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La directora Arantxa Echevarría en un momento del rodaje de 'La Infiltrada'
«Ni comprendo, ni comparto dar ocho años de lo mejor de la vida como hizo la infiltrada»

Arantxa Echevarría, directora de 'La Infiltrada'

«Ni comprendo, ni comparto dar ocho años de lo mejor de la vida como hizo la infiltrada»

La directora bilbaína Arantxa Echevarría estrena este viernes su película sobre la agente de Policía que se hizo pasar durante ocho años por colaborada de ETA

Alberto Moyano

San Sebastián

Viernes, 11 de octubre 2024

Este viernes llega a los cines la última película de Arantxa Echevarría (Bilbao, 1968), 'La infiltrada', en el que recrea la 'falsa' vida que durante ocho años llevó una agente de la Policía Nacional captada por ETA como colaboradora del 'Comando Donosti'. Protagonizada por Carolina Yuste, Iñigo Gastesi y Luis Tosar, la cinta se presenta como un 'thriller' de suspense que, con todo, será difícil ver despojada de su componente político, sobre todo en Euskadi. «Esta policía era de una madera y de una forma de ser que ni comprendo, ni comparto en el sentido de que dio ocho años de lo mejor de la vida, en los que yo por lo menos hice mis primeros viajes, tuve mis primeras relaciones amorosas y enfoqué mi vida laboral», admite la directora bilbaína, que se confiesa apenada por haberse quedado fuera del Zinemaldia.

– ¿Cree que ya ha pasado el suficiente tiempo como para ver la película en clave de 'thriller', desprovista de otras connotaciones o los hechos narrados son aún demasiado recientes?

– Ya ha pasado tiempo suficiente. Después de ver películas como 'Maixabel' o series como 'Patria', yo creo que el público tiene ganas de pasar página y de ver esta película como el 'thriller' que es. Y el contexto histórico también es Memoria Histórica: esto ha pasado y ha pasado hace poco, pero pienso que los políticos tienen más interés en recordarnos todo el tiempo el conflicto que la ciudadanía que, aunque hay cicatrices y mucho dolor, queremos mirar al futuro.

– ¿Usted se planteó el proyecto más como una película de suspense?

– Totalmente. Quería hacer un 'thriller' psicológico. Me interesaba contar la historia de una mujer que finge ser otra persona y que tiene muchas capas, incluidas la del 'síndrome del impostor' y el 'síndrome de Estocolmo'. Me interesaba cómo tenía que volver a recordar quién era tras ocho años simulando ser otro ser humano.

– ¿En qué directores se ha mirado?

– Cuando estaba preparando la película, me vi los típicos 'thrillers' que me gustaban de pequeña: 'Chacal', 'La conversación', 'La vida de los otros'... Películas que no son de pistolas y de acción, sino de personajes. No me apetecía hacer una película de acción, sino sobre la tensión interior derivada de la exterior.

– Salvando todas las distancias, que son muchísimas, ¿cree que el espectador se puede identificar en parte con una protagonista que se hace pasar por quien no es?

– Sí, en las redes sociales todos son 'infiltrados'. Sólo nos hacemos fotos cuando estamos felices, cenando y no nos mostramos cuando estamos llorando en la cama. Estamos con una máscara frente a la sociedad en un momento, además, en el que nos estamos juzgando mucho los unos a los otros. Hay algo ahí del 'síndrome del impostor' cuando decimos que hemos leído un libro que no hemos leído para parecer más cultos, guapos e inteligentes. Pero una infiltración como el de la película, aunque nos suena a James Bond, refleja una realidad muy dura. Esta mujer fue seleccionada con otros cinco y los otros cuatro apenas duraron: el que más, un mes y medio y al terminar pidió ayuda psicológica. Y eso en 1992, cuando eso parecía de blandengues, más en la Policía. Ella estuvo ocho años. Era de una madera y de una forma de ser que ni comprendo, ni comparto.

– ¿En qué sentido?

– Dar ocho años de lo mejor de tu vida en los que yo por lo menos hice mis primeros viajes, tuve mis primeras relaciones amorosas y enfoqué mi vida laboral. Es complicado de entender para cualquiera que alguien pare todo eso por una entelequia, sin tener siquiera algún familiar policía, ni haber vivido los atentados de ETA.

– ¿Cuál cree que fue su motivación?

– Al principio, la inconsciencia. Una policía que estuvo en el operativo nos contó que su motivación era que había visto 'Los Ángeles de Charlie' y las películas de buenos y malos.

La auténtica infiltrada

«No quiso saber nada de la película. Le hicimos llegar el guion, pero nunca respondió. No sé cómo interpretarlo, quizás como que quien calla otorga»

– Pero una cosa es ser policía, con un horario laboral, y otra entregarte a una infiltración a tiempo completo y durante ocho años.

