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Carlos Muguiro, director de la Elías Querejeta Zine Eskola. Arizmendi
«Uno de mis principales trabajos ha sido explicar qué es la Escuela a los sucesivos diputados de Cultura»

Carlos Muguiro, director de la Elías Querejeta Zine Eskola

«Uno de mis principales trabajos ha sido explicar qué es la Escuela a los sucesivos diputados de Cultura»

El director del centro plantea en su Plan Estratégico crear una entidad jurídica que incorpore también a otras instituciones

Alberto Moyano

San Sebastián

Jueves, 25 de enero 2024, 01:00

Siete años después de ganar el concurso público para dirigir la Escuela de Cine Elías Querejeta y con la sexta promoción del centro ya en curso, Carlos Muguiro (Elizondo, 1966) considera que este equipamiento afronta un momento «crucial». Muguiro, que finaliza en julio su contrato, ha presentado un Plan Estratégico para dotar al centro de personalidad jurídica, bajo una fórmula que debería incorporar a Gobierno Vasco y Ayuntamiento de San Sebastián. Sobre la inestabilidad que ha vivido el Departamento Foral de Cultural en estos siete años, reconoce que uno de sus principales trabajos «ha sido explicar qué es la Escuela» a los sucesivos responsables que han estado al frente del área foral.

– ¿Diría que ha cumplido con los objetivos fundacionales que se marcó la Escuela en mayo de 2017?

– Los objetivos iniciales de desarrollar una idea donde antes no había nada, y poner en marcha un proyecto y asentarlo, sin duda. Creo que es la historia de un éxito indiscutible. Cualquiera que analice los últimos cinco o seis años tiene que reconocer que la Escuela es un caso singular dentro de los proyectos culturales y pedagógicos del entorno, por muchos motivos que podríamos enumerar. Por ejemplo, en los últimos cinco años han pasado unos 230 alumnos de 35 países, y hemos producido 60 películas entre cortos y largometrajes sólo en el área de producción. Y compiten en los festivales más importantes del mundo. Esta semana empieza el de Rotterdam y hay dos películas de la Escuela, lo mismo que en la próxima Berlinale. Podríamos hablar de la productividad, del motor que supone para las instituciones de Tabakalera, de la singularidad de la marca y del hueco que se ha hecho en un ámbito tremendamente competitivo. Y también de la satisfacción de los estudiantes.

– La Escuela no se entiende sin el prestigio que le ha dado su conexión con el Zinemaldia y la Filmoteca Vasca, además de la propia Tabakalera.

– Sin todo eso, la Escuela sería inconcebible. El proyecto que presenté hace siete años al concurso, 'Las hipótesis del cine', ponía en valor el sistema de conexión cinematográfica que ya existía en Tabakalera. Simplemente desarrollaba las posibilidades que ofrecía para la transmisión de conocimientos. La identidad de la Escuela se entiende por esa combinación. Esas instituciones hacen funcionar a la Escuela, pero al mismo tiempo, la Escuela mejora esas instituciones, cosa que podía haberse dudado hace siete años. Esto me parece indiscutible. Nuestra singularidad viene de ese contexto.

– Su singularidad de puertas para afuera. De puertas para adentro, la singularidad viene dada por el hecho de que la Escuela fue un proyecto en solitario de la Diputación, sin la implicación de Gobierno Vasco o Ayuntamiento. ¿Ha pesado?

– En la puesta en marcha del centro, ese impulso inicial es fundamental. Había que apostar por un proyecto con una cierta incertidumbre y eso es un riesgo, pero yo siempre he sentido el apoyo del Departamento Foral de Cultura. Pensando en el futuro de la Escuela, es muy importante la involucración de otras instituciones porque la veo como un proyecto de país.

– ¿Hay algún plan o perspectiva al respecto?

– Mi competencia es la parte más académica.

– Pero quizás haya transmitido a las instituciones esa petición.

– Obviamente, sí. Estamos en un momento crucial porque este año es una encrucijada en el que uno de los objetivos ha de ser dotar de personalidad jurídica a la Escuela. Ahora no la tiene porque es un equipamiento del Departamento Foral de Cultura.

– Y eso, ¿pasa por la incorporación del Gobierno Vasco y el Ayuntamiento donostiarra?

– Pasa por la dotación de una personalidad jurídica, que puede ser una fundación u otra fórmula y también por un plan de financiación para obtener recursos propios, más allá de las matrículas. Es una oportunidad para convertir el proyecto en algo que va más allá del territorio. Dentro del sector cinematográfico, la formación es una pieza fundamental.

