Crítica de la película 'Transformers: el despertar de las bestias': Llave de transcurvatura

Cae simpática una película de entretenimiento puro y duro en la que, entre tanto mundo irreal, asoman detalles reales y humanos. El chico, latino en N.Y., no tiene oportunidades laborales ni dinero para pagar el tratamiento médico de su hermanito. La chica, afroamericana en N.Y., aguanta que su jefa se lleve todo su mérito.

Cae simpático este producto, que cada vez ofrece un tono más cercano a los primarios Power Rangers, capaz de sumar al delirio de sus híbridos entre camiones y robots gigantes los personajes de los 'maximals', impresionantes animales (gorila, águila...) con textura robótica. Y que se atreve a que la clave para salvar no uno sino dos mundos sea «la llave de transcurvatura», casi el nuevo «condensador de fluzo».

La nueva de los Transformers seguramente sea innecesaria y menor, pero su falta de solemnidad y su conciencia de evasión proletaria y emigrante caen bien.