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Detalle de 'Salomé con la cabeza del Bautista', que está en la colecciones reales desde 1666. Patrimonio Nacional
El claroscuro más luminoso de Caravaggio

El claroscuro más luminoso de Caravaggio

El Palacio Real expone en un lugar preeminente 'Salomé con la cabeza del Bautista', una de las cinco telas del genio barroco que se conservan en España

Lunes, 14 de febrero 2022, 16:10

«Es un auténtico titán qué revolucionó la pintura». Así se refiere Leticia Ruiz, directora de Colecciones Reales de Patrimonio Nacional, a Michelangelo Merisi Da Caravaggio (Milán, 1571- Porto Ercole, 1610), el influyente maestro del claroscuro. El Palacio Real tiene uno de los cinco cuadros que se conservan en España del genio italiano, 'Salomé con la cabeza del Bautista', una fabulosa tela de madurez que no se había visto en los últimos años y que exhibe ahora en un espacio privilegiado: el Gabinete de Estucos.

Los otros 'caravaggios' españoles son 'Santa Catalina de Alejandría' (Museo Thyssen), 'David vencedor de Goliat' (Museo del Prado), 'San Jerónimo penitente' (Monasterio de Monserrat), y 'San Juan Bautista' (Catedral de Toledo). Serían seis si se confirma, como parece que será, la autoría del 'Eccehomo' o 'La coronación de espinas' que estuvo a punto de subastarse por 1.500 euros hace un año. Protegido ya como Bien de Interés Cultural, su destino natural sería el Prado, si es que lo adquiere el Estado.

Caravaggio pintó en Nápoles su 'Salomé' hacia 1607, cuando el genio barroco había madurado su espectacular técnica. Es una obra tardía que compró el virrey de Nápoles, García de Avellaneda y Haro, segundo conde de Castrillo, el mismo que trajo el 'Eccehomo' a España. «Vinieron muy probablemente el mismo lote. El conde los adquirió con lo que se llamaban 'gastos secretos', un dinero de la Corona para adquirir obras de arte para los palacios de Felipe IV, y para ejercer la diplomacia cultural», explica Leticia Ruiz.

«Este cuadro nos demuestra cómo Caravaggio revolucionó la pintura. No hay un eje vertebrador que equilibre las dos partes de lienzo; rompe con la idea de los volúmenes, genera un espacio vacío muy teatral a la izquierda, cambia el sentido de la composición, de la luz y la naturaleza de las figuras. Es Caravaggio puro», destaca Ruiz de un obra documentada en el inventario de Castrillo de 1657 y que está en las Colecciones Reales desde 1666.

A salvo de las llamas

Estaba en la parte baja del Alcázar de los Austrias, lo que permitió que se salvara del destructor incendio de la Nochebuena de 1734. Se exhibió luego en el Palacio del Buen Retiro y en otros palacetes reales antes de regresar al Palacio de Oriente. La leyenda dice que la cabeza del Bautista de esta obra maestra del Barrco es un autorretrato de Caravaggio, pero las expertas no dan crédito a «una teoría muy atractiva pero no está probada». «No se parece demasiado a los retratos que conocemos de Caravaggio», dice Ruiz.

Restaurado en 2015, no se había exhibido en los últimos tres años. Su estado de conservación es «magnifico» , según la conservadora Carmen García Frías. Se le concede ahora un lugar de privilegio casi por demanda popular. «Muchos visitantes de la Colección Real que nos lo pidieron, y ahora que la 'caravaggiomanía' aumenta, era el momento de mostrar su obra maestra de una forma tan especial». Solo podrán contempla a la vez al tela entre 8 y 10 personas en el delicado Gabinete de Estucos, que se ha adecuado para acoger al legendario cuadro gracias a la fundación de Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno.

Caravaggio fue autor de apenas medio centenar de obras, por más que en los últimos años hayan aparecido algunas más atribuidas a su genio. «Le acompaña una leyenda formidable y tenemos una percepción entre romántica y novelesca de su vida. Vivió poco, no llegó a cumplir los cuarenta años y los últimos los pasó huyendo sin dejar de pintar», recuerda Ruiz.

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