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Viendo los escandalosos datos aportados por el 5º Informe Sociolaboral de la Fundación AISGE (Artistas Intérpretes, Entidad de Gestión de Derechos de Propiedad Intelectual), se entiende que la madre de Concha Velasco se echara las manos a la cabeza cuando dijo lo de «Mamá, quiero ... ser artista». El 77% de los actores y actrices españoles gana al año menos de 12.000 euros brutos, y la mitad se queda incluso por debajo de 3.000, es decir, casi tres de cada cuatro se encuentran bajo el umbral de pobreza. Sube algo, al 44%, si se computan otras fuentes de ingresos.
Vamos, que si hoy hicieran una versión de aquella película de 1961 de Berlanga titulada 'Plácido', cuyo lema era la consigna navideña franquista 'Siente un pobre a su mesa', el invitado a la cena, en lugar del mendigo con motocarro, sería un actor. No, mucho mejor una actriz, ya que los ingresos de los intérpretes masculinos son un 40% más elevados que los de sus compañeras; trabajan menos días al año y están peor remuneradas, con una media anual de 8.320 euros para las mujeres frente a los 11.677 de los hombres.
Tenemos la imagen de algunos actores, sobre todo actrices, que han acabado en la indigencia, o lo parecía, o cerca estaban de ello. Terele Pávez pasó una semana copando noticias en 2009 porque la vieron fumando sentada en la acera con un indigente amigo suyo, Manuel. Ella negaba que tuviera problemas, aunque reconocía en una entrevista que sobrar no le sobraba: «Un día pides tú y otro te piden. Es una profesión difícil pero muy solidaria. Nos ayudamos unos a otros. Lo digo porque alguno estará pensando 'lo que estará cobrando Terele', porque de repente me van a ver en el 'Hola'. Pero sigo igual, oye, sin un duro». Recientemente, otra actriz, Mónica Cervera, protagonista de 'Crimen Ferpecto', película de Álex de la Iglesia por la que fue nominada al Goya como Mejor actriz revelación en 2005, era fotografiada en el parque de Marbella donde vive. Dice que es una opción personal, aunque reconoce que la vida del artista «es difícil». Hay quien habla de derroche, pero viendo los datos, pocos son los que pueden entregarse a él; solo el 7% supera los 30.000 euros anuales, según la media estatal –los datos solo vascos se conocerán el miércoles–. Uno de los datos 'buenos' es que los desempleados sin cobertura son un 46%, frente al 76% de 2016.
Josean Bengoetxea
El actor Josean Bengoetxea (Donostia, 1964) no se muestra muy sorprendido por los resultados del informe, dado que «todos los años el 80% de la profesión está en paro. También es verdad que mucha gente se apunta a este oficio para probar, pero no es menos cierto que muy poca gente puede vivir de esto. Siempre tienes que tener un trabajo paralelo, muchas veces en la hostelería». El intérprete donostiarra, que entre cine y televisión supera el centenar de producciones en las que ha trabajado, considera que «la exhibición en cine ha tocado techo: no va a desaparecer, pero tampoco crecerá». En cuanto al teatro, «aunque vive en permanente crisis, siempre va a estar ahí». No le ve mucho recorrido a la cuestión de qué importancia da la sociedad a la cultura. «Es una pregunta respondida. Está clarísimo que la sociedad necesita la cultura. Así ha avanzado el ser humano. Otra cosa es que los hábitos de consumo cambien constantemente y ahí el audiovisual es un paradigma. La pregunta que hay que hacerse es qué tipo de cultura».
Respecto a quienes consideran que este sector 'vive' de las subvenciones, se ríe. «¿Qué sector no está subvencionado? Yo no tengo coche y estoy pagando vía subvenciones para que otra gente lo tenga. Si abogas por un liberalismo en el que cada sector del tejido industrial trabaje sin subvenciones, hagámoslo y veremos quién sobrevive. No quedarían ni los bancos».
Ane Gabarain
Ane Gabarain (San Sebastián, 1963), que acumula 40 años en el oficio y acaba de ser galardonada con un Goya por '20.000 especies de abejas', recuerda que esto no es nuevo, «llevamos décadas así, lo tenemos asumido». Desvela que ha pasado épocas muy complicadas y que ahora, cada tres o cuatro meses, mira a ver cuánto ha sumado de cotización «para hacer mis cálculos de cara a la jubilación, porque en los primeros tiempos muchas cosas eran sin darte de alta. Y eso que hace poco sacaron una especie de paro para los actores, pero lo nuestro es nadar en precariedad». Y eso que se considera una «auténtica privilegiada»; «imagina en estos 40 años la de compañeros y compañeras talentosos que han abandonado».
