A la hora de elegir un itinerario académico y profesional, Daniel Zulaika Aristi (Zarautz, 1951) dudó entre la Historia y la Medicina. Finalmente, optó por ... estudiar simultáneamente ambas carreras, si bien durante décadas el médico se impuso al historiador, y el doctor Zulaika se convirtió, entre otras cosas, en figura de referencia en la lucha contra el sida en Euskadi. La dedicación a la Medicina postergó la realización del trabajo de fin de grado de Historia, que leyó en mayo del pasado año. El tema elegido fue 'Los vascos y la primera vuelta al mundo' -«hacía treinta años que sabía que iba a ser ese», recuerda-, título igualmente de la ponencia que Zulaika, miembro de la Comisión Asesora de la Fundación Elkano 500, presentó ayer en el curso de verano 'Elcano y la primera vuelta al mundo: 500 años después', organizado por la UPV/EHU con la colaboración de la Fundación. El curso finaliza hoy con una conferencia, una mesa redonda y ocho comunicaciones orales sobre una cuestión que, durante dos días, se ha analizado desde distintas perspectivas.
- Tanto su trabajo de fin de grado como el curso se centran en la dimensión colectiva de la aportación de la primera vuelta al mundo. Detrás de Elcano, sugieren, se encuentra la realidad y la capacidad de todo un pueblo.
- Esa es una de las cuestiones que se plantea la Fundación Elkano 500, la institución oficial vasca para rememorar el quinto centenario de la primera circunnavegación. De alguna manera, la primera vuelta al mundo es un relámpago que ilumina mil años de nuestra historia. Los vascos nos lanzamos al mar en el siglo XI movidos por la pobreza y la necesidad. Este era un territorio muy duro, con poco espacio para la agricultura y la ganadería. No podemos olvidar que cuando Juan Sebastián Elcano era un niño todavía no habían llegado los productos americanos. Es difícil imaginar cómo podía sobrevivir un caserío sin patatas, sin maíz, sin alubias, sin tomate...
«Magallanes sin Elcano habría sido un pie de página en los libros de Historia»
- El mar fue la salida.
- En efecto. Teníamos madera, teníamos hierro, y durante varios siglos se produjo un espectacular desarrollo de las actividades relacionadas con la navegación, de manera que para cuando se descubre América a finales del siglo XV ya tenemos una de las flotas más potentes de Europa. El 50 % de los tripulantes que iban a América eran vascos, así como el 80% de las naves. Y esa expansión siguió hasta los siglos XVII y XVIII. Lo primero que nos planteamos es que esta rememoración sirva para entender nuestra historia de los últimos mil años.
- Y para demostrar que Elcano, aun siendo el más destacado, no fue el único vasco cuya aportación fue relevante en aquella expedición.
- Ese era el segundo objetivo: determinar cuál fue la participación vasca en la primera vuelta al mundo. Y fue muy destacada. De las cinco naos, tres son vizcaínas; de los 250 tripulantes, 31 son vascos, y constituyen la segunda comunidad más numerosa de la expedición... Podríamos volver a contar la historia de Elcano, mil y una veces contada, pero nos queremos centrar en el esfuerzo solidario de mucha gente: constructores, carpinteros, calafates... No solo éramos marinos, sino que teníamos una tradición de construcción muy potente. Los carpinteros y los calafates, por ejemplo, eran fundamentales para que las naos se mantuvieran a flote. En las cinco naves había once, y seis de ellos eran vascos. Era cargos técnicos muy reconocidos y bien pagados, son sorpresas que te encuentras cuando vas investigando... Todos ellos tuvieron un papel relevante, y queremos poner en valor su esfuerzo.
- Hay guipuzcoanos y vizcaínos desde los puestos de máxima responsabilidad hasta las posiciones más humildes, como el grumete Pedro de Tolosa, el único guipuzcoano, junto con Elcano, que logró regresar vivo.
- Así es. Y no solo en los barcos. En la Casa de Contratación de Sevilla, que era la institución que organizaba todas las expediciones, de los tres directores dos eran vascos: Domingo de Ochandiano, de Durango, y Juan López de Recalde, de Azkoitia. La persona a la que la administración castellana manda a San Sebastián y a Bilbao a comprar armas para la expedición es Nicolás de Artieta, de Lekeitio... Eso no es casual, sino el resultado de una tradición vasca de construcción naval de cinco siglos; de unos vascos que llevan el hierro de Bilbao a Sevilla, la lana de la meseta a Europa... Fue la edad de oro de la navegación para Gipuzkoa y Bizkaia, cuando los vascos pusimos en contacto el Báltico con el Mediterráneo.
