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C. P. S.
Martes, 15 de abril 2025, 10:52
Sin homenajes públicos, ni ceremonias oficiales. Así ha sido el último adiós a Mario Vargas Llosa, una despedida íntima con su familia más cercana. Sus hijos, su esposa Patricia Llosa y sus nietos, ellos fueron los que recibieron los restos mortales del escritor que falleció el lunes a los 89 años.
El féretro llegó pasadas las 22:10 horas de la noche en España, 16:10 hora local. El vehículo fúnebre trasladó el cuerpo sin vida del Nobel de las Letras desde su domicilio en Barranco hasta el crematorio de la capital peruana. En el exterior del Centro Funerario y Crematorio del Ejército de Chorrillos (Lima), Patricia esperaba a sus tres hijos. De las instalaciones, horas más tardes salían Álvaro, Gonzalo y Morgana.
Los dos mayores -Álvaro y Gonzalo- portaban dos urnas, una más grande que la otra. Delante de ellos, Morgana les marcaba el paso con rostro de tristeza. «Queremos llevar este duelo en la intimidad», reiteró Álvaro Vargas Llosa ante los medios, horas antes del traslado del cuerpo. «Mi padre no quiso ceremonias póstumas ni homenajes. Hemos decidido velarlo en casa, como familia, como él lo habría querido», añadió, en una breve declaración.
Por el momento, no habrá actos oficiales ni homenajes abiertos al público, solo quedan los ecos de los agradecimientos y los mensajes en redes sociales escritos desde todos los puntos del planeta.
Sus cenizas, según fuentes cercanas a la familia, podrían ser llevadas en los próximos días a Arequipa, su ciudad natal, aunque no se ha confirmado si serán depositadas allí de forma definitiva.
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