Crítica a 'El último verano': En brazos de la mujer madura

N o debiste hacerlo, Théo. Hacérselo. El amor. A Anne. La esposa de tu padre. No porque fuera demasiado mayor para ti, que tienes la frescura malévola de otros muchachos como tú, tal que, salvando millas de distancia y belleza, el Tadzio de Visconti o ... del Elio de 'Call me by your name' sino porque es una mujer maravillosamente sobria, serena, rígida, profesional y no va a dejar que su status de abogada de alta clase y gama, su existencia lujosa de anfitriona siempre con una copa de buen vino en la mano, su sueño hecho realidad de ser esposa de un hombre de también alto standing y la madre adoptiva de dos princesitas orientales se haga pedazos porque le hiciste/te hizo/hicisteis el amor un par de veces. Placer quería ella. Y lo tuvo en esta película cuyos planos están tan bien estudiados, medidos, controlados, compuestos que una tiene ganas de gritarles a Catherine Breillet, autora de piezas interesantes y de bravura como 'Romance X', y a su directora de foto, que también iluminó '8 mujeres' y 'Nikita', se dejen llevar un poco, se desmelenen y liberen la cámara que, cierto, fluye luminosa entre atildadas reuniones campestres en jardines ideales.