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Son las 23.15. Ya hemos cenado angulas y solomillo (algo más de 100 euros para los no socios, pero un día es un ... día), ya hemos aplaudido a Hilario y Eusebio Arbelaitz por su eterna inteligencia emocional a la hora de recoger el Barril de Oro y ya estamos formados ante las puertas de la sociedad Gaztelubide para comenzar el recorrido que abrirá la fiesta donostiarra. Vuelvo a disfrutar del privilegio de salir aquí como barril. El Tambor Mayor, el gran Mendi, me dice que está nervioso, tras dos años de sequía, pero feliz. Interpretamos ante la sociedad las primeras piezas, antes de iniciar el recorrido, en uno de los momentos más deliciosos de la noche: poca gente, emoción, la tensión prometedora de la noche. Y no llueve. Margarita Martín, la meteoróloga que todos los periodistas veneramos por su atenta disponibilidad, siempre cordial, no ha acertado esta vez: la mano del santo puede más que la ciencia.
00.00. Suenan las campanadas, esas uvas del blanco y azul, y suena la Marcha de San Sebastián por primera vez. Hemos llegado hasta la Plaza de la Constitución en otro desfile poco conocido y no menos emocionante, unos prolegómenos que son tan prometedores como casi todos los prolegómenos. Un humilde barril se siente aquí arriba, en la Consti, como un violinista en el concierto de Año Nuevo de Viena. Abrazos, fiesta, conexión con la gente que llene la plaza. Luego veré en tele la impresionanre innovación de las tomas aéreas con el dron. Juantxo Sardon, el creativo de Pixel, me había contado en secreto días antes lo que estaba tramando. El resultado es un éxito.
01.00. El 'después' de la Consti es otro de los momentazos poco conicidos por el gran público. Acaba la plaza y acaba la tele, pero empieza el recorrido por el Bule, la Plaza de Sarriegi, las paradas en la Artesana o San Vicente. Las filas se relajan pero la emoción aumenta. Javier García Cogorro, el Tambor de Oro invitado por Gaztelubide como tamnborrero, sigue al pie del barril (terminará todo el recorrido con la asesoría y amparo de Josemi Ayerza, ángel de la guarda festiva).
03.30. Llegamos a Gaztelubide tras casi cuatro horas y media de marcha: que sepan quienes piensan que esta es «una tamborrada que solo luce media hora en el glamour de la Consti» que luego pica mucha piedra festiva por las calles de lo Viejo. Ante Santa María hemos vuelto a vivir una de las interpretaciones más emocionantes de la Marcha y en Euskal Billera hemos brindado ante la mirada de testigos como el enorme Miguel Indurain, gau txori en sus tiempos post-bicicleta. Ya en las puertas de Gaztelubide, otra vez, nos relajamos y Sarriegui suena mejor que nunca a las órdenes de Mendi y sus brazos derechos, Joseba Garmendia y Ainhoa Olasagasti. Aún queda nucho por vivir en las 24 horas nás largas.
Al final la siempre cabal Donostia se desordena en su fiesta. Y a las cuatro de la mañana, por ejemplo, te encuentras en el parking del Bule con el alcalde Goia, que acaba de terminar su recorrido con su tamborrada, Lurgorri. «A ver si duermo unas horas antes de la Infantil y el Tambor de Oro». Herri txikia, paradisu handia. O así.
mezquiaga@diariovasco.com
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