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El 27 de junio de 1960 Begoña Urroz, de 20 meses de edad, se encontraba en la consigna de la estación de Amara de Donostia ... donde trabajaba su tía. Estaba a la espera del regreso de su madre que había ido a comprar unos zapatos para la niña antes de irse de vacaciones a su pueblo de origen, Beinza Labaien. Un bomba colocada en una maleta explotó y Begoña resultó herida muy grave. Falleció al día siguiente. La justicia franquista cerró el caso sin detener a nadie y solo comentó que había sido un grupo de separatistas y comunistas, pero sin más precisiones. Cuarenta años después, el socialista Ernest Lluch, tras leer una de las acotaciones aparecidas en un libro del entonces vicario de San Sebastián José Antonio Pagola, devolvió el tema a la actualidad al afirmar haber descubierto que Begoña había sido la primera víctima de ETA, aunque nunca la había reivindicado. La familia de la pequeña también había tenido siempre en mente esa posibilidad. La teoría se dio por buena e incluso José Bono, presidente en 2010 del Congreso de los Diputados, decidió fijar el 27 de junio como el Día de Homenaje a las Víctimas del Terrorismo por ser el aniversario del primer atentado de ETA.
Ahora, el documental 'Muerte en Amara', que este viernes se proyecta a las 17.00 horas en el Victoria Eugenia dentro del Festival de Cine y Derechos Humanos -la entrada es con invitación-, va más allá y en él, tras una extensa investigación, se atribuye este atentado a un grupo de inspiración comunista llamado Directorio Revolucionario Ibérico de Liberación (DRIL), formado por exiliados en Cuba y Venezuela, cuyo objetivo era replicar la revolución castrista en España y Portugal para acabar con las dictaduras de Franco y Salazar. E incluso pone nombre a quien depositó la maleta en la consigna de la estación, el gallego Guillermo Santoro.
En 'Muerte en Amara', Aitor González de Langarica sigue la investigación que realizaron el historiador Gaizka Fernández Soldevilla y el documentalista de TVE Manuel Aguilar. El primero asegura que «fue en un congreso en 2016 cuando Aguilar cuestionó que fuese ETA y vi que había algo que investigar, que había que intentar sacar conclusiones correctas. Es importante porque la legislación sobre las víctimas del terrorismo toma como punto de partida la fecha del atentado contra Begoña Urroz».
El director del documental, que también es historiador, explica que «hemos intentado hacer comprensible la investigación. Porque hay mucha información. El objetivo es que llegue a un amplio público y que se quede con ganas de saber más de lo que pasó. Hay veces que las teorías están tan asentadas que es casi imposible derribarlas».
Para su trabajo contó con el trabajo previo hecho por Fernández Soldevilla y Aguilar para un informe del Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo, donde ya se atribuye al DRIL el atentado. En ese documento no aparece el nombre del ejecutor porque, como relata el historiador, «me llegó más información a través de una fuente confidencial una vez que presentamos el informe». Algunos de esos papeles no constaban en los archivos -se desconoce la causa de su desaparición y bien podría ser que se clasificaron mal, que alguien se los llevó para trabajar en ellos u otras razones».
Hasta entonces ya se había establecido que el DRIL era el perpetrador del atentado porque después de intentar una acción directa en Madrid, donde murió uno de los terroristas y otro fue detenido y ejecutado, la organización decidió seguir atentando con maletas bombas que colocaron en distintas estaciones. En los nuevos datos con los que han contado a la hora de hacer el documental aparece casi completa la investigación que realizó la Policía. «Sabían dónde se habían comprado las maletas, donde estaba hospedado Guillermo Santoro, con quién se fue de juerga esa noche, e incluso la tía de Begoña reconoció al sospechoso… Pero para entonces ya había pasado la frontera. Pudo volver cuando se declaró la amnistía en 1977 y nunca pidió perdón».
El historiador cuenta que los DRIL pretendían derribar las dictaduras a base de guerrillas, como había hecho Castro y Ché Guevara en Cuba, e incluso secuestraron un trasatlántico el 'Santa María', para llevarlo a Angola. «Para 1962 esa formación ya estaba rota y esto hace que caiga en el olvido, incluido el atetado de Amara».
Otro de los datos que se han desvelado con el tiempo es que el encargado de la investigación fue el policía Melitón Manzanas, que llegó a ser jefe de la Brigada Político Social de Gipuzkoa y responsable de numerosas torturas. ETA lo asesinó en agosto de 1968. Iba a ser el primer atentado mortal de la banda terrorista, pero dos meses antes antes acabó con la vida del guardia civil José Antonio Pardines cuando éste se encontraba en un control y dio el alto a un coche en el que se encontraba uno de los líderes de la formación, Txabi Etxebarrieta.
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