«Elcano era muy guipuzcoano: discreto, emprendedor, con la cabeza bien organizada»
- ¿Comparte la visión de quienes opinan que hemos vivido de espaldas a esa parte de nuestra historia?
- Completamente. Debemos al mar ocho siglos de nuestra historia. No se cuál puede ser en la actualidad la aportación al PIB que realizan las actividades navales, pero hace 500 años fue lo que nos permitió subsistir.
- Esa visión contrasta con la más heroica, y en cualquier caso mucho más individualista, que ha imperado hasta ahora.
- Es curioso, pero suele ocurrir: los los hechos son los mismos, pero cada generación escribe la historia de una forma distinta. Hace cien años, cuando se cumplió el cuarto centenario, la frase era 'Gloria y loor al gran navegante guipuzcoano Juan Sebastián Elcano'. Todo tenía cierto toque grandioso y romántico. Ahora las cosas han cambiado, lo estamos escribiendo de una forma diferente. En una de las comunicaciones del curso, por ejemplo, se ha tenido en cuenta el papel de las mujeres. Es una historia muy poliédrica que no está centrada exclusivamente en Elcano.
- Aun así, la rememoración también está sirviendo para conocer mejor a Juan Sebastián Elcano, que ha pasado muchos siglos a la sombra de Fernando de Magallanes, tal como estuvo en vida.
- En aquella época, eso era lo normal. El capitán de la nao era siempre un nombramiento militar. Si había cinco naos, había cinco capitanes y un capitán general. Luego estaban los maestres, que eran como los gerentes. Y de los cinco maestres dos eran guipuzcoanos: Juan de Elorriaga y Juan Sebastián Elcano. Tenían responsabilidades muy importantes, pero no eran de la nobleza, y ambos niveles estaban claramente definidos. Además de las diferencias de nivel social, son dos estilos diferentes de hacer las cosas, y la verdad es que Elcano sin Magallanes nunca hubiera dado la vuelta al mundo, y Magallanes sin Elcano habría sido un pie de página en los libros de Historia.
- Curiosamente, se llevó la gloria el que no completó la misión.
- Es cierto que, a nivel internacional, Elcano no tiene la relevancia que a nuestro juicio merece. En el Tour de Francia, por ejemplo, el que levanta los brazos y recibe los aplausos es el que llega de amarillo a los Campos Elíseos, no el jefe de filas que a lo mejor se quedó en las rampas del Tourmalet y no llegó al final. Aquí es al revés.
- ¿Eso se debe solo a una especie de 'ninguneo de clase'?
- Yo creo que hay dos factores fundamentales para que Magallanes aparezca como el gran vencedor de la primera vuelta al mundo. La primera es el hecho de que el cronista de la expedición, el italiano Antonio Pigafetta, escribe un excelente libro sobre la expedición y no nombra nunca a Elcano. Probablemente para él, un renacentista italiano de buena familia, los marineros eran invisibles, y el hecho de que Elcano se amotinara contra Magallanes tampoco ayudaría... En cualquier caso, si no apareces en una crónica es que no has estado allí, y eso a lo largo de la historia tiene unas consecuencias gigantescas. Por otra parte, Magallanes y Elcano eran completamente distintos. Magallanes es un hombre orgulloso, soberbio, excelente estratega, gran organizador... Un hombre que ha participado en muchos hechos militares, y además muere heroicamente enfrentrándose con 50 soldados a 1.800 filipinos. Como dijo José de Arteche, el mayor enemigo de Magallanes fue Magallanes.
- Y Elcano estaba lejos de ese perfil tan aprovechable para la épica.
- No, era de otra manera. Yo diría que era muy guipuzcoano. Era un hombre discreto, muy emprendedor, que con 22 años se marcha al norte de África en aquellas expediciones contra los piratas berberiscos, luego pide un préstamo y se arruina porque el rey no le paga, pero no se rinde ante las adversidades. Tampoco se rinde cuando, tras el motín contra Magallanes, le condenan a muerte y, aunque le perdonan, le ponen con la marinería encadenado... Aguanta, es un hombre resistente, con la cabeza muy bien ordenada. Cuando en septiembre de 1521 le nombran capitán de la 'Victoria' empieza a apuntar en el libro del barco los intercambios que realizaban, cosa que Magallanes no hacía; empieza a dar el rumbo a los barcos, cosa que tampoco se hacía anteriormente... Y tiene otra característica: consulta a sus hombres. Cuando están llegando al cabo de Buena Esperanza les pregunta si quieren bajar, y como la respuesta es negativa, les hace caso y siguen. Hace lo mismo en Cabo Verde, con distinto resultado, ya que deciden bajar y los portugueses apresan a 13 hombres. Hombres por los que se preocupa, ya que cuando llega a Sanlúcar de Barrameda en su carta al rey una de las peticiones que le hace es que interceda ante el de Portugal para que les libere, que es lo que finalmente ocurrió.
