Sin correas por el parque

Sin grandes pretensiones, con vocación de ofrecer un relato agradable y no demasiado dramático, pero con suficientes armas para evitar la cursilería, el ternurismo facilón o la chanza sobre jubilados pizpiretos, Paul Morrison pone en escena, o sea, en amplios campos y veredas por donde caminar y hablar, a dos septuagenarios que están en soledad más o menos bien llevada, que no se cierran a lo que el futuro pueda deparar, ni se agobian con ninguna necesidad de 'compañía', y lidian con sus problemas vitales con serenidad, sin correas, con la libertad que saben otorgarse.

Dave y Fern son dos adultos normales, que se plantean cuestiones sobre su pasado y su futuro, sobre el amor y la pérdida que han conocido en sus vidas. Que como los chuchos en los parques, se alegran de verse, se acercan y dan sus rodeos, que coquetean o disimulan, o se ocultan cosas tanteando el terreno que pisan, el afectivo y el sentimental, no por engañar, sino porque a veces duele. Porque quieren conocer al otro, pero también siguen intentando conocerse a sí mismos, buscar lo mejor: no han abdicado de la vida, ni mucho menos. Y así discurren estos '23 paseos' estupendamente interpretados por Alison Steadman y Dave Johns, con unos personajes a los que es un placer conocer.