
«No idealizo a los infiltrados, ni a ETA: que haga lo que quiera el espectador»
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«'La infiltrada' era una película de riesgo, podía no haber gustado a los vascos o a las víctimas», afirma la ganadora del Goya a la Mejor PelículaDos meses después del discurso con el que recibió el Goya ex aequo a la Mejor Película por 'La infiltrada', la productora María Luisa Gutiérrez ( ... Guadalajara, 1973) ya ha superado el estupor con el que vivió los días posteriores a aquella polvareda. Gutiérrez, que acaba de pasar por el Festival de Málaga con la película 'Tierra de nadie', defiende la pertinencia de su reivindicación de una Memoria Histórica que incluya también a ETA y a la lucha contra el terrorismo y advierte contra los peligros que, a su juicio, amenazan la libertad de expresión. La sede de la productora de Gutiérrez, Bowfinger International Pictures, está en Donostia, «pero desde 2013, cuando produjimos '3,60', no cuando empezaron los incentivos fiscales». ¿El motivo? «Tengo mucha vinculación personal con San Sebastián», afirma sin entrar en más detalles.
– Dos meses después, ¿ha relativizado lo que ocurrió tras su discurso?
– Sí, totalmente. Lo ha relativizado todo el mundo. Lo que me pasó también en esos momentos es que me metí en una burbuja en la que en cierta red social me estaban dando muchísima caña y desvirtuando mis palabras, y de repente construí una realidad sin darme cuenta de todo el apoyo que estaba teniendo por parte de muchísima gente.
– Son polémicas de veinticuatro horas...
– Es muy triste pensar que hoy en día se politiza y desvirtúa cualquier cosa que se diga. Al final, tenemos esa necesidad de odio y confrontación, que no sé qué nos está pasando como sociedad.
– Aunque se 'politizara' todo, como usted dice, no dejaría de formar parte de la libertad de expresión.
– Totalmente, pero es que hay ciertos conceptos democráticos que de repente, se han convertido en patrimonio de unos u otros partidos políticos y yo me niego como ciudadana. ¿Qué pasa, que la libertad de expresión ahora es de la derecha? ¿O la Memoria Histórica es de la izquierda? Perdona, yo soy una ciudadana democrática y la democracia te lleva a la libertad de expresión. El principio de la democracia es que nadie me ponga límites en lo que puedo decir. Hablo de 'politizar' porque, por ejemplo, hablar del campo, ¿ahora es patrimonio de Vox? Perdona, es que mi abuelo era agricultor y mi padre cultivaba espárragos. A mí los espárragos me han pagado la universidad cuando ese partido político ni siquiera existía.
– ¿Cree que está realmente en peligro la libertad de expresión? Quizás haya que acostumbrarse a la confrontación verbal.
– Sinceramente, creo que no nos damos cuenta del esfuerzo que tuvo que hacer este país para construir la democracia porque había gente con mucho rencor que tuvo, no que pasar página, pero sí hacer un ejercicio de libertad de expresión y de respeto. Y creo que está en peligro porque yo, que lo viví en esas 72 horas, me di cuenta de que ponen en tu boca palabras que no has dicho y que la gente está dispuesta a creerlo, sin buscar si es verdad o no. Uno afirma algo y los demás le siguen como borregos. Me da mucho miedo que vayamos a un pensamiento único. De hecho, hubo un partido que dijo que 'La infiltrada' es una película peligrosa. Pero, ¿dónde estamos? ¿Vamos a tener censura? Aluciné.
– Que una película sea peligrosa puede ser un elogio...
– Es que las películas no son peligrosas, son inofensivas. Luego está la libertad de que la veas o no, que te guste o no te guste, pero te dicen: «Estás idealizando a los infiltrados». Ni estoy idealizando a los infiltrados, ni a una banda terrorista como es ETA. Que el espectador haga lo que quiera con lo que estoy contando.
– Dijo que en esas 48 horas se sintió muy sola. ¿A quién se refería?
– Yo soy una persona que siempre voy de frente y me parece que hubo algunos que deberían haberse puesto a mi lado, como hubiera hecho yo si hubiese ocurrido al revés, pero no lo hicieron. Evidentemente, no voy a decir quiénes son esas personas que ni siquiera creo que piensen que va por ellas. Santiago (Segura) se mojó mucho, no le importó ponerse a mi lado porque sabía que mi discurso era inofensivo. Sin embargo, otras personas se ponen a tu lado para recibir premios y se quitan cuando vienen mal dadas. Eso sí me molestó.
