N o ganó premio alguno en Sitges, Ottawa, Guajanato o Annecy, lo que viene a demostrar, a mi entender, que más de una, dos, tres ... y cuatro veces a los jurados se les cortocircuitean y achicharran las neuronas.

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'Unicorn Wars'

  • Valoración Cuatro sobre cinco

  • Realización, guion, dirección de arte, color, diseño : Alberto Vázquez.

  • Animación: Khris Cembe,

  • Montaje: Esteban Bañuelos.

  • Música: Joseba Beristain.

  • Con las voces de: Jon Goirizelaia, Ramón Barea, Jaione Insausti.

  • Cine: Niessen. 92 minutos.

Cuentan que hay una delegación de 'Unicorn Wars' batiéndose el cobre en Los Ángeles por ver de colarse en las pre listas de las nominaciones al Oscar de Animación. Es una buena jugada porque esta obra que se ha estrenado en Errenteria antes de (sospecho y deseo) arrasar el jueves 3 de noviembre en el Principal bebe la sangre de todas las películas de guerra y antiguerra que en el cine han sido y serán. Hay momentos que sientes que el mar de 'El vals de Bashir' se ha transformado en océano de niebla boscosa y a ratos sabes que esto es 'Senderos de gloria'. Y esa sed suya merece un trofeo, dos o diez. Porque también se nutre de lombrices lisérgicas, de escenas que parecen sacadas de antiquísimos tapices donde cabalgan briosos corceles cornudos y de fábulas modernas de raíces antañonas como podría ser 'La famosa invasión de los osos en Sicilia', escrita por Buzzati y filmada por Mattotti.

No infieran de lo dicho que Vázquez (su 'Sangre de Unicornio', de 2014 ganó en Chicago y Calabria) y los suyos (incluyo, faltaría más, a Leire Acha, graduada en el DigiPen Institute of Technology de Washington, contratada en Ikiru Films y corresponsable de esos colores, de ese rojo y ese negro coagulados. Incluyo a los sonidistas, representados por Mikel Alonso) se valen de la sangre, el celuloide y la tecnología de otros para intentar ser dioses. No. Se bastan solos para, usando peluches convertidos en algo peor que Chuckys de espuma, unicornios que no son achuchables, y simios terribles (más ese sapiens/erectus atroz) hacernos beber su cáliz hasta las heces. Y nos gusta. Sabe a metal, pólvora y tinta.

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