En cuanto a la brecha de género, dice que no se trata de que cobren menos que ellos por el mismo trabajo. «La brecha es tremenda y muy arraigada, pero afortunadamente cada vez hay más mujeres en la profesión, directoras y guionistas, para que los relatos de mujeres estén más accesibles. Y hablamos de mujeres en general, pero ya si nos referimos a las mayores de 60... Los compañeros trabajan mucho más que nosotras al llegar a cierta edad».
Tessa Andonegi
A la actriz y presentadora de televisión Tessa Andonegi (Donostia, 1964) no le sorprende el resultado del estudio. Ni respecto a la precariedad económica en su gremio, ni a las diferencias en los ingresos entre actores y actrices. «Bueno, eso es algo que estamos viendo que sucede en todos los ámbitos de la sociedad», comenta sobre este segundo aspecto. La actriz donostiarra, que ayer estrenó junto a Ainhoa Ayerbe la obra 'Desorduetan' dentro del Festival donostiarra de Teatro de Bolsillo, señala que la supervivencia pasa por «la diversificación, a veces haces teatro y otras cine o televisión, e incluso das clases de interpretación» y reconoce que cerrar meses sin llegar a unos ingresos equiparables al salario mínimo «es frecuente. Hay meses en los que no trabajas y por lo tanto, no ingresas nada. Lo que pasa es que luego lo compensas con otras épocas en las que sí». Con todo, «hay mucha gente que abandona la profesión porque hay muy pocos que puedan vivir de la interpretación».
Tessa Andonegi, que se considera «una privilegiada porque siempre me surgen cosas», destaca la importancia de la cultura, «como ya se vio en la pandemia. La gente sobrevivió a base de cultura. ¿Cómo la hubiéramos pasado sin series, sin películas, sin libros o sin música?». En este sentido, se rebela contra el cliché de la 'cultura subvencionada'. «La salud, la educación y la cultura deben partir del estado. Considero que la cultura es un bien común». Y aquí apunta la hipótesis de que tras esos reproches haya «un fondo de envidia. Parece que hay un disfrute con las desgracias de los actores y creo que tiene que ver con que alguna gente no es valiente para dedicarse a lo que le gusta. Hay como un rencor por nuestra valentía o inconsciencia porque al que decide ser actor le esperan no sé si penurias, pero sí incertidumbre. Igual hay gente a la que le da rabia que seamos felices y reivindiquemos buenas condiciones».
Tampoco los premios parecen ser la panacea en cuanto al hallazgo de una salida al menos individual. «Hay gente que recibe el Goya al mejor actor revelación y en los dos siguientes años no ha trabajado. Pueden ser perjudiciales».
Ales Furundarena
Ales Furundarena (Bilbao, 1963) no puede evitar enfadarse al hablar sobre este asunto. Y eso que él también acaba de ser galardonado, la Academia de las Artes Escénicas de Andalucía le ha concedido el premio Lorca por su trabajo en 'Nevenka', la obra de teatro con la que está recorriendo el país. «Aquí estamos, en la carretera y pasándolas mal, y eso que voy con una compañía con muchísimos años de trayectoria, imagina lo que sucede con la gente que empieza. Te quedas con los cuatro o cinco que pueden ganar bien, y el resto... Somos supervivientes». Llega a tal grado de enojo que le gustaría llamar a la huelga: «A lo mejor todo el sector tenía que parar tres meses, a ver si resulta que a la sociedad no le interesa lo que hacemos y podemos pasar todo el rato tomando cañas y disfrutando sin teatro, cine, danza ni música».
El colmo llega cuando recuerda las voces que les llaman «subvencionados»: «Me muero de la risa cuando lo oigo, con todas las subvenciones que reciben las empresas grandes. Llevo 40 años en esto, pero estoy hasta las narices de oír esas cosas, y otras como que derrochamos el dinero que ganamos, que somos todos unos drogadictos, vamos, mira la papelina que llevas tú cuando vas al Parlamento».
Desvela que, pese a su trabajo en 'Nevenka', no llega ni al sueldo mínimo mensual haciendo la media del año, y que complementa sus ingresos con clases de interpretación en Granada, donde reside. «Pero lo he pasado muchísimo peor que ahora, la década anterior fue terrible».
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