Cine

Crítica de 'Hasta el fin del mundo': Al Oeste de una mujer

Tiene algo este esfuerzo personal de un hombre al que respetamos y amamos, Viggo Mortensen. Por segunda vez dirige, pero también escribe el guion, actúa y hasta compone la música. E impregna la propuesta de una peculiar sensibilidad, de un ritmo más moroso del habitual. Y acaso se equivoque pero se atreve a liarse/liarnos con saltos temporales y a empezar la película en alto y a contrapie, con la muerte de su protagonista en la cama.

'Hasta el fin del mundo' (que en castellano repite el título de aquella cinta de Wim Wenders en 1991) fluye en la belleza de sus paisajes y la complicidad entre sus dos protagonistas, tan independientes, solitarios y contenidos ellos. Pero puede ir dejando el poso de cierta insatisfacción. ¿No es el malo descerebrado y cruel demasiado arquetípico? ¿No se quedan todos los personajes algo esquemáticos y huérfanos de mayor desarrollo? ¿No es anacrónica esta mujer con conciencia actual en un viejo saloon? ¿No le pesan a la película unos saltos temporales que hacen que pronto nos sepamos casi toda la historia? ¿No resulta todo más plano de lo que debería? ¿No se queda la propuesta de Viggo Mortensen a un paso de conmovernos?

En todo caso, tiene algo este 'Hasta el fin del mundo'. Algo te deja enganchado a ese hombre viudo que cabalga errante con un niño que no es del todo suyo. Y al rostro de Vicky Kriep, esa actriz como fuera del tiempo, a la que nunca nos cansamos de observar.