«Contrataría a Elcano»
- Está describiendo a un líder.
- También Magallanes lo era, pero ambos entendían y ejercían el liderazgo de manera muy diferente. Elcano tenía la confianza de la tripulación, que es la que le eligió como capitán. Es emprendedor, tiene iniciativa, consulta a sus hombres, se preocupa por ellos... Efectivamente, tiene todas las cualidades de un líder, y además cuando se propone una cosa la consigue, como tantos emprendedores que hay hoy en día en Gipuzkoa. Si yo necesitara un gerente, contrataría a Elcano.
- ¿Fueron esas características las que hicieron posible lo que parecía imposible y le permitieron regresar a España?
- Elcano, en una situación desesperada, se encuentra con un marrón gigantesco en las antípodas. Tiene que buscar la manera de traer de vuelta a la nao y a la tripulación. En esa tesitura, toma la decisión de volver a casa tomando la ruta del oeste, de la que en principio debía mantenerse alejado, porque las órdenes eran llegar por América a las Molucas y volver. Pero él era un marino práctico que sabía qué vientos y que meteorología le iban a ayudar a volver, y esa seguridad, ese liderazgo, es el que le ayudó a conseguir el objetivo. Magallanes, con toda su heroicidad, se estrella y no llega ni a las Molucas... Incluso más tarde, cuando después de cargar las especias que habían ido a buscar quedan dos naos y dos capitanes, la 'Victoria' y la 'Trinidad', con Elcano y Gómez de Espinosa al mando, respectivamente se ven dos mentalidades. Gómez de Espinosa es militar, su cualidad es la disciplina. Si el rey les ha dicho que no puede pasar por territorio portugués, no pasa. En cambio la mentalidad de Elcano es la de un marino. Lo que se plantea es cómo llegar a casa, cómo llevar a puerto a toda su tripulación y, una vez allí, contar lo que han pasado, lo que han descubierto...
«Queremos utilizar el quinto centenario para hablar sobre nosotros, sobre nuestro futuro»
- ¿En ese orden de prioridades?
- Sí. Lo primero era sobrevivir.
El legado
- ¿Cree que es posible valorar lo que sucedió hace 500 años con criterios del siglo XXI? También se están realizando lecturas críticas que afectan al propio Elcano.
- Cada uno interpreta las situaciones desde su prisma. Toda acción tiene cosas positivas y cosas no tan positivas, por lo que cada uno es libre de quedarse con los aspectos que estime oportunos. Para mí, al final, Elcano es un hombre que se encuentra a 20.000 kilómetros de casa en una situación desesperada con 45 que les están mirando y le están diciendo 'llévanos a casa'. Él toma una serie de decisiones que hacen que la expedición, pasando por unas circunstancias espantosas, vuelva a puerto. Es inimaginable cómo consiguió una sola nao, un cascarón de nuez, cruzar el Índico y pasar cinco meses sin tocar tierra en una odisea sin precedentes.
- Elcano se podía haber dormido en los laureles, pero no lo hizo.
- Cuando llegó y se difundió lo que había conseguido fue una celebridad, obtuvo mucha popularidad, pero creo que, como todo emprendedor, tenía un motor que le impulsaba a seguir buscando oportunidades para hacer negocios. Por eso vuelve a Getaria, a Portugalete, y se apunta a la segunda expedición a las Molucas, en el curso de la cual muere. Y, a pesar de ser quien era, tampoco entonces le dieron el mando... Se lo dieron a García Jofre de Loaísa, que era noble.
- A su juicio, y a juicio de la Fundación, ¿cuál debería ser el legado de los actos del quinto centenario de la primera vuelta al mundo?
- La Fundación tiene muy claro que tiene que servir para impulsarnos hacia el futuro. Debe dar lugar a una reflexión sobre lo que hemos hecho, sobre lo que fue aquella sociedad y cómo solventaron los problemas en un momento dado. Vamos a utilizar la primera vuelta al mundo para hablar sobre nosotros, sobre el futuro. No queremos quedarnos en el pasado, ni contar de nuevo la misma historia, sino proyectarnos hacia adelante y reflexionar sobre temas como la globalización, que no se ha hecho de la mejor manera posible.
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