– Y cree que el Gobierno Vasco debería formar parte del órgano que finalmente dirija la Escuela.

– Sería bueno que se incorporaran el Gobierno Vasco y probablemente también el Ayuntamiento a esa futura fundación o lo que finalmente sea. En todo caso, lo importante es plantear este debate y creo que es el momento.

– Quizás sería también el momento de cambiar el espacio físico que ahora ocupa la Escuela, con problemas de aforo, humedades y demás.

– El problema del espacio está ahí desde el origen porque nos impide incluso crecer y plantear otro tipo de actividades. Creo que la Escuela debe estar en Tabakalera, aunque me parece legítimo plantear que salga de este edificio. Pero insisto: mi convicción es que debe estar aquí porque forma parte de su identidad genética. Tabakalera es un edificio ocupado ya y nosotros vamos utilizando otros lugares que estaban destinados a otras funciones.

– Ahí está 2deo...

– En el proyecto de 2deo tenemos que converger distintas instituciones. Estamos trabajando en hacer que ese espacio sea un lugar de encuentro para las diversas instituciones audiovisuales de Tabakalera.

– En el tiempo que lleva al frente de la Escuela, le ha tocado conocer a cuatro diputados de Cultura diferentes. ¿Ha tenido que explicar muchas veces en qué consistía la Elías Querejeta Zine Eskola?

– Muchas veces. Ha sido uno de mis principales trabajos. Es verdad que siempre he tenido muy buena recepción. Por otro lado, no diré que he tenido que convencerles, pero no es un proyecto mío, sino de la institución.

– Pero lo han ido 'heredando' sucesivos diputados forales de Cultura que en algunos casos igual no conocían bien el proyecto...

– Sí, es un proyecto complejo y que no es propio de la tradición de la Diputación. Dentro de sus competencias, es bastante particular. Encaja con una cierta dificultad dentro de la propìa actividad del Departamento Foral de Cultura porque la formación trabaja con otros ritmos y sin esa exposición pública. También le digo: creo que siempre he tenido buena recepción, más allá de limitaciones que tienen que ver con los recursos.

– En el caso de la actual diputada foral del Departamento, Goizane Álvarez, ¿cree que el proyecto la ha seducido?

– A petición de la diputada, desarrollé en noviembre un Plan Estratégico porque aunque ésta es una historia de éxito, lo más importante es que su capacidad de desarrollo es extraordinaria. La Escuela se ha convertido en muchos aspectos en un modelo y por eso, el desarrollo futuro es fundamental. Y ese Plan Estratégico para los próximos cuatro años está siendo valorado.

– ¿Qué propone en ese documento?

– Cuestiones académicas, de contenido, de cómo ir más allá de los tres másters que ofrece, también con su gobernanza... Debe ser estudiado y aprobado o no. En el caso de que sí, habrá que presupuestarlo. Es importante porque nos estamos jugando el futuro de la Escuela en los próximos cuatro años. No tomar decisiones no es una opción, aunque no sean inmediatas. Tiene que haber plan de estabilización realista, pero ambicioso para la Escuela. Basta con entender su origen para comprender qué es lo que tiene que ser.

– El presupuesto ronda ahora el millón de euros. ¿Necesitaría un incremento?

– Sí, sin ninguna duda. El equipo, que ahora es de seis o siete personas, ha ido creciendo. Ningún proyecto que funcione puede estar estático o 'congelado' e inevitablemente, eso necesita recursos públicos. De la misma manera digo que la Escuela tiene capacidad para generar los suyos propios.

– ¿Por qué vías?

– La de las matrículas y con una personalidad jurídica podríamos a optar ayudas a la investigación.

– ¿Tal y como se hizo con el archivo del Zinemaldia?

– Por ejemplo. Un proyecto complejo y caro que consiguió vías de financiación externas. Ahora mismo, ofrecemos tres másters, pero podríamos ampliar la formación.

– ¿Con más alumnos o creando nuevas áreas?

– Trabajar con quince estudiantes por área es un privilegio, un lujazo. Hay que decir que es una limitación por las condiciones del espacio, aunque quisiéramos ampliar el número no podríamos. Y la lógica de los tres másters –creación, programación y archivo–, responde a la lógica de presente, futuro y pasado. Sin embargo, creo que se podrían ofertar otras formaciones.

– ¿Por ejemplo?

