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Hace unos días Javier Macipe volvió a Donostia. Había estado durante el Zinemaldia presentando su primer largometraje 'La estrella azul'. El motivo de su visita era mostrársela en un pase privado a Mikel Erentxun. El donostiarra, que dalió muy emocionado de la proyección, es uno ... de los embajadores del mundo de la música –como Pucho, de Vetusta Morla, Enrique Bunbury o Ariel Roth–, que van a promocionar la película en las redes sociales que se estrena este viernes. Macipe ha recreado la estancia en Argentina del músico zaragozano Mauricio Aznar, líder del grupo Más Birras.
– Presentó la película en el Zinemaldia, dentro de New Directors. Se llevó dos premios, el de la Juventud y el de la Cooperación
– El Premio de la Juventud nos emocionó mucho. Siempre habíamos pensado que la película estaba destinada a personas de más de 40 años. En ellos teníamos mucha fe porque se habla de los años 90. En el Festival nos sorprendió que el Jurado Joven, que no eran solo 5 chavales sino 150, pensara que era la mejor película del Zinemaldia. Nos dio una alegría tremenda. Este es un proyecto quijotesco, tanto por nuestra parte al rodarlo como el que se autoimpuso Mauricio Aznar que pretendía dar a conocer un mundo muy especial, el de la chacarera argentina. Nos llenó de optimismo que los jóvenes conectaran en Donostia. La experiencia fue inolvidable y ahora en cada esquina me estoy encontrando con una emoción.
– En su estreno muchos críticos la definieron como 'película honesta'. ¿A qué cree que se refieren?
– Hemos intentado que sea muy respetuosa con la música. Todo se toca y se canta en directo. Hemos buscado que todo sea muy real y natural. Lo de honesta también lo pueden decir porque intenta no tener artificios y clichés. A diferencia de otros biopics que están plagados de cosas que se parecen a lo que sucedió en realidad, 'La estrella azul' mira más a la realidad que al cine. La hemos hecho con todo nuestro corazón y qué mayor honestidad que eso, nos hemos dejado la vida.
– ¿Tiene un punto naif porque Mauricio Aznar era así?
– Era una persona muy luminosa. Buscamos más esa línea que la de enfatizar las partes oscuras porque, en realidad, la película es un gran drama. No queríamos que se centrara en la parte trágica y de tormento. Era un hombre muy payaso, mucha gente dice que era un niño grande. Para mí eso es lo interesante, que alguien con una historia trágica por detrás mire a la luz.
– Usted no conoció esa época. ¿Cómo surgió la idea de llevar la vida de Mauricio Aznar al cine?
– Todo empezó hace 18 años. Conocí a su madre cuando le pedí permiso para utilizar una canción de Mariano en un cortometraje que había hecho. Vio el corto, le gustó y me dijo que quería que hiciera una película sobre su hijo. Entonces estaba estudiando Cine y no me sentía preparado. Hace diez años, tras un corto que estuvo nominado a los Goya, me vi capacitado. Comencé un proceso larguísimo de documentación y también de conocer a toda la gente que compartió algo con él. Además repliqué el viaje que hizo a Argentina. Levantar la película y conseguir productor nos costó muchísimo. Cuando íbamos a comenzar, llegó la pandemia y todo se paralizó. Estuvimos tres años parados, aunque todo el equipo mantuvo en todo momento la ilusión.
– ¿Por qué una ficción en lugar de un documental?
– A un documental puro y duro solo hubieran ido sus fans, así creo que pensamos que la película tenía más opciones de llegar a mucha más gente. Quería contar la vida del músico anónimo, del que busca hacer una obra maravillosa totalmente desligado de la búsqueda del reconocimiento. Para mí es el artista más puro que puede haber. Qué mejor tema para alguien que quiere ser artista que contar la historia de un verdadero artista.
– Al final de la película han incluido unas imágenes de un casting con un montón de Mauricio Aznar en fila. ¿Fue realmente así?
– Sí, muy parecido. Fue muy emocionante. Yo todo el rato me preguntaba qué pensaría el espíritu de Mauricio que tanta gente de una generación posterior a la suya apareciera vestida como él, sabiéndose sus canciones.
– ¿Y qué hubiera pensado?
– Estaría encantado. Lo que más le hubiera emocionado es que composiciones suyas las están cantando gente en Argentina. Como Atahualpa Yupanqui, el aspiraba a ser la voz del pueblo, que sus canciones se desliguen de él y tengan vida propia. Eso ha pasado en Argentina. Hay gente que canta cosas suyas sin saber quién las firma.
– Recrea una etapa real en la vida del músico maño. Habrá personas que piensen que es ficción.
– Eso es lo bonito. Siempre pensamos que un biopic solo interesa a la gente que conoce al cantante, por famoso que sea Nos decantamos por darle una estructura que el espectador que no conocía al cantante se pregunte si esa persona existió o no realmente. De esta manera puede gustar a cualquier persona, incluso creo que más a los que no le conocieron porque lo descubren en su totalidad.
– ¿Qué le han comentado la gente que le conoció?
– Todo el mundo dice que la época está muy bien representada y también la esencia. Hemos entrevista a muchos supervivientes de esa época que en Zaragoza, como prácticamente en toda España, fue muy dura. Pero hemos evitado incidir en esa etapa de la oscuridad. Por ejemplo, mostrando una jeringuilla ya sabemos, por todo lo que hemos visto antes en cine y televisión, lo que significaba en esa época.
– ¿Por qué han acotado tanto y solo se han centrado en el viaje a Argentina?
– No me parecía interesante narrar toda su vida, sino mostrar como punto de partida a ese rockabilly puesto en medio de Argentina por donde no pasa nunca un turista. A mí no me gustan esas películas donde te cuentan la adolescencia para dejar bien claro de dónde vienen sus fantasmas.
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