– Al contrario de lo que sucede con actores y directores, no es habitual que los productores se 'signifiquen'...
– Más que no significarse, creo que no se les da visibilidad. Por desgracia, en este país es muy habitual que la prensa diga que una película es del director, cuando son de los productores. Parece que somos los que vamos con la chequera, pagamos la fiesta y ya está, y no es verdad. Al final, el productor elige al director, al guionista y, en este caso concreto de 'La infiltrada', trae la idea. Cuando se recibe el Premio a Mejor Película es el único momento en el que los productores hablan.
– Se enteró en una cena de la historia de la infiltrada.
– Sí, estuve en una cena con un amigo que estuvo en la lucha antiterrorista y la contó con mucha admiración, poniendo en valor que además era una mujer. En la película reflejamos que entonces la sociedad era más machista que ahora, quiero pensar. Y eso pasaba tanto en ETA como en la Policía y cuando escuché la historia pensé que eso era una película. A partir de ahí, empecé a buscar a esas personas que nos podían ayudar a documentar la historia para que fuera lo más veraz posible.
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– ¿Le consta si la auténtica infiltrada ha visto la película?
– No sé si la ha visto, pero sí que ha tenido acceso al guion y a mi número de teléfono, aunque no se puso en contacto conmigo. No ha querido intervenir, ni tener notoriedad.
– ¿Ha habido alguna reacción por parte de alguien a la escena de la película en la que un personaje dice que un detenido ha sido torturado en Intxaurrondo y que cree que su novia ha sufrido una violación?
– Sabemos que esas cosas están en prensa. En la película se dice concretamente que a uno lo han torturado y a la otra «creo que la han violado». Queríamos hacer una película realista en la que estuviera reflejado el contexto. No ha habido reacciones al respecto y está planteado con muchísimo respeto porque yo no sé si ese caso concreto de violación llegó a tener sentencia judicial, pero sí queríamos reflejar que estas cosas se decía que ocurrían.
– El informe del Gobierno Vasco reconoce casos de torturas...
– Y no queríamos que no quedara reflejado porque eso estaba encima de la mesa. No he visto ese informe y no sé cuántos casos hay con sentencia de tortura porque habría muchos otros en los que se denunciara por mandato de la organización. Habría casos reales y otros que no.
– ¿Cree que hubo casos reales?
– No tengo ni idea. No sé si hay sentencias.
– Algunas hay.
– Pues si las hay es que ha habido torturas. Yo siempre voy a estar del lado de la Justicia.
– Cambiando de tema, en su discurso de los Goya también dijo que hay que hacer películas como 'Padre no hay más que uno' para financiar otros proyectos.
– No, lo que digo es que hay películas que son industriales y otras que a priori no lo son. Tú haces una película de Santiago Segura, que maneja el marketing como nadie y que hace comedias que no van a trascender, ni a tener premios a la mejor iluminación, para poder hacer otras.
– Mientras hacían 'La infiltrada', ¿pensaba que iba a ir tan bien en taquilla?
– No. 'La infiltrada' era una película de riesgo por todas esas cosas que usted me está preguntando. Podía no haber encajado. Imagine que a los vascos no les hubiera gustado por no sentir que plasmaba la realidad o tampoco a las víctimas. Al final, es todo muy subjetivo, intentas hacerlo bien, pero estás retratando una realidad que alguien te puede decir que no lo es. Tratamos de no herir ninguna sensibilidad, pero todo el mundo puede sentirse indignado y más en los tiempos que corren. Ni muchísimo menos esperábamos esta taquilla.
– Ahora ha presentado en el Festival de Málaga 'Tierra de nadie', sobre el narcotráfico en el sur de España. ¿Otra película incómoda?
– Es una película incómoda. Hicimos un coloquio con una juez y un fiscal en La Línea sobre la película, que retrata una realidad, aunque de Cádiz para arriba no lo queramos ver. Una realidad en el que el problema del narcotráfico es cada vez peor y en el que hay toda una sociedad. Te puedes escudar en que no tienes opciones, pero sí que las tienes y de eso va nuestra película. Hemos puesto a un narcotraficante cuya figura no se romantiza, sino que es un pobre hombre y a un guardia civil que siente el miedo. Hemos retratado a personas, que es lo que hay detrás de todos estos perfiles.
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