Crítica de Fast X: Familia, ruedas y una bomba

Nada que objetar, el discursito sobre la familia, el futuro entrevisto en tu hijo, el hermano que se sacrifica, la hermana de la esposa muerta y amada y todo eso es un rollo patatero. Nada de lo que acusar a quienes opinan, con extrema razón, que la X de 'Fast &Furious' es ridícula, absurda, muy absurda y llega absolutamente dopada a miles de pantallas.

Pero pero pero, ¿quién va a ver la décima de 'Rápidos y furiosos' buscando existencialismo? ¿Quién si criaturas humanas tan divinas como Charlize Theron, Hellen Mirren o Jason Statham, sin olvidar a John Cena y a la mismísima Rita Moreno de 'West Side Story' (interpreta a la abuela/bisabuela a la que la 'familia' festeja al comienzo...) comparten pantalla y destino con vehículos tan bellos, tan potentes, tan veloces como el Dodge Charger (tanto el habitual como el SRT Hellcat), el Lamborghini Gallardo, el Chevrolet Impala, el Nissan Z, el Datsun 2407, el Alfa Romeo, una moto HD Pan American o la Honda de Letty mientras una bomba esférica, diseñada como un prodigio retrofuturista rueda y rueda y rueda Roma abajo camino del Vaticano y alrededores?

Las conexiones neuronales de 'Fast X' son inexistentes. Excepto en la frase (+-) «si has provocado sufrimiento no quieras pagar la deuda con la muerte», pero al director le fascinan (y domina) las tomas aéreas y sus segundas, terceras, cuartas unidades filman la acción a lo bestia. Como ángeles. Del infierno.