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Crítica de cine | Sí, quiero... o no
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Crítica de cine | Sí, quiero... o no
Estrellas estrelladasSi alguien tiene algún mérito en esta seudocomedia romántica para veteranos no es Michael Jacobs, procedente de la segunda división televisiva, que teje un guion al que le cuesta Dios y ayuda articular un par de ideas y encima lo envuelve en una puesta en ... escena que potencia la sosería del conjunto.
Si alguien tiene algún mérito en 'Sí, quiero... o no' son Stefanie Ryan-Manhim y Quinn Showell, a quienes no tenemos el gusto de conocer pero que, como responsables del casting, han convencido de que suban a esta barca turística a personas que tendrían que exigir otras esloras y singladuras. Manhim y Showell deben de ser magos porque no se explica cómo han logrado reunir para esto a Susan Sarandon, Richard Gere y Diane Keaton. Y también a William H. Macy, que aunque no sea tan estrella borda los papeles de hombres débiles. Y Emma Roberts y Luke Bracey, que cumplen lo que se les pide, que sean jóvenes y guapos.
Dirección y guion: Michael Jacobs.
Intérpretes: Emma Roberts, Richard Gere, Susan Sarandon, Diane Keaton.
Fotografía: Tim Suhrstedt.
Música: Lesley Barber.
País: EE UU. 2023
Duración: 94 m
Cine: Príncipe
'Sí quiero... o no' tiene el único mérito de contar con estrellas. Todo lo demás da igual. Por supuesto, aspectos menores, como que la única que no parezca a punto de bostezar sea Susan Sarandon, entretenida en dar alguna chispa de malicia a su personaje. O como que Diane Keaton y Richard Gere no funcionen como matrimonio de ficción (acaso la Keaton, como productora ejecutiva, ha querido darse el gusto de tenerle a él de partenarie).
Lo peor es verles con papeles de cartón piedra en una peliculeja a la que le cuesta media hora montar su momento clave, cuando descubrimos lazos que no conocíamos entre sus personajes. Luego no aprovecha el enredo y se queda con seis personajes sosos preguntándose por la esencia del amor. Hay que estirar la cosa hasta llegar a la hora y media con el final más conservador posible. Que las estrellas pasen por caja y los espectadores, cabizbajos para casa.
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