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'Flying Hands' es la historia de amor de tres generaciones de mujeres que convirtieron una acto de amor en un gran impacto social. Una ... historia ambientada en plena cordillera de Karakórum, en Pakistan, pero que puede ocurrir «en cualquier otro lugar», han recordado sus directoras, Marta Gómez y Paula Iglesias, durante la presentación del documental en el Festival de Cine y Derechos Humanos. Es la historia de Aniqa Bano, quien al dar a luz a una niña sorda descubre el rechazo que existe hacia estas niñas, y decide luchar por darles una educación y mostrarles los derechos a los que ellas también pueden aspirar. Es la tercera producción vasca que compite en la Sección Oficial del festival, que se proyectará este jueves a las 19.00 el Teatro Victoria Eugenia.
El documental lleva el sello de la productora vizcaína Al Borde films y surgió a propuesta de Baltistan Fundazioa, que desde hace 20 años trabaja con las comunidades del Valle de Hushé. «Querían algo que sirviera como legado de su trabajo, pero sin que se les viera a ellos», ha explicado Paula Iglesias. Así, las directoras decidieron contar esta historia a través de la mirada de Aniqa Bano, una mujer empoderada y por lo tanto «excepcional», ya que «el apoyo que tiene en su entorno no es es reflejo de lo que ocurre allí».
Dieciseis años después de su nacimiento, Aniqa muestra a su hija Narjis los diarios que ha escrito, donde narra los obstáculos, tanto personales como sociales, que ha debido superar por querer defender la dignidad y derechos de un colectivo que llevaba siglos condenado a no poder tener una vida plena, simplemente poque padecían una discapacidad auditiva. Cuando nació su hija, su suegra le dijo: «no te preocupes por haber tenido una niña sorda, has ganado una sirvienta».
En 'Flying Hands' madre he hija conducen al espectador por un viaje a través de la región de Baltistán, donde Aniqa ha construido una escuela y hogar para las personas sordas, y con el apoyo de su marido, visita a las familias que tienen hijos sordos, a los que no han escolarizado, para que les den una oportunidad. En palabras de las directoras, «nosotras nos hemos mantenido en un plano de observación, a una cierta distancia», sin intervenir en las clases o en las conversaciones que se suceden con los familiares de los menores. «Aniqa ha sido nuestra gran aliada para el rodaje», han admitido.
El entorno montañoso de la cordillera de Karakórum adquiere una especial importancia en la película, pero no solo por la parte estética, también como «plano simbólico y metafórico, tal y como nos gusta y siempre hacemos», ha reconocido Marta Gómez. «El paisaje lo integramos siempre que aporta algo, y en este caso la montaña simboliza esa barrera que tienen que superar las personas sordas».
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