Crítica de 'Mariposas negras': Éxodo climático

Como plato fuerte, una candidata al Goya a la mejor película de animación, 'Mariposas negras'. El canario David Baute lleva años siguiendo a los refugiados climáticos, a personas forzadas a emigrar de sus países porque el cambio del clima ha secado sus campos, traído huracanes o elevado el nivel del mar. Lo contaba en el mediometraje documental 'Éxodo climático' y ahora desarrolla la misma historia con las armas de la animación, que le permite mostrar lo que no pudo rodar y emocionar como acaso las imágenes reales ya no nos emocionen.

Este largometraje salta entre tres historias de mujeres, una india que perdió su cosecha y casi toda su isla por la subida del nivel del mar y es explotada como empleada del hogar en Dubai, una keniata que escapó de la sequía con sus hijos y se prostituye para darles de comer, y una caribeña que huyó de los huracanes y a la que niegan el reagrupamiento familiar y el estatus de refugiados porque las emergencias climáticas no son motivo legal.

La película de animación para adultos es seria y triste en sus historias duras. Luce especialmente en sus trabajados y hermosos fondos, basados en imágenes filmadas en los lugares reales. El conjunto tiene solidez y verdad, aunque le pese su carácter de cine de denuncia.