Si nos diera por salvarla (que, me parece, no va a ser el caso) podríamos encontrarle hasta tintes shakesperianos y freudianos puesto que hay un padre fiero, feroz, cruel, de esos que dan un juego maravilloso sobre las tablas de un teatro o ante una ... cámara de cine. Tintes de tragedia griega o de narración bíblica dado que hay una madre muerta y dos hermanos que acabarán enfrentados. Tintes con aromas de magia de los pueblos originarios del continente negro puesto que el protagonista recibe sus poderes al mojar sus labios en la sábana con el líquido preparado por una sabia sacerdotisa casi misteriosa.
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Si nos diera por salvarla porque ocupa unas cuantas, casi muchas, pantallas de nuestro territorio podríamos hacerlo porque tiene un arranque brutal y porque nos gusta oír hablar ruso en una cárcel a donde te llevan para que nunca salgas, una cárcel situada en medio de la tundra, más allá de la mismísima Siberia.
Dirección: J.C. Chandor.
Guion: Matt Holloway, Art Marcum, Richard Wenk sobre los comics de Steve Ditko y Stan Lee.
Fotografía: Ben Davis.
Música: Evgueni Galperine, Sacha Galperine, Benjamin Wallfisch.
Intérpretes: Aaron Taylor-Johnson, Russell Crowe, Ariana DeBose, Fred Hechinger.
Cines: Antiguo Berri, Urbil, Garbera, Niessen, Mendibil.
Duración: 126 m.
Pero va a ser que no. Por más que también podríamos salvarla porque su director de fotografía es un grande, responsable de la luz y las sombras de titulazos como 'Almas perdidas en Inisherin' o 'Tres anuncios en las afueras'. O por algún buen tema musical de la banda sonora, 'Motherland', por ejemplo'.
Pero va a ser que no. Va a ser que no queremos salvarla. Y puede que tampoco pudiéramos. Y no precisamente porque no tenga escena post-créditos anunciadora de la siguiente entrega ni siquiera porque sea de una torpeza fílmica inenarrable ni porque el hombre-rinoceronte provoca en algunos de nosotros auténtico espanto y espasmos de incredulidad ni porque las líneas que declama la heroína son de redacción escrita con palotes de parvulario. No, no podemos ni queremos salvarla porque los leones, los búfalos y el tigre son realmente una pifia digital.
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