Crítica de 'Policán': Ladridos y maullidos

Peter Hastings, coguionista en algunas de las secuelas de 'Kug-Fu Panda', toma los cómics de Dav Pilkey, les quita cierto aire que tenían a Mariscal y los pasa a la pantalla apretando el botón de aceleración. Que pasen cosas todo el rato, persecuciones, guiños, máquinas en acción, carreras, ¡edificios que toman vida!

El resultado puede resultar tan (hiper)estimulante como agotador. Hay elementos interesantes, como la propia naturaleza de Policán, policía con cuerpo humano y cabeza de perrito, y naturaleza también híbrida: lo mismo captura a un malvado que se pone a buscar las pelotas que le lanzan o lame la cara a quien le haga cariñitos. También hay otros detalles quedones, algunos para los adultos (ese público cautivo), como la aparición de un despacho al que se puede telefonear y quien descuelgue te responderá: «La vida es injusta». (También se agradece que en la película mencionen el «sanjacobo» en lugar del ahora omnipresente «cachopo»).

Vamos, que esta producción de Dreamworks tiene un aire surrealista-pop y unos cuantos puntos que sorprenden a los espectadores adultos y hacen difícil ponerse en contra de ella. Aunque sea acelerada, gritona y demasiado suya, a lo que podría sumarse el inevitable escoramiento hacia la ternura de su tramo final. Pero, en fin, quién puede odiar a un encantador perrete de cuerpo humano o al tierno Periquillo, el lindo gatito hijo del malo de la película.