– Se podría crear una Escuela Permanente de Cineastas, que sería la formación después de la Escuela para todo tipo de profesionales. La formación ya no es una etapa de tu vida hasta los 25 años, sino que inevitablemente ha de ser continua. Y me refiero a ámbitos como la producción, la escritura o las nuevas tecnologías, con la inteligencia artificial vinculada al cine. El ámbito de la formación en el cine nos va a acompañar siempre y es un área que está esperando que alguien se ocupe de ella.

– ¿Cuándo estará a punto la nueva sala de proyecciones?

– Para nosotros será más un aula que una sala de proyecciones. Es un auditorio con 89 butacas. Espero que para principios de marzo esté completada.

– ¿Será una pantalla compartida?

– En principio, no. Es un equipamiento de Diputación dentro de Tabakalera y serán las instituciones las que decidan qué uso público se le quiere dar. Para nosotros es un aula porque no teníamos un espacio en el que pudieran estar las 90 personas que forman las dos promociones que coinciden en el centro durante algunos meses.

– Se ha reprochado cierto elitismo a la Escuela, dados los costes para el alumnado, especialmente para el que viene de fuera de Gipuzkoa.

– Seguramente lo que es caro es vivir en San Sebastián. La matrícula, de 4.200 euros, es equivalente a otros másters y mucho más barata que la de otros centros de Madrid y Barcelona. Ésta es una escuela pública y el empeño en que pueda venir a estudiar quien quiera, lo hemos trabajado permanentemente a través de recursos como las becas Ibermedia: en los últimos cuatro años hemos recibido 200.000 dólares en becas para estudiantes. Ahora, el gran problema es encontrar piso, especialmente, cuando el curso es de quince meses, no de septiembre a junio. Es un contrato de alquiler complicadísimo y eso sí que dificulta que los estudiantes completen el ciclo tal y como ha sido pensado y sin desaparecer tres meses en verano.

– ¿Se han dado casos?

– Esto es muy habitual. Hay gente que no puede estar aquí en verano porque el mercado inmobiliario para estudiantes encaja en el de los pisos turísticos y es muy complicado que tengan un alquiler de quince meses.

«Me veo con fuerzas para seguir, pero es muy importante que el proyecto tenga un horizonte»

– Su contrato acaba el próximo mes de julio. ¿Qué va a hacer?

– Y tendría un año de prórroga si las partes lo aceptáramos. Lo primero es que no depende de mí. El contrato es resultado de un concurso público que gané y el futuro depende de lo que la Diputación tenga previsto para la Escuela. En la parte que depende de mí, me imagino un desarrollo coherente de la Escuela y me gustaría ver que eso se completa, pero para continuar, debería responder al proyecto que tengo en la cabeza.

– ¿Vincula su decisión a la aceptación de su Plan Estratégico ahora en estudio?

– El plan es un programa de máximos. Seguramente va a desarrollarse en más tiempo que cuatro años, pero obviamente, tienes que sentirte con fuerzas.

– ¿Y se ve con esas fuerzas y con la siempre necesaria ilusión?

– La ilusión es una glándula que se regenera con proyectos en los que uno cree. Si tú no crees en algo, la ilusión no se estimula. Para mí es muy importante tener un horizonte de proyecto y eso sí que la genera.

– No sé si me ha contestado...

– Sí me veo con fuerzas.

– Le tocó gestionar un momento especialmente complicado para la Escuela durante la pandemia.

– De cinco años que llevamos, tres estuvieron afectados por la pandemia. Cualquier institución podría haber cerrado y no porque la actividad diaria fuera complicada, sino porque podría haberse dado el caso de que no se hubieran presentado estudiantes a las convocatorias. Sin embargo, la Escuela no cerró ni un solo día, más allá del confinamiento. Fue un desgaste, la verdad es que sí, pero debo decir que ya no se discute sobre la pertinencia y la honestidad del centro. No es un capricho, sino que nace de una necesidad.

– ¿Hubo un momento en el que pareció serlo?

– Probablemente al principio y me parece natural que eso se discuta. Y mi trabajo era demostrar que nacía de una honestidad de proyecto y de una necesidad porque a partir del análisis de lo que ya existía, derivaba hacia otras funciones. Muchas veces se ha comparado con las tradiciones musical, gastronómica y cinematográfica de Gipuzkoa: cada una de ellas ha generado una institución pedagógica y ahí la Escuela ocupa el área del cine.

– ¿Cual ha sido el momento más gratificante en estos años?

– Cuando los alumnos te dicen que les hemos cambiado la vida a mejor, creo que no hay nada más noble para un centro educativo.

– ¿Y el más duro, aquél en el que se dijo «no puedo más»?

– No han sido años fáciles, ha habido muchas situaciones complicadas, pero prefiero no contarlas.

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