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A. LERATE
SAN SEBASTIÁN.
Miércoles, 26 de septiembre 2018, 06:46
Una investigación de la Universidad del País Vasco (UPV-EHU) ha permitido constatar que la arqueología biomolecular es una herramienta válida para conocer cuál era la alimentación de las sociedades rurales en la Alta Edad Media. La UPV dio ayer a conocer un estudio que forma parte de la tesis doctoral de la estudiante de Arqueología Maite Iris García Collado, que se ha centrado en analizar la alimentación de quienes habitaban en la aldea de Boadilla, un asentamiento de campesinos de época visigoda (siglos VI-VIII) situado a las afueras del actual municipio de Illescas, en Toledo.
La investigación se centró en una primera etapa en hacer un estudio antropológico tradicional para determinar el tamaño de la población enterrada en Boadilla y su perfil demográfico (edad y sexo), lo que determinó que se trataba de una población estable en la que estaban representadas todas las categorías de edad. Por otro lado, se llevaron a cabo los análisis de isótopos estables de carbono nitrógeno de una parte de la población seleccionada aleatoriamente. «Esta técnica se basa en la premisa de que la composición química de los alimentos que tomamos queda reflejada en la composición química de los tejidos de nuestro organismo. Por lo tanto, analizando la composición de los restos antropológicos de una población arqueológica, podemos conocer su dieta», explica Maite Iris García Collado.
Los resultados de los análisis permitieron determinar que los habitantes enterrados en Boadilla basaban su dieta en «cereales de invierno» como el trigo, la cebada, el centeno y la avena. Los cereales de ciclo corto, que eran entonces el mijo y el panizo, también formaban parte importante de la dieta de esa comunidad. «Esto es relevante porque este y otros estudios anteriores apuntan a que la producción y el consumo de esos cereales menores podría ser un rasgo característico de grupos de campesinos con cierta autonomía y control sobre su producción», detalla la autora de la tesis.
Lugar Aldea de Boadilla, en el actual municipio de Illescas (Toledo), entre los siglos VI y VIII.
Técnica Análisis por medio de isótopos de carbono nitrógeno de restos de los habitantes.
Resultado Los cereales eran la base de la alimentación. Se aprecia consumo de carne, huevos y lácteos en la población a partir de los 8 años. Los más pequeños no tenían acceso a esos alimentos.
En cuanto a las proteínas de origen animal como carne, huevos, leche y lácteos, su consumo sería limitado y ocasional, y se ha descartado el consumo de pescado. El estudio no detectó ninguna diferencia en cuanto al consumo de cereales en los individuos de distintas edades, algo que sí ocurre con las proteínas de origen animal, a las que según esta investigación no tenían acceso los niños de 2 a 8 años.
El consumo de carne, huevos, lácteos y otros productos derivados se incrementaba ligeramente entre los 8 y los 14 años, para ponerse a la misma altura que los adultos durante la adolescencia, a partir de los 14 años. «Eso quiere decir que el acceso a ese tipo de productos estaba condicionado por la edad y que los individuos más jóvenes tenían un acceso muy restringido a ellos», puntualiza García Collado.
Otra conclusión del estudio es que no se han apreciado diferencias en la alimentación entre quienes fueron enterrados con objetos de adorno personal o herramientas de uso cotidiano -que podrían indicar un mayor estatus social- y quienes fueron sepultados sin nada de esto.
También se constata que la dieta de individuos enterrados dentro de la misma tumba tendía a ser similar, un argumento a favor de la hipótesis de que esas estructuras funerarias se usasen como panteones de grupos familiares extensos. Por último, se analizaron esqueletos de animales domésticos y se observó que las vacas, las ovejas y las cabras probablemente pastaban en tierras cercanas a la aldea, lo cual contribuía al abonado de los campos de cultivo. En cambio, los caballos eran enviados a pastos abiertos más alejados del asentamiento, concluye la investigación.
El estudio, que forma parte de la tesis de García Collado, es fruto de la colaboración entre el Grupo de Investigación en Patrimonio y Paisajes Culturales de la UPV y la Universitá degli studi della Campania Luigi Vanvitelli de Italia. También se ha incorporado a un monográfico sobre alimentación publicado por la revista 'Archaeological and An-thropological Sciences'.
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