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Una noticia que a los seguidores de Nosferatu alegrará, la venta en breve de sus publicaciones a través de DKSarrerak en la web de Donostia Kultura, mejorando el servicio actual, sirve de excusa para reunir a los impulsores hace más de treinta ... años de esta programación cinematográfica que se ha convertido en un referente para los cinéfilos de la ciudad y del territorio, y con unas revistas, y ahora libros, demandados desde todos los puntos del Estado. Jesús Angulo, José Luis Rebordinos, Txema Muñoz, Carlos Plaza y Josemi Beltrán, por orden de incorporación, acuden a la cita para hablar de cómo surgió hace más de 30 años y cómo ha evolucionado.
En 1988, el Patronato de Teatros y Festivales de San Sebastián, luego se reconvirtió en Donostia Kultura, contaba entre sus actividades con 'Los lunes del Principal', donde se proyectaba una película semanal «con una programación que era un despropósito, incluía ciclos como 'El amor en el cine', y con un folleto que todavía lo era más», en palabras de Jesús Angulo, uno de sus responsables de esa pequeña publicación junto a Sara Torres y Peio Murgiondo. Entre los tres propusieron al director del patronato, Miguel Sagüés, hacer una programación «un poco más seria » trimestral.
Para dar cuerpo a esa idea, Sagüés convocó una reunión en la que apareció un chavalito que dirigía el cineclub King Kong de Errenteria. Era José Luis Rebordinos, el actual director del Zinemaldia. «Tenía las cosas tan claras que no hablamos ninguno», recuerda ahora Angulo. «No había ni multicines», añade el aludido, «era una ciudad bastante páramo y necesitaba una programación no comercial». Los dos hacen hincapié en «la libertad que nos dieron desde el principio».
La sorpresa llegó ya con el primer ciclo sobre el expresionismo alemán, con 21 películas, y con prácticamente todas las entradas vendidas. «Esperábamos que funcionara porque había un espacio para ello, pero no ese éxito. Se iba a hacer en una sala del Victoria Eugenia, pero se trasladó al Principal», que se convirtió en la sede de Nosferatu hasta el traslado a la sala de Tabakalera hace un par de años. Las proyecciones eran los miércoles y a la salida se formaban improvisadas tertulias. Pero estos entusiastas cinematográficos detectaron que ese público «era de cierta edad» y consideraban imprescindible atraer a los jóvenes. Así surgió la Semana de Terror, impulsada sobre todo por Sara Torres «que era un fanática del género». Echando la vista atrás, Rebordinos comenta que «me hace mucha ilusión ver a chavales que iban a las primera ediciones del Terror hacer cola ahora en el festival grande. También seguir viendo que Nosferatu, el Terror y la Unidad de Cine en general funcionan de maravilla con Josemi Beltrán después de marcharme. Ese 'nacido para no morir' de momento sigue muy vivo».
Jesús Angulo
José Luis Rebordinos
Txema Muñoz
Josemi Beltrán
Carlos Plaza
Una pregunta es obligatoria. ¿Por qué el nombre de Nosferatu? «Queríamos que tuviera una sola palabra y ligarlo al primer ciclo, el del expresionismo alemán. Tomamos el título del filme de Murnau, que significa el no muerto», explica Angulo.
En esos primeros años también nació una experiencia, apunta Muñoz, que fue Los tiempos del cine español, con un recorrido muy corto porque no tuvo ningún éxito. «Éramos muy osados, nos atrevíamos a cualquier cosa».
'Cary Cooper' y 'D. W. Griffith y el nacimiento del cine americano' fueron otras de las retrospectivas que organizaron antes de que la programación tomara su verdadera forma. La primera publicación que salió a la luz bajo el nombre de Nosferatu fue 'Alfred Hitchcoock en Inglaterra', en octubre de 1989. El siguiente ciclo fue 'El sexo que habla I' y nunca llegó a haber el II, no por temas de censura, puntualizan, a pesar de la polémica que rodeó al primero, con el concejal Gregorio Ordóñez y el autor teatral Rafael Mendizabal como máximos exponentes de las voces en su contra: «Decían que era cine pornográfico, cuando solo había cinco películas que sí eran porno. Había hasta alguna bíblica», apunta Txema Muñoz, actual responsable del programa Kimuak y en Nosferatu prácticamente desde el inicio. También es cierto que ellos alimentaron un poco la polémica anunciando el ciclo como «un recorrido por algunos de los títulos más calientes de la historia del cine».
