuscular recién presentado en Cannes es solo el envoltorio de la pieza, que Almodóvar, este melancólico, sabio y algo sombrío Almodóvar de los últimos tiempos, lo que quiere contarnos es el drama de un amor imposible entre dos hombres (sí, 'Brokeback Mountain' dejará de sentirse tan sola en la categoría de 'western gay'). Una fugaz relación de juventud, dos meses locos con sabor a besos de vino, que 25 años después son nostálgico pasado para un sheriff y un ranchero a cuyo hijo, sospechoso de asesinato, debe perseguir el primero.

Rodada en inglés, 'Extraña forma de vida' solo se sale del juego, del ejercicio de estilo, en los diálogos y miradas entre esos dos personajes maduros, a quienes dan vida unos magníficos Ethan Hawke y Pedro Pascal (nada que ver con los jóvenes actores, que parecen modelos disfrazados de vaqueros). Este mediometraje, obra menor no solo por su duración, tiene su interés por ellos y por su anotación sobre el papel de los cuidados en la relaciones amorosas.