– Hay un alto grado de adrenalina. Una vez que te metes en un operativo en el que te la juegas, vives una vida que, en comparación, hace que la de los demás te parezca aburrida. Con la propia infiltrada nunca pudo hablar, pero sí con otro que se metió en la mafia rusa, y me contó que la adrenalina te empujaba a seguir y la echabas de menos cuando ya no la tienes. Y también que todos los días se metía en el baño a llorar porque tu propia vida es una gran mentira.

– ¿Sabe si la policía infiltrada ha mostrado interés en ver la película?

– Cuando me contaron la historia, lo primero que dije es que quería conocerla, sobre todo, para entender mejor y de primera mano sus motivaciones, pero ella no quería saber nada de la película. Hay que tener en cuenta que su cara estuvo con una diana en las herriko tabernas, que se fue del país, que sus padres tuvieron que entrar en un programa de testigos protegidos... Una vez que tuvimos un guion, se lo hicimos llegar y aunque yo estaba muy expectante, no hubo respuesta. Muy en su estilo de infiltrada. No sé muy bien cómo interpretarlo, quizás como que quien calla, otorga. Estoy segura de que irá a ver la película.

– Sí hay en la película un esfuerzo por mostrar aquella San Sebastián de los años noventa, tan distinta de la actual.

– Eso es lo más complicado porque todos tenemos el recuerdo de cómo era la ciudad en 1992. Lo que ha pasado en el País Vasco es tela, pero Donostia está toda llena de franquicias. Es muy difícil encontrar rincones que se conserven puros, tal y cómo eran en 1992 y sí, fue un trabajo muy complicado. En la calle Juan de Bilbao obviamente no podíamos rodar, pero lo hicimos en la calle Pescadería y en toda la Parte Vieja, y teníamos que quitar los carteles de las tiendas nuevas y de las cadenas de ropa. Era complicado. Hubo que cambiar los coches, el mobiliario urbano, la cartelería... Tuvimos que hacer verdaderas virguerías cada vez que rodábamos en la calle.

El rodaje

«Donostia está toda llena de franquicias. Es muy difícil encontrar rincones que se conserven puros, tal y cómo eran en 1992. Eso fue muy complicado»

– ¿Le costó convencer a los actores para que se embarcaran en el proyecto?

– Nada. Carolina (Yuste) y yo tenemos una relación muy especial y cuando le conté la historia no tenía aún guion, pero le conté lo que quería hacer. Me dijo que se apuntaba porque su personaje es un caramelo: una chica policía que finge ser una colaboradora de ETA. Es un papel que te pone los pelos de punta. Y Luis (Tosar) entró un poco más tarde, ya con el guion, y no dudó porque aparte de un grandísimo actor, es muy generoso. En cuanto leyó la historia, vimos que estábamos súper conectados. Él también venía a su personaje como un manipulador, paternalista y muy machista, como toda la Policía y los etarras. La verdad es que no tuve muchos problemas con el casting porque son papeles muy golosos para el actor.

– ¿Quedan muchos episodios por contar de aquella época?

– Quedan muchas películas por hacer y desde puntos de vista diferentes al de 'La infiltrada': faltan películas desde el punto de vista de ETA, de las víctimas, de muchas partes... Pero bueno, yo he hecho un 'thriller' muy divertido.

– ¿Qué fue para usted ETA?

– Silencio. La sensación de presión emocional y de miedo. Y la frase «de eso no se habla».

Fingir

«En las redes sociales todos somos 'infiltrados'. Sólo nos hacemos fotos cuando estamos felices, pero no cuando estamos llorando en la cama»

– Agustín Díaz Yanes también ha rodado una película sobre esta infiltrada. ¿Irá a verla?

– Pues claro, por supuesto. ¡Tengo unas ganas! Es un grandísimo director de cine y seguro que ha hecho un peliculón, pero como somos tan diferentes rodando, no creo que una pise a la otra. Serán dos películas muy diferentes.

– La suya no fue seleccionada en el Zinemaldia. ¿Cree que fue por razones cinematográficas?

– No tengo ni idea. Supongo que hay unos criterios artísticos, hay muchísimas películas que se envían al festival... No lo puedo decir.

– ¿Le dio pena?

– Mucha, mucha. No se puede imaginar. Hice 'Carmen y Lola' y también 'Chinas', pero ésta es la película que supuestamente podía ser la más cercana para que la programaran y tampoco. Sí pusimos una lona publicitaria enorme. A ver si a la cuarta o quinta película lo consigo.

– ¿Va a pasar 'La infiltrada' por algún festival?

– No, porque queríamos estrenarla ya y los festivales ralentizan los procesos.

– Como ciudadana vasca y no tanto como directora, ¿qué opina de la última polémica en torno al cumplimiento de las penas de los presos de ETA?

– No me he podido enterar bien porque estoy con la promoción, pero diría que deben cumplir sus condenas, es la ley. Todo está demasiado instrumentalizado por los políticos. Hay que escuchar a las víctimas, y funcionar de acuerdo con las leyes europeas y del estado. Y sobre todo, que los políticos de un lado y de otro dejen de utilizar a ETA como una especie de arma arrojadiza.

 

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