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Los murales que el ceramista Daniel Zuloaga, (Madrid, 1852-Segovia, 27 de diciembre de 1921), desarrolló una obra monumental que analiza la experta Maite Paliza en un trabajo coordinado por el Itsasmuseum realizó en Bizkaia entre los años 1899 y 1918 han sido objeto de ... una investigación por la catedrática de Historia del Arte Maite Paliza. El libro con su análisis, presentado en el Itsasmuseum, destaca las piezas del vestíbulo del Palacio de la Diputación, el exterior de la estación de la Concordia y el Teatro Campos Elíseos, pero también el portal de la casa de Nicolás Murga en la calle Gardoki y las fachadas de las casa de Luis Ocharan entre Alameda de Mazarredo e Ibáñez de Bilbao.
«Hablamos del mejor ceramista de finales del siglo XIX y principios del XX, con un gran prestigio internacional, numerosos encargos de una clientela solvente y precios muy elevados». El creador madrileño, descendiente de una familia de empresarios eibarreses, frecuentó a Anselmo Guinea, Manuel Losada y Darío de Regoyos, entre otros. «Asimismo, mantuvo una gran correspondencia con su sobrino Ignacio Zuloaga, con el que hacía viajes por los campos castellanos». El creador, a juicio de la escritora, dispuso de dos frentes. «Por un lado, hizo muchas piezas de arte mueble, que gozaron de mucha acogida en esta ciudad y aún muchos coleccionista particulares conservan piezas, y, por otro, desarrolló la cerámica monumental».
Recorrido a pie Sábado 30, a partir de las 12.00 horas.
Precios Público general, 10 euros. Comunidad Itsasmuseum, 5 euros.
Más información komunika@itsasmuseum.eus / 94 608 55 00
Su trayectoria formal se inició en el estilo neorrenacentista con motivos muy clásicos y, a partir de 1900, se adentró en el modernismo y el regionalismo. «Luego, se introdujo en el realismo abordando el mundo de la industria con apuntes del natural y fotografías». En este apartado se incluye el mural creado para el vestíbulo de la casa del empresario Tomás Allende en Indautxu y que ha sido donado al Itsasmuseum. La obra original contaba con 54 metros cuadrados de los que se han conservado 20 divididos en cuatro escenas con motivos fabriles, portuarios y marítimos.
La extraordinaria calidad en la ejecución es una seña de identidad de Zuloaga, en opinión de la escritora. «Redescubrió técnicas de la cerámica hispanomusulmana que habían desaparecido porque la disciplina se había abandonado entre el siglo XVIII y primera mitad del XX». La relación con Bilbao comenzó en 1898 con el encargo de la Diputación, entidad para la que debía realizar más murales pero no llegó a tiempo según los plazos acordados. A esta primera incursión, vinculada al estilo neorrenacentista siguieron otras ligadas al regionalismo y realismo, como la llevada a cabo para Allende, en la que se advierten influencias del japonismo.
No sólo los arquitectos demandaron su participación en aquella etapa, conocida como la edad de oro en la renovación urbana de la ciudad. «Los promotores también requirieron sus servicios, tal y como sucedió en el caso el Campos Elíseos, para cuya fachada se diseñaron diez murales, aunque sólo se conservan dos, o el portal de Hurtado de Amézaga, 48, impulsado por Armando Otero, padre de Blas de Otero».
Los vaivenes estéticos que se pueden encontrar en su trabajo tienen que ver con los intereses de los arquitectos. «A menudo, ellos ideaban el programa iconográfico y realizaban bocetos con todo tipo de indicaciones y él sólo las materializaba», aduce Paliza y señala el caso de Manuel María Smith que le hizo tan sólo un encargo para el Palacio Orue.
La obra del artista también es abundante tanto en Cantabria como Asturias. Aunque los derribos y reformas han provocado la desaparición de algunas de sus creaciones, se conserva un porcentaje notable. «Su obra también fue solicitada en Francia, Gran Bretaña, Estados Unidos y México, pero más de la correspondiente al arte mueble».
El libro 'La cerámica monumental de Daniel Zuloaga en la arquitectura de Bizkaia' aporta una relación de todos los murales diseñados para edificios. El ensayo, coordinado por el Itsasmuseum, cuenta con el apoyo de la Diputación. El trabajo se ha basado en el archivo del creador, hoy en el Museo de Segovia, los fondos del Archivo Histórico Foral y otros de carácter municipal.
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