Reventón a la vieja usanza para escuchar a la artista catalana Rigoberta Bandini, alias de la actriz Paula Ribo cuando cambia los libretos por las partituras. Ayudó que la entrada fuera a diez euros y que la cita tuviera carácter solidario (BIZI EITB).
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La sala ... se llenó de un público juvenil que tardó segundos en ponerse de pie para bailar y cantar. No lo digo por los límites Covid, ya extintos, sino porque no suele ser habitual esa efusividad en el Kursaal. La gente disfrutó de lo lindo porque hubo canciones para ello: la afamada 'A ver que pasa', esa 'Perra' que se ha convertido en un himno del empoderamiento y el primero de sus pelotazos, 'In Spain We Call It Soledad', con el que tuvo la alegría de comenzar la velada y que sonó mezclada de estilos.
La música de la banda, que llegó en formación de ABBA con dos chicos y dos chicas, viajó entre los mundos digitales sin posarse en ninguno de ellos. Hubo tecno, pop melódico, guiños latinos y algo de rap. Todo bastante etéreo e insinuado. Cumpliendo una clara función: que las voces principales se escucharan y se disfrutaran. Decimos voces, en plural, porque el trabajo de la corista fue espectacular.
El grupo ejecutó dos curiosas versiones. La de Jaume Sisa ('Qualsevol nit') unió la delicadeza y los bombos discotequeros mientras el 'Corazón contento' popularizado por Marisol se bañó en ritmos cálidos. Bandini es buena en el tema del corazón contento. Así dejó a los oyentes del Kursaal, felices y radiantes, después de la hora de concierto.
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