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R. K.
SAN SEBASTIÁN.
Lunes, 4 de noviembre 2019, 07:24
Enrique de Areilza y Churruca, quinto conde de Motrico, falleció ayer a los 85 años de edad. Nacido en Getxo en 1934, el fallecido destacó ... a lo largo de su vida por su intenso compromiso en el ámbito de la cultura, que desarrolló en paralelo a su actividad empresarial. A su muerte deja mujer, Pilar Carvajal Urquijo, y cuatro hijos -Mónica, José María, Águeda e Icíar-, además de numerosos nietos. A lo largo de su trayectoria vital, Enrique de Areilza mantuvo una estrecha vinculación con Mutriku, en donde descansarán sus restos. En esta localidad heredó la casa Arrietakua, un auténtico tesoro barroco abierto al público desde el pasado año.
Enrique de Areilza desplegó desde joven una intensa actividad cultural y empresarial, en línea con la tradición familiar. Conoció muy joven junto a su familia los lugares en donde su padre estuvo destinado como embajador de España: Buenos Aires, Washington y París. Tras los primeros años de su vida en Bilbao, se trasladó a estudiar en el madrileño Colegio del Pilar. Completó su formación académica en la Universidad Complutense de Madrid, en donde se licenció en Derecho. Dominaba cinco idiomas, algo que si ya resulta poco frecuente hoy en día, más aún lo era en la época de su juventud.
El quinto conde de Motrico mantuvo siempre una estrecha vinculación con la localidad costera, origen de su familia materna, donde heredó la casa Arrietakua. Fruto de ese afán divulgador, el palacio del siglo XVIII abrió sus puertas a las visitas en julio del pasado año, tras la firma del acuerdo entre la familia, la Diputación Foral de Gipuzkoa y el Ayuntamiento de la localidad. Con motivo de la presentación de este acuerdo, Enrique de Areilza señaló en un vídeo de bienvenida que «en esta tradición de servicio al bien común, he querido abrir nuestra casa a las visitas organizadas por el Ayuntamiento». Y en la que fue una de sus últimas apariciones públicas, recordaba que su familia «ha vivido durante más de cinco siglos sin interrupción en Arrietakua».
Allí conservaba recuerdos de sus familiares, entre ellos del brigadier de la Armada Cosme Damián de Churruca, quien murió en la batalla de Trafalgar en 1805. También conservó allí recuerdos de su bisabuelo Evaristo Churruca Brunet, insigne ingeniero quien fue director y gran impulsor del Puerto de Bilbao desde 1877 hasta su muerte; y de sus padres José María Areilza Martínez-Rodas y Mercedes Churruca Zubiría. Su abuelo paterno, Enrique Areilza Arregui, máxima autoridad médica del Bilbao de su época, ejerció una gran influencia sobre Enrique de Areilza y Churruca en sus años de formación.
En el ámbito empresarial, destaca su etapa al frente de la Presidencia de la Sociedad Española de Minas de Somorrostro. Además, siempre se interesó por mantener una vinculación activa con el mundo cultural. Fruto de esta inquietud se entiende la cesión desinteresada al Museo Naval de Madrid de diversos recuerdos familiares para su exposición al público.
Su mujer Pilar le transmitió su vinculación hacia la isla de Mallorca, donde pasaban temporadas en una celda de la Cartuja de Valdemosa, acondicionada como residencia familiar. Por ello compartió su pasión por Mutriku y su playa de Saturrarán, con la de Mallorca y su agreste Sierra de Tramontana, donde en los últimos años se entretenía arropado por familiares y amigos.
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