Urgente Las 10 noticias clave de la jornada
Un testigo en una ventana y una pareja en el jardín. Una noticia nefasta. Página muda, una obra maestra.

Cuando el cómic de superhéroes se transforma en obra maestra

Panini Comics recupera 'La muerte del Capitán Marvel' |

Óscar Goñi

SAN SEBASTIÁN

Sábado, 24 de noviembre 2018, 17:28

Superhéroes y realidad. Dos palabras tan alejadas que jamás podrían convivir y, dentro de la segunda, como su elemento lapidario, la muerte. Y no es que los superhéroes no mueran, es que siempre lo hacen de forma heroica, salvando planetas para, habitualmente, resucitar de las ... formas más rocambolescas, poniendo a prueba la imaginación del guionista y la complicidad del lector. Hasta que un artista llamado Jim Starlin (9 de octubre de 1949, Detroit, Michigan) decidió que era el momento de cambiar las cosas.

Publicidad

El cómic, por estas latitudes, lleva demasiado tiempo luchando por ganarse el respeto, la consideración de Arte a la altura de la literatura, pintura... pelea que, en países de mayor nivel cultural, como Francia, ni siquiera es imaginable. Si esto es así, qué decir del género por el que deambulan mujeres capaces de volverse invisibles u hombres con garras de adamantium. Sujeto a los condicionantes del ritmo editorial estadounidense, que a menudo transforma el hecho artístico en una cadena de montaje, los superhéroes nunca han gozado de buena consideración por parte de los críticos, casi siempre ocupados en obras más profundas. Pero un artista llamado Jim Starlin tampoco estaba de acuerdo con esto.

Así que decidió crear una obra maestra que, todo sea dicho de paso, cambió la forma de ver a los tipos vestidos de licra antes de que Alan Moore lo hiciera con su 'Watchmen'.

Starlin, tras el casi obligado paso de juventud por fanzines, consigue que Marvel contrate su lápiz en 1972. Tras un paso breve como artista final de 'Spiderman', aterriza en 'Iron Man', donde crea a uno de los personajes más importantes de dicha editorial, un guerrero galáctico llamado Thanos, un embajador de la muerte que pronto pasa a ocupar por derecho propio un lugar en el olimpo de los villanos más carismáticos y letales. Especialista en temáticas cósmicas, la llegada de Starlin a una colección que no pasaba por sus mejores momentos, 'El capitán Marvel', en el número 25, lo cambia todo. Su extraordinario talento para narrar y un estilo de dibujo sorprendente, muy alejado de la ortodoxia, a veces hierático, siempre dado a escorzos que desafían su propio conocimiento de la anatomía, calan en el público y revitalizan las ventas de la colección en la que, pese a todo, permanecerá solo hasta el número 34. El dibujante y, después de pocos números, también guionista, no admite término medio. O se le adora, o provoca rechazo en lectores que no terminan de comprender licencias creativas que rompen con los cánones de la llamada 'casa de las ideas'.

Cuando Starlin aborda nuevos proyectos, la serie vuelve, poco a poco, a languidecer. No es la primera vez que algo así sucede, tanto más cuando tiene que competir con decenas de títulos. Años más tarde, el editor Jim Shooter decide que hay que buscar un cierre al héroe que lleva en las librerías desde 1968 y, claro está, acude a quien le dio mayor gloria.

El problema es que Shooter no buscaba matar al capitán, solo darle un descanso, quizás previo a un reinicio, como tantas veces. El problema es que Starlin no se conforma con cubrir el expediente. Y recurre a algo tan real, tan en las antípodas de los superhéroes, que ni siquiera Shooter se atreve a rechazar el trabajo. No es un enemigo, ni una supernova lo que mata al capitán, sino el cáncer.

Publicidad

Cáncer

Así que eso es 'La muerte del Capitán Marvel', una pelea interior del personaje contra su destino, del que reniega. No se rendirá, no se entregará a la dama oscura, ni lo harán el resto de quienes habitan en el universo de las viñetas a medida que la noticia de la enfermedad recorre mundos. Contarlo y hacerlo creíble, partiendo de un teatro cuyos actores son seres tan imposibles que encajarían mucho mejor en una representación burlesque, ser capaz de hacerlo, está solo al alcance de artistas de otro nivel. Como gusta decir a los americanos, es ya cosa de 'jugar en las grandes ligas'.

La belleza no está solo en un dibujo deslumbrante, ni en la insuperable paleta cromática de Steve Oliff, durante mucho tiempo el colorista más brillante de Marvel. El guion es demoledor, pleno de poesía y, sobre todo, de un amor extraordinario hacia la vida y hacia 'su' capitán, aunque fue, cómo no, el ya legendario Stan Lee junto a Gene Colan quienes lo pergeñaron. Desde la portada, con la Muerte sosteniendo a Marvel en una imagen que es 'La Piedad' de Miguel Ángel hasta la última viñeta, todo es perfecto, todo es genial. Con páginas asombrosas, manuales de estudio de ritmo narrativo, planificación, composición...

Publicidad

Hay obras que merecen ser descubiertas o visitadas de nuevo. Habrá quienes conozcan de Marvel que es una mujer, Carol Danvers, que en breve se estrena su película y que participará de forma decisiva en 'Avengers, Infinity War II', el colofón a diez años de superproducciones cinematográficas. Pero antes de ella estuvo el Capitán Mar-vell, natural del imperio Kree, cuyo nombre cambia por la pronunciación humana una vez llega a la Tierra. Vivió y murió honorablemente, y ya descansa con su creador, Stan Lee. De nuevo, Excelsior.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete los 2 primeros meses gratis

Publicidad