Esther Ferrer: «Yo en el arte hago lo que quiero sin más límite que mi responsabilidad»
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La creadora regresa a Donostia para inaugurar el próximo día 5 la nueva sala de exposiciones de TabakaleraEsther Ferrer regresa a San Sebastián para inaugurar con su muestra'Otras variaciones' el próximo día 5 la nueva sala de exposiciones de Tabakalera. La muestra, que reúne peformances, instalaciones, collages, objetos y pintura mural, ofrece una doble vertiente: el ... cuerpo en escena, por un lado; las matemáticas, los números y el lenguaje, por otro. Ferrer (Donostia, 1937) considera que una vez que el espectador ha entrado en contacto con la obra, «lo mejor que puede hacer el autor es desaparecer». La artista donostiarra rechaza cualquier obligación, «excepto los compromisos que yo elijo» y defiende su absoluta libertad creadora, sin más límites que «mi responsabilidad. No tengo que justificar lo que hago, es mi vida», señala.
– ¿Qué le parece el nuevo espacio expositivo?
– Me parece bien. Es clásico. Un cubo blanco en el que se pueden poner las obras. La iluminación está bien... Bueno, como entra el sol a alguna hora del día, eso supone un riesgo pero hay persianas que quitan completamente la luz. Lo que pasa es que como me gusta mucho la luz natural y en estas salas hay mucha, pues el espacio está muy bien. Ymás para lo que voy a exponer.
– ¿Y el hecho de que la hayan elegido para inaugurarlo?
– Estas cosas me dan mucha responsabilidad. Tengo una sensación de que tengo que aceptar más responsabilidades y eso me agobia. Luego las cosas se hacen, pero cada vez que me llaman –y yo nunca propongo nada– me siento cada vez más responsable.
– ¿Y cuál fue la propuesta de Tabakalera?
– Si recuerdo bien, me dijeron simplemente que iban a inaugurar esta sala y que habían pensado en mí para hacer la primera exposición. Me preguntaron si aceptaba y acepté.
– Y viene con 'Otras variaciones'...
– Está muy bien pensada por las comisarias –Laurence Rassel y Mar Villaespesa– y la gente de Tabakalera. Hay una parte performativa que la gente puede activar si quiere, a partir de una partitura que estará en el muro, y realizar su propia performance. Hay una instalación de números primos. Muestro el proceso de trabajo, que es algo que a mí me gusta mucho ver en otros artistas o leer la primera versión de una obra de un escritor. La verdad es que el trabajo realizado en el estudio es una chapuza. En el suelo estará la obra terminada y luego, las maquetas que preparé para otras exposiciones, en el Reina Sofía, en Fuenlabrada y para la propia Tabakalera.
– La performance que realizó en la plaza de la Constitución en 2016 también giraba en torno a los números, en aquel caso, de inmigrantes muertos en el Mediterráneo. ¿Qué le transmiten los números?
– La escritura física ya me gusta mucho. Nunca había pensado en hacer nada con números, esto fue una derivación de unos trabajos de los años setenta en los que pasé de los dibujos a las maquetas. Corría el riesgo de amanerarme y decidí buscar un sistema que me condicionara. Busqué caminos y una vez soñé que nadaba en un mar de números. Un sueño extraño. Y cuando me desperté, los números que aparecían en mi cabeza era 3, 5, 7, 17... Números primos. Fibonacci es fácil, es previsible: cada término es la suma de los dos anteriores (0, 1, 1, 2, 3, 5, 8, 13, 21 y 34...) Puedes estructurarlo, pero a día de hoy no se sabe cuándo va a aparecer un número primo – es el número que tiene únicamente dos divisores distintos: él mismo y el 1–.
– ¿Cuándo da por finalizada una obra?
– Es difícil. A veces depende del espacio. Y cuando no sé si está terminado o no, la dejo y ni me acuerdo durante algún tiempo. Y de repente, un día la veo y decido añadir algo o darla por finalizada. Decide ella sola.
– La suya es una trayectoria dilatada. ¿Se ve reconocida en las obras que realizó en el pasado?
– Sí porque performances, números primos e instalaciones espaciales los sigo haciendo. Han evolucionado, como yo misma. Hay performances que hoy no podría hacer porque requieren mucho esfuerzo. Mi trabajo, que es muy diverso, siempre puedes situarlo en una de mis diferentes líneas, a veces unas más que otras. Por ejemplo, cuando trabajo con los números primos llega un momento en el que lo tengo que dejar porque es algo completamente obsesivo.
– Respecto a los años setenta, ¿ha perdido el público curiosidad? ¿Quizás audacia?
– No lo sé. Yo hago las exposiciones y desaparezco. Voy el día de la inauguración y a desmontarla.
– ¿No lo pica la curiosidad respecto a la recepción entre el público?
– No y además creo que en el arte lo importante es el diálogo que estructura el espectador con la obra y en ese momento, lo mejor que puede hacer el autor es desaparecer. Yo explico muy poco lo que hago. Lo que me interesa es que la gente entienda lo que sea, aunque lo rechace. Hombre, a algunos les pica la curiosidad o se enfadan y dicen:'Esto, ¿qué es?'
