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La exposición 'Topalekuak' de Tabakalera.

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La exposición 'Topalekuak' de Tabakalera. Lobo Altuna

Tabakalera presenta 'Topalekuak', una exposición que congrega obras de Chillida y de artistas contemporáneos

La muestra, que se podrá visitar hasta el próximo 6 de octubre, acoge las creaciones de siete artistas locales e internacionales junto con algunas piezas del propio escultor

Iker Elduayen

San Sebastián

Jueves, 20 de junio 2024, 16:05

Chillida y artistas jóvenes se fusionan en Tabakalera en la exposición 'Topalekuak'. Abierta al público a partir de este viernes, la muestra aúna varias piezas del escultor vasco con siete creaciones de artistas locales e internacionales. En el marco de las celebraciones por el centenario de Eduardo Chillida, esta cita propone un espacio de diálogo entre ambas generaciones, buscando generar un punto de encuentro de «reflexión en torno a la intuición como elemento de búsqueda, la conexión con el lugar y otras formas de conocimiento más sensibles y sensoriales como metodologías de trabajo».

Con la colaboración del Museo Chillida Leku, la Fundación Eduardo Chillida-Pilar Belzunce y de la familia del artista, que ha facilitado el acceso a la obra del escultor, agradecimiento que destacan las instituciones organizadoras, es la comisaria e investigadora Soledad Gutiérrez quien ha dirigido el proyecto e invitado a artistas de diferentes disciplinas, tanto de origen local como internacional, a adentrarse en la obra artística del escultor vasco, con el fin de crear nuevas obras de arte que dialoguen con su trabajo. «Partiendo de un lenguaje central, pretenden regenerar y mantener vivo el legado artístico de un clásico como Eduardo Chillida», asegura Clara Montero, directora cultural de Tabakalera.

Mireia Massagué, responsable del Museo Chillida Leku, considera «enriquecedora» la fusión de los grandes nombres con los de los innovadores que aportan nuevas perpectivas sobre arte y que crecen gracias al legado del escultor: «Es una gran oportunidad para que la savia nueva se acerque a la obra de Chillida». Elena Aitzkoa, Josu Bilbao, Laia Estruch, Sheroanawe Hakihiiwe, Juf (Bea Ortega Botas y Leto Ybarra), Christian Salablanca Díaz y Marianna Simnett son los artistas que han participado con sus obras, algunas especificamente creadas para la ocasión, en la muestra artística, además de las piezas del propio Chillida.

«Fascinación» por el acceso a la obra de Eduardo Chillida

El artista Christian Salablanca Díaz (Costa Rica, 1990) explora, en las piezas que conforman 'Con las palmas de las manos, con las plantas de los pies', «la activación de la memoria mediante la vibración». Un uso de instrumentos musicales simples que unen varias de las tradiciones vascas con las centroamericanas, haciendo de la fusión cultural y de los recursos naturales un equilibrio y, al mismo tiempo, un guiño a 'Los dibujos vegetales' (1946-1951'), del donostiarra. El costarrincese se mostraba «fascinado» por la obra de Chillida, la cual ha podido conocer, físicamente, «por primera vez, puesto que a Costa Rica únicamente habían llegado copias e imprsos de la misma».

El conjunto Juf, formado por Beatriz Ortega Botas (Oviedo, 1990) y Leto Ybarra (Madrid, 1991) presentan la instalación 'Sokasalto', formada por una cuerda, motor y metracrilato, que pretende fusionar el cuerpo y el lenguaje. «Exploran cómo el lenguaje puede arraigarse y afectar un espacio específico, y cómo se desarrolla un discurso anclado en tiempo y lugar». La obra, especialmente creada para la muestra, es una comba monitorizada que, al tocar el suelo, traduce, en ritmo, los signos de puntuación. Un ejercicio de reflexión, mediante el movimiento y el golpe sonoro, sobre la invocación del cuerpo y los factores de poder que unfluyen en el lenguaje, «ofreciendo una exploración profunda de la relación entre ritmo, espacio y significado».

Los artistas Josu Bilbao y Elena Aitzkoa, la presencia vasca

El sello euskaldun en la exposición corre a cargo del bermeotarra Josu Bilbao (1978) y de la apodakarra Elena Aitzkoa (1984). El primero, en el conjunto de elementos escultóricos 'Asàska' «explora los fenómenos fonético-acústicos del habla, como el acento y la entonación, relacionándolos intuitivamente con la escultura», mientras elaabora volúmenes a partir de vaciados que proponen reflexionar sobre «lo colectivo y el papel de la oralidad en la memoria y la transmisión cultural». Por su parte, Aitzkoa presenta un conjunto de esculturas, «en línea con la luz», que integran elementos naturales con un enfoque sensorial y poético, que han tenido muy en cuenta el espacio. Una recreación de un paisaje que evoca a los seres que son invocados mediante los dibujos y los restos naturales que forman parte de las propias piezas escultóricas.

La IA, la mitología vasca, las tradiciones, en conexión con la obra de Chillida

La venezolana Sheroanawe Hakihiiwe (1971) es otra de las propuestas de la muestra. Afincada en la natural Pori Pori, una comunidad yanomami en el Amazonas, centra sus creaciones en el rescate de la tradición oral y las voces ancestrales de su entorno natural. Su aportación a 'Topalekuak' consiste en una serie de dibujos, «donde el carácter espiritual de animales, ríos y plantas se entrelaza en una narrativa sagrada, destacando la conexión esencial con la naturaleza».

La otra conexión con la ancestralidad e incluso la mitología vasca «las lamias vascas» (de inspiración para la artista), viene de la mano de Laia Estruch (Barcelona, 1981) que recupera en 'Sibina' (2009) los bebederos de animales que, a través de la performance, pasan a transitar de un estado terrenal a otro más acuático, guiado por un poema, que por primera vez por escrito, se expone en público. En él, construye un relato basado en la tradición oral, protagonizado por diferentes figuras femeninas. Es conjunto y constante el «trabajo sonoro entre el aire y el agua», que confluye y guía el protagonismo de la obra.

La última instalación es 'Blue Moon' (2022), es audiovisual y creación de Marianna Simnett (1986), que presenta una figura femenina en un paraje natural teñido de azul tecnicolor. «Su cuerpo se transforma sin cesar mediante un algoritmo de inteligencia artificial. Una naturaleza saturada que no busca ser romantizada, sino ser un espacio de reflexión crítica sobre la tecnología en todas sus formas, desde los procesos artesanales hasta aquellos generados por ordenador».

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