Entonces «éramos jóvenes, con un pensamiento de izquierdas y teníamos un punto con ganas de provocar porque nos parecía fundamental generar debate. Ahora, seguro que no podríamos hacer muchas de las cosas que hicimos antes», asegura el responsable del Zinemaldia.
Por lo general siempre han estado de acuerdo sobre qué temas o qué directores programar y si algún ciclo no ha salido ha sido porque las circunstancias no se han dado. «Colaboramos con la Filmoteca de Valencia o el Centro Gallego de las Artes de la Imagen y dependíamos de ciclos que ellos no hubieran hecho para complementarnos», explica Carlos Plaza, que entró en la programación en 1994. «Hay que tener en cuenta que ahora todo es digital, pero antes no era tan fácil encontrar películas en 35 mm y en ocasiones teníamos que recurrir a coleccionistas particulares como T. A. G. Gallagher, que nos dejaba las cintas gratis a cambio de que lo invitáramos a venir e igual eran copias únicas en el mundo». Además, en los primeros tiempos de Nosferatu era más complicado porque tenían un presupuesto muy bajo y para escribir sobre algunas películas a penas había información.
Han sido muchas las personas que les han ayudado en esta larga trayectoria, pero recuerdan especialmente a aquellos que les apoyaron en los primeros tiempos, cuando Nosferatu carecía del prestigio actual.
Empiezan por Luis Bergua, presidente entonces del cineclub Kresala, «con el que contratábamos muchas películas de 16 mm. Es una figura clave en el cine de esta ciudad y desde lo público debería reconocérsele». También fue fundamental la colaboración de José Antonio Hurtado, jefe de programación de la Filmoteca de Valencia.
Autores de reconocido prestigio como Román Gubern o Fernando Savater fueron claves para que una revista tan joven pudiera contar con firmas de renombre. Ahí escribieron gente como Cabrera Infante, Javier Marías, Vicente Molina Foix, Eduardo Haro Tecglen. También se refieren a Carlos F. Heredero, el historiador y crítico de cine.
El modelo de revista de colectiva de varios autores «se ha copiado e incluso ha alcanzado status de culto», reflexiona Josemi Beltrán que recuerda «cuando iba a buscar en Gasteiz los números, algunos de ellos míticos y algunos que se venden por mucho dinero». En varios casos, como se agotaron, se vendieron fotocopiados.
También están aquellos que asistían a las primeras sesiones y han convertido el cine en su profesión. Angulo cita con cariño nombres como Julio Medem o Jon Garaño. «Me han dicho que descubrieron el cine con Nosferatu, que el miércoles era el día especial de la semana». Y no solo eso, además es la razón para muchos de que ahora en Donostia triunfen películas de directores como Wong Kar Wai y que en ocasiones trabajos de realizadores independientes consigan mejores cifras absolutas aquí que en Bilbao, por ejemplo. «Aquí se ha podido ver media historia del cine». A esa reflexión de Rebordinos, Carlos Plaza que trabaja en la Unidad de Cine de Donostia Kultura, añade que «entre todos nos hemos complementado con la programación de cineclub como Kresala o con ciclos del Zinemaldia».
Josemi Beltrán reivindica el papel que cumple ahora Nosferatu, que trabaja en colaboración con la Filmoteca Vasca, porque «a pesar de las plataformas, sigue habiendo un vacío en el cine clásico». Para muestra el último ciclo, dedicado a Buñuel, todo un éxito de público. «La gente va a los grandes clásicos como Raoul Walsh. Le gusta la pantalla grande, aunque ahora las televisiones sean más grandes», sentencia Muñoz.
Como dice el responsable de la Unidad de Cine de Donostia Kultura, Josemi Beltrán, Nosferatu como publicación es un referente y tiene recorrido propio al margen de la programación de las películas del ciclo. Nació en 1989 como revista y tuvo ese formato durante 56 números con títulos como 'Cine japonés' (1993), 'Ciencia-ficción USA años 50' (1994), 'Yasujiro Ozu' (1997), 'King Vidor' (1999), Kenji Mizoguchi (1999), 'El joven Ford' (2002) o el último, 'Nuevo Cine Coreano' (2007). A partir de entonces se convirtió en libro dada la envergaura que estaba tomando y para permanecer más tiempo en los estantes de las librerías. 'Raoul Walsh' fue el primer título.
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