– ¿Cómo reacciona ante esos recelos?
– Yo creo que todo el mundo tiene derecho a decir lo que le dé la gana. Yo hago lo que quiero en arte, sin ningún límite, excepto mi propia responsabilidad para hacerlo lo mejor que puedo, aunque al final sea una chufa. Ésa es mi única responsabilidad. Y luego está el público, que tiene el mismo derecho que yo. ¿Por qué le va a gustar o interesar? A lo mejor no le interesa para nada. Si me pregunta, intento responder, pero nunca dando explicaciones.
Título: 'Otras variaciones. Esther Ferrer'.
Fechas: del 5 de abril al 6 de mayo.
Comisarias Laurence Rassel y Mar Villaespesa.
Lugar: Tabakalera.
– ¿Desnaturalizan la mirada del público las explicaciones?
– No, la mirada es múltiple, somos todos diferentes. ¿Por qué todo el mundo va a entender lo mismo sobre una obra? Por ejemplo, en el caso de la de los números primos los matemáticos la entienden de una manera diferente al público general.
– ¿Y el famoso comentario de «esto lo hace un niño de doce años»?
– Pues que lo haga. Eso no me molesta en absoluto. Me da lo mismo lo que digan, lo siento pero es verdad. Yo hago el trabajo de una manera responsable, empiezo a hacerlo para mí misma porque lo necesito. Si además les sirve a otros, maravilloso. Como artista, me cuestiono todos los días si es esto lo que tengo que hacer. Mis compromisos me dan mucha más libertad que la que me quitan para trabajar en el arte porque soy una persona que creo que tengo sentido de la responsabilidad.
– ¿En qué se traduce esa responsabilidad?
– No tengo que justificar lo que hago, es mi vida. Hago lo quiero, cuando quiero y como puedo. Ahora, no tengo por qué justificar el hecho de vivir y ser artista. Mis compromisos los tengo yo y son los que yo quiero. A lo largo de tu vida, hay muchísimas situaciones políticas y sociales que me irritan, pero lo hacen personalmente. Tengo ganas de gritar, de hacer algo porque eso no puede continuar así. Pero es una necesidad mía, me ataca personalmente. Por ejemplo, el problema de la inmigración, que me ataca personalmente quizás porque me he ido de mi país y vivo fuera. No estoy haciendo caridad, sino respondiendo a una necesidad mía. Si resulta que tengo la posibilidad de hacer una acción, como en el Reina Sofía en donde tenía pensado hacer otra cosa, pero quince días antes vi que se habían ahogado 861 inmigrantes en las fronteras europeas, no puedo dejarlo así. Entonces, se me brinda la oportunidad de hacer una acción a la que va a venir gente y me digo: pues se van a enterar de que esto ha pasado. Y me tiene sin cuidado si estoy o no estoy haciendo arte y todo eso del problema estético. Lo único que me interesa es la eficacia. Me tiene sin cuidado que la gente entienda lo de los números primos, pero cuando hago este tipo de acciones creo que la gente se tiene que enterar. Lo mismo con las muertes por violencia de género. Para ser eficaz tienes que poner los elementos necesarios, sin adornos, para que la gente entienda. Y cuanto más inteligentes sean, la eficacia es mayor. Ahora, que me digan que no puedo hacer lo de los números primos porque eso no es un arte social no me interesa para nada. No tengo que justificar lo que hago.
– ¿Cómo ha sido ser mujer artista durante estos cincuenta años?
– Difícil, por supuesto. Tengo una ventaja: como no he pedido nunca nada... Es evidente que a la hora de presentarse en un concurso o presentar un proyecto las mujeres sufren discriminación porque además en un 99% eligen a un hombre. Pero como yo no he hecho nunca eso... Directamente no puedo hablar sobre mí. Estoy segura de que me han discriminado, como a tantísimas otras, pero no me he enterado. Lo sé porque tengo ojos y veo cómo funciona el mundo que me rodea. Ahora ha cambiado un poco, pero cuando me invitaban a los festivales de performances, preguntaba: '¿a cuántas mujeres habéis invitado?'
– ¿Y qué le respondían?
– Las que había. Y muchas veces era yo sola.
– Bueno, en Tabakalera se encuentra con un equipo directivo formado por mujeres...
– Sí, ya le digo que en mi carne no he sufrido esa discriminación o no me he enterado, pero la veo todos los días.
– Quizás este centro sea un ejemplo de los nuevos tiempos...
– Sí, absolutamente. Además, a mí me gusta trabajar con mujeres. Lo hago maravillosamente. No es que no me entienda con los hombres, con los que he trabajado fantásticamente y he tenido muchos comisarios, pero contra la opinión de muchísima gente, cuando trabajo con mujeres no sé si es que me entiendo mejor.
– A los comisarios ahora se les llama 'curadores'.
– (Risas) Bueno, 'comisario' tiene también unas connotaciones... a Policía. Lo de 'curador' tiene connotaciones médicas, parece que te están curando una herida. Viene de Latinoamérica. En Europa se dice 'comisario', pero ellos dicen 'curador' y a mí me da mucha risa.
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