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Sergio Carracedo
Jueves, 2 de noviembre 2023, 19:24
Queda mucho por saber acerca de los conflictos bélicos que tuvieron lugar durante el Neolítico europeo (hace aproximadamente entre 9.000 y 4.000 años). Hasta ahora se pensaba que estos enfrentamientos consistían en incursiones cortas que duraban unos pocos días y que involucraban a pequeños grupos de hasta 20 o 30 personas, y por lo tanto, se suponía que las sociedades neolíticas carecían de las capacidades logísticas para sostener conflictos más largos y a mayor escala. Algunas investigaciones sugieren que el primer conflicto a gran escala en Europa ocurrió en la batalla de Tollense, en la actual Alemania, durante la Edad del Bronce (1250 a. C.), ya con armas de metal, en el que pudieron haber participado unos 4.000 combatientes.
Sin embargo, la investigadora Teresa Fernández-Crespo y sus colegas, entre ellos varios arqueólogos y forenses vascos, han examinado los restos óseos de 338 personas inhumadas hace 5.000 años en una sepultura colectiva en la actual Rioja Alavesa en busca de evidencias de lesiones curadas y no curadas para profundizar en este asunto. Y sus conclusiones son esclarecedoras.
Las lesiones sufridas por algunos de los 338 individuos enterrados en el yacimiento de Laguardia «sugieren que muchos de ellos pudieron haber sido víctimas de un período de guerra, ocurrido mil años antes del primer conflicto a gran escala conocido en Europa», explica esta investigadora de la Universidad de Valladolid.
El estudio, publicado este jueves en Scientific Reports del grupo Nature, ha sido dirigido por Teresa Fernández-Crespo, del Departamento de Prehistoria de la Universidad de Valladolid, y se ha hecho en colaboración con científicos de universidades de Oxford, País Vasco y Cantabria, entre otras. En él, los autores indican que tanto el número de personas con lesiones esqueléticas como el porcentaje desproporcionadamente alto de varones afectados sugieren que las lesiones fueron el resultado de un período de conflicto organizado, que pudo haber durado, al menos, varios meses.
El nuevo examen realizado a este conjunto esquelético ha dado como resultado que los 338 individuos inhumados en el lugar presentaban evidencias de 65 lesiones no curadas y 89 curadas, que afectaban al 45% de varones adolescentes y adultos registrados en el sitio. El hecho de que la mayoría de las heridas no curadas se registraban en hombres sugiere que muchos varones actuaron como combatientes y posiblemente murieron en batallas y ataques.
Todos los restos analizados proceden del enterramiento de San Juan Ante Portam Latinam, localizado en un abrigo bajo roca de la localidad alavesa de Laguardia, con una antigüedad datada por radiocarbono de 5.400-5.000 años. En el lugar se han descubierto también 52 puntas de flecha de sílex, de las cuales, al menos, 41 tenían huellas de haber impactado en tejidos, ha puesto de relieve la investigación. A ello se suma la superposición desordenada y entrelazada de muchos de los cuerpos depositados, incluidos principalmente hombres, pero también mujeres y niños, que estuvieron involucrados en un conflicto.
Los autores encontraron que el 23,1% de los individuos tenía lesiones esqueléticas, y el 10,1% tenía lesiones sin curar, unas tasas de lesiones sustancialmente más altas que las estimadas para ese momento (7-17% y 2-5%, respectivamente).
También encontraron que el 74,1% de las lesiones no curadas y el 70% de las heridas curadas habían ocurrido en hombres adolescentes o adultos, una tasa significativamente más alta que en las mujeres, y una diferencia no observada en otros sitios europeos de mortalidad masiva del Neolítico.
La tasa general de lesiones, la mayor tasa de lesiones en los hombres y los daños observados en las puntas de flecha sugieren que muchas de las personas enterradas en este yacimiento estuvieron expuestas a la violencia y pudieron haber sido víctimas del conflicto. Según los autores, entre quienes se encuentran los arqueólogos alaveses Javier Ordoño y José Ignacio Vegas, el hecho de que algunos individuos combinan heridas curadas y sin curar sugiere que el conflicto se prolongó durante varios meses.
Por todo ello, estos expertos apuntan que este yacimiento alavés es «uno de los sitios más prometedores para representar el mayor enterramiento relacionado con la violencia a gran escala conocido en el Neolítico europeo». En él se encontraron centenares de cuerpos enterrados con una mínima capa de tierra y con múltiples heridas de distinto carácter. El estudio también ha verificado «acciones de violencia a distancia», sugerido por las heridas de proyectil, lo cual es inusual en otras masacres neolíticas europeas, en las que las lesiones craneales, resultado de combates cuerpo a cuerpo, son predominantes.
«Las razones del conflicto no están claras», pero los autores especulan sobre «varias causas posibles». «Es posible que la violencia letal se desatase debido a una tensión o competencia entre diferentes grupos culturales con modos de vida y prácticas funerarias distintas, en un contexto de alta presión poblacional».
La existencia de heridas por puntas de flecha y otros signos esqueléticos de violencia, como traumatismos craneales o fracturas, en otros sitios contemporáneos de Rioja Alavesa respalda la idea de que «existió violencia permanente y organizada entre comunidades rivales. «Esto, junto con las evidencias esqueléticas e isotópicas compatibles con estrés biológico y desnutrición y con la movilidad fija en la región, sugiere impactos sociales más amplios en un grado que no se ha visto previamente en el registro neolítico europeo», concluyen.
El yacimiento de San Juan Ante Portam Latinam fue descubierto de forma casual al ampliarse un camino agrícola a unos dos kilómetros al sudeste de Laguardia y próximo a la laguna de Carralogroño. Su curioso nombre hace referencia a una antigua Cofradía que existió en la villa y que poseía viñas en ese lugar.
Fue un abrigo natural de pequeñas dimensiones utilizado como sepultura colectiva hace unos 5.000 años. La singularidad del enterramiento se debe a lo atípico del lugar elegido, al alto número de individuos, 338, y al número de heridas por punta de flecha y otras señales de violencia que se aprecian en los restos humanos. Uno de los cuerpos presenta una flecha de sílex clavada en la pelvis, por ahora caso único en el País Vasco y uno de los pocos de Europa.
Además de los huesos hallados se recuperaron útiles líticos y óseos, así como objetos de adorno personal. Acompañan a estos elementos algunos restos de animales entre los que destaca el cráneo de un perro con huellas de decapitación.
El lugar exacto del yacimiento se encuentra señalizado y el material encontrado está depositado en el Museo de Arqueología de Álava Bibat, en Vitoria.
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