Homenaje de Arconada y Remiro

El portero que achicaba la portería

Luis Arconada y Alex Remiro peregrinan a Chillida Leku a encontrarse con la obra de Eduardo Chillida y cerrar los tres vértices de un lugar mitológico, la portería de la Real Sociedad, «el único espacio tridimensional del fútbol», sobre el que el escultor y antiguo guardameta blanquiazul nunca dejó de pensar mientras trabajaba con sus manos

Domingo, 7 de enero 2024, 07:00

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Eduardo Chillida siempre trabajó con las manos y nunca dejó de pensar. Así explicaba el artista su relación con el fútbol:

«El campo de fútbol es una superficie tridimensional en la cual ocurren una serie de fenómenos, pero da la casualidad de que entre el marco de la portería y el área se da un espacio bidimensional, es un diedro, y ahí es donde un buen portero, probablemente, necesite las mismas condiciones que necesita un buen escultor».

B

ajo la portería de la Real y ante una pieza de hierro, de alabastro, de granito o el papel en blanco. Fue el guardameta de la Real en la temporada 1942/43. Tenía 19 años y fue la sensación. «Volaba», decían las crónicas sin intuir que eso, volar, formaba parte del imaginario del portero, de su relación con el tiempo y el vacío que acabaría por ser el hilo conductor de su vida. Una lesión de rodilla dejó su carrera deportiva reducida a 14 partidos, pero su paso por ese lugar mitológico que es la portería de la Real dejó poso.

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Por el prado de Zabalaga pasean dos hombres que ven el mundo con las manos, igual que Chillida. Si la portería es, como sospechaba, un prisma tridimensional, Luis Arconada y Alex Remiro cierran los tres vértices que imaginó el escultor. El gran portero de la historia y el ocupante actual de ese lugar privilegiado, Alex Remiro, se citan en Chillida Leku para una visita cargada de simbolismo. «El puesto de portero es diferente a los demás», resume Arconada. Entre las esculturas, la afirmación cobra todo su sentido.

  • Eduardo Chillida, en el campo de Atotxa en una imagen de 1992. USOZ

Chillida descubrió bajo el larguero que el portero está abocado a analizar toda una serie de situaciones que se producen en un lugar «donde ocurren todos los fenómenos verdaderamente activos del fútbol. El portero tiene que desarrollar una relación con esos dos misterios: el espacio y el tiempo». Chillida se dio cuenta de que mientras sus compañeros se enfrentaban a una problemática de dos dimensiones, él debía ocuparse de una tercera.

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Cuentan que cuando le iban a lanzar un penalti marcaba con los tacos de las botas una línea perpendicular a la raya de gol pero no centrada, sino ligeramente desplazada a un lado. Así trataba de sugestionar al delantero, haciéndole ver que había más espacio a un lado que a otro e invitándole, de esta manera, a disparar por ahí de tal modo que él pudiera anticipar el remate, lanzarse y atajar el tiro. Los delanteros, por regla general, no estaban versados en este tipo de reflexiones y disparaban por donde mejor les parecía, pero Chillida se armaba con ese experimento espacial para tratar de sistematizar algo tan aleatorio como la decisión de un futbolista ante un punto pintado a once metros de la portería.

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Chillida fue pionero en teorizar algo que hoy es natural en el juego de los porteros: achicar espacios. Descubrió que saliendo al encuentro del avance de un rival agrandaba su propia figura, reducía el tamaño de la portería y alteraba la percepción del atacante.

Nadie se plantea ya la cuestión en estos términos en el fútbol actual, pero el último Campeonato del Mundo se ganó gracias a este principio espacio-temporal, cuando en la última jugada de la prórroga el portero de Argentina, Emiliano Martínez, salió a achicar el espacio al delantero de Francia Randal Kolo Muani y cubrió su arco de forma asimétrica: «Dejé voluntariamente -explicó después- un poco de espacio a mi izquierda y le invité a chutar por ahí». Cosa que hizo el francés, para que Martínez evitase el 4-3 y enviase la final a la tanda de penaltis y al triunfo de Argentina.

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«Añoraba el fútbol», recuerda Arconada

La portería de la Real es un espacio mítico construido a lo largo del tiempo y elevado a lo más alto por la figura incontestable de Luis Arconada. El gran capitán del equipo campeón, alzado, perfil y planta del puesto de portero, conoció bien a Chillida. «Una trayectoria como la suya es impresionante. No hay palabras para describir lo que ha sido Eduardo en el mundo del arte. La pena es que tuvo esa lesión. Dejó el fútbol y, lógicamente, lo añoraba, pero dentro de su nueva faceta indudablemente ha sido un referente dentro del mundo del arte».

El pensamiento de Chillida era único y Arconada reconoce que «no hablábamos de esas cosas, hablábamos de temas generales», pero destaca que el escultor fue «cercano. Siempre siguió a la Real».

  

Asegura que «la portería de la Real ha sido un referente y esperemos que continúe así, por el bien de la Real. Es un puesto complicado. Muchas veces tienes pocas ocasiones de intervenir durante el partido y debes estar atento porque un fallo, un gol, puede ser importante. Ahora se meten pocos goles. Alex Remiro anda bien, está muy asentado en la Real y todo lo que sea que él esté bien para la Real será mucho mejor».

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Remiro: «Fue especial»

El meta navarro, muy interesado en la figura de Chillida, destaca que fue «una persona especial, que también fue portero, un puesto especial, y acabó siendo uno de los mejores en algo tan especial como es el arte». Remiro, sobre la perspectiva única que tiene el portero, reconoce que a veces «da para pensar lo que representamos mientras jugamos. La figura del artista con la del portero, el trabajo con las manos, la percepción de dónde estoy, qué soy, dónde me ubico, qué quiero representar, van relacionadas».

Cree que hay correspondencia en lo relativo a «la toma de decisiones, cómo interpreto la situación, cómo la leo. Es un puesto diferente, donde el factor de riesgo es altísimo y por eso estamos hechos de otra pasta». Remiro valora la importancia de ser portero en la Real. «Me siento un privilegiado por que me toque ahora llevar el dorsal 1 y lo hago de una manera muy educada y respetuosa, intentando igualar los valores de la gente que lo llevó antes que yo».

Arconada y Remiro caminan entre las esculturas de Chillida y hablan. Es mejor dejarles solos; ellos se entienden. En su idioma. El idioma de los porteros. El idioma del tiempo y del espacio.

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Créditos

  • Texto Iñaki Izquierdo

  • Narrativa visual y diseño Izania Ollo, Beatriz Campuzano y Maider Calvo

  • Edición de vídeo Ainhoa Múgica y Dani Soriazu

  • Desarrollo Gorka Sánchez

  • Edición Jesús Falcón

  • Material audiovisual Chillida Leku, archivo Eduardo Chillida, Fundación Maeght y Susana Chillida

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