Código de vestimenta, vestido de gasa punk

Irati Gorostidi Agirretxe, autora de 'Contadores', cortometraje peleado a muerte desde el catálogo de Kimuak, producido por gente que antes de engancharse a esto del cinematógrafo fueron, y siguen siendo criaturas de las artes plásticas, las perfomances o las instalaciones y también por más comuneros y comuneras como Maddi Barber, Leire Apellániz o Ion de Sosa, fue escogido por la muy sibarita, exigente, extremada y al mismo tiempo amigable y solidaria Semaine de la Critique, lució para la comida que ha reunido hoy a todos y todas los participantes de la selección en la playa de Nespresso (aquí los arenales llevan el nombre de quienes los pagan) un diseño exclusivo de Rosa Parma, interesante creadora cuyo territorio abarca NuevaYork-Tabakalera-Leioa, artista capaz de formatear fanzines rabiosos y de llamar a la revuelta feminista. Pink Parma vistió a la hija de Mirari y Juan con un vestido de gasa/seda y print sideral rematado con una imagen muy punk, muy de Londres, Manchester o la Margen Izquierda del Nervión.

'Contadores', potente hasta en su gráfica y por supuesto en un travelling circular que dejó con la boca abierta a los otros cineastas arremolinados en la proyección del martes en el Palais Miramar es, entre otras cosas, el campo de pruebas para un largometraje que se titulará 'Anekumen', uno de los proyectos escogidos en 2022 por Ikusmira Berriak, el programa de residencia del Zinemaldia y Tabakalera Y si Irati, que durante un tiempo muy largo se sintió realmente poseída por la que hace nada ha sido votada la mejor película de la historia, esa 'Jeanne Dielman, 23 quai du Commerce, 1080, Bruxelles', de Chantal Ackerman, es hija de Mirari y Juan, Francesca, autora de otro cortometraje, 'Fish Out of the Water', sobre una mujer que intenta salir a flote, un corto, presentado sin revuelo ni revolú en la Cannes Short Film Corner del gran Mercado situado en las entrañas del Grand Auditorium Lumière, lo es de Helen y de Martin, el autor de esa inmensa, imponente película titulada 'Killers of the Flower Moon', uno de esos títulos que notas que se van convirtiendo en clásicos modernos e instantáneos a medida que transcurren los minutos de su primer proyección.

Francesca Scorsese tiene 23 años, está empezando entre ilusionada y asustada y mientras lo último de su padre se desplegaba en las pantallas más legendarias de esta villa que mira a los Alpes Marítimos, su corto se difundía, entre posibles compradores y programadores en unas salas provisionales, de paneles móviles, construidas para albergar sueños (y para cobrar por ellos, esto es un bazar...).

En otros lugares, alguien contaba cuánto tiempo aplaudieron en el patio de butacas el retorno de Víctor Erice. Dicen que fueron siete minutos. Escribieron en Libération que 'Cerrar los ojos' es melancólica y errática la esencia pura de sus personajes desolados y desollados. Dicen que el autor de 'El Sur', está al otro lado, más allá, mucho más allá, de cualquier forma o manera de la imaginería de este siglo, de este milenio y de este Cannes.

Anoche, con la luna creciente, sindicalistas de la CGT cortaron el gas en los mejores restaurantes de Cannes. Y aquí, como en Hollywood, los guionistas no retroceden ni un paso. Ni para tomar impulso.