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na firma icónica, entre las aguas de la modernidad y de la tradición. Una grafía inconfundible que ya en un primer vistazo suscita ese codiciado impacto visual: «esto es un Chillida», reconocen. Cuando el artista donostiarra decidió volcar sus esfuerzos en la obra pública y monumental a gran escala, el mundo de la publicidad no perdió a un diseñador, ganó un escultor. Un 'escultor en papel' cuyo imaginario exploró -aunque de forma menos prolífica- el diseño gráfico y la ilustración, y que hoy se traduce en emblemas comerciales de empresas, sellos institucionales e imágenes de algunos acontecimientos que marcaron una época de la historia.
Ahí quedan trabajos como el que hoy representa a la universidad pública vasca, una de sus primeras obras gráficas. Es ese 'Árbol de la Ciencia' para la UPV/EHU sobre el que reza el verso 'Eman ta zabal zazu', que tomó prestado del zortziko 'Gernikako arbola' de Iparraguirre. «Yo soy como un árbol, con las raíces en un país y las ramas abiertas al mundo».
Aguatinta, punta seca, xilografía, serigrafía, gofrado y, por encima de todo, el aguafuerte, fueron algunas de las técnicas con las que Chillida dejó su huella en multitud de dibujos, litografías y grabados. Esos que luego se adoptaron, por ejemplo, en el cartel de aquellos trágicos Juegos Olímpicos de Múnich de 1972 o en una colección de postales para Amnistía Internacional y Cruz Roja.
El particular sentido del espacio de sus piezas en acero, hierro, madera y alabastro respeta esa tridimensionalidad también sobre los dos planos. Y ejemplo de ello es su infinito muestrario de logotipos. Esos que creó y cedió para representar a Kutxa, Jakiunde, el Orfeón Donostiarra, Fundación Balenciaga, la Sociedad de Ciencias Aranzadi, la Red de Parques Nacionales, Euskaltzaindia, Burdinola, el Centro de visitantes de Leitzaran... y una extensa nómina de instituciones.
Este es el Chillida ilustrador. El mismo que una noche de 1968 compartió mesa con Martin Heidegger en una cena en St. Gallen (Suiza) de la que nació una bonita amistad que se plasmó en una edición limitada -de apenas 150 ejemplares- del ensayo 'El arte y el espacio' del filósofo alemán, ilustrada por el donostiarra.
Pero si en estas letras tildamos al maestro de 'icono pop' es principalmente por su abrumador éxito comercial. Como ya hicieran antes el plátano de Warhol, el Che Guevara, The Ramones o Marilyn, las obras de Chillida pasaron por los filtros del 'pop art' en forma de prendas de Zara.
A comienzos de 2020, la popular firma de Inditex lanzó una colección cápsula y limitada de camisetas y sudaderas para hombre con estampados con cuatro piezas del artista. 'Múnich', 'Ibiza', 'Londres' y 'Poema de Parménides' fueron las protagonistas de esta colección primavera-verano que, por primera vez, comercializaban el trabajo del artista donostiarra sobre el algodón (y a un 'económico' precio de 19,95 euros). La revolución fue tal que en la tienda del centro comercial San Martín de Donostia las existencias se agotaron en apenas tres horas.
Chillida, en definitiva, como exponente de la libertad creativa bajo todas sus formas, más allá de las fronteras del arte, transversal a cualquier generación, una inspiración presente.
Texto Carlos Rodríguez Vidondo
Narrativa visual y diseño Izania Ollo, Beatriz Campuzano y Maider Calvo
Edición de vídeo Ainhoa Múgica y Dani Soriazu
Desarrollo Gorka Sánchez
Edición Jesús Falcón
Material audiovisual Chillida Leku, archivo Eduardo Chillida, Fundación Maeght y Susana Chillida
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