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Si se hiciera una encuesta al público que asiste por primera vez a una función en el colegio Salesianos Donostia, una mínima proporción sabría realmente lo que se va a encontrar sobre el escenario. La mayoría de los asistentes esperan una interpretación adecuada y una puesta en escena sin florituras, «acorde a un teatro de colegio, sin desmerecer a nadie», apunta el director del centro y de Gaztetxo Antzerki Eskola José Amaia. Pero la sensación con la que abandonan la sala dos horas y media después es que el nivel «es altísimo» y que este equipo, de amateur tiene muy poco.
DV se cuela en el backstage del grupo teatral, que cada año desde 1999 estrena un musical, y que en 2019 recibió la Medalla al Mérito Ciudadano. Es el turno de 'La Sirenita' de Disney, y ya ha completado el aforo en las tres funciones celebradas desde su inauguración.
Dónde En el salón de actos del colegio Salesianos Donostia, en Intxaurrondo (Lizardi kalea, 12).
Cuándo. Los pases son a las 17.30 horas y tienen una duración de dos horas y media con descanso. Consulta el calendario de actuaciones en su web www.gaztetxo.com.
Precio. Gratuito, con opción a donativo. Si se desea reservar butaca concreta, el precio oscila entre los 10 y los 14 euros en función del lugar.
Son las 15.30 horas, quedan 120 minutos para salir a escena. Empieza a llegar el equipo y cada uno va directo a su puesto. Hay varias clases reconvertidas en salas de maquillaje y vestuario, con burros de ropa repartidos por los pasillos. En el interior del aula principal, se ven hileras de espejos compartidos entre los actores y las actrices. Las más jóvenes se agolpan frente al espejo de los aseos. Llevan una media de rejilla en la cara para lograr un efecto en el maquillaje, y ponen cara de concentración.
Tanya de la Cruz, una de las actrices que interpreta a la malvada Úrsula, termina de arreglar el traje que en esta sesión se enfundará Maitane Tapia. «Siempre hay que hacer un mantenimiento, porque se despegan las piezas», dice de rodillas sobre la cola hecha a mano con hueveras que simulan los tentáculos.
En el aula de al lado, los actores principales charlan de sus cosas, aunque de vez en cuando intercalan diálogos de la función a modo de ensayo. Maider González, que interpreta a Ariel, se coloca la peluca pelirroja que estaba guardada con pinzas para conservar el rizo. Es profesora de Infantil en el centro y una de las veteranas. «Llevo doce años en la compañía», apunta.
Mientras tanto, los técnicos encargados de poner los micrófonos llaman al siguiente. «Paúl a microfonar». Paúl Bustero, interpreta a Sebastián, es exalumno del centro y lleva una década en la compañía. «Estudio Magisterio, pero la interpretación es mi hobby, requiere de mucha dedicación pero disfruto mucho», reconoce.
El compromiso que supone formar parte de la compañía no es baladí. En junio arrancan con la adaptación de guion y las coreografías, y los ensayos se realizan todos los viernes a partir de septiembre, de 19.30 a 00.30 de la noche, a lo que hay que sumar las funciones cada fin de semana entre abril y junio. Este año, el grupo ha crecido y rondan las 70 personas, por lo que cada papel principal puede ser interpretado por dos actores, «de forma que puedan intercalar las funciones, y haya opción a sustituciones en caso de emergencia», indica el director, quien apunta que entre las múltiples mejoras figura la voz en directo de algunos actores. Sin embargo, la piedra angular de Gaztetxo, subraya, «son los valores que se aprenden con el teatro».
El tiempo vuela. A las 16.30 horas deben estar sobre el escenario para hacer las pruebas de sonido, y empiezan las carreras por los pasillos: «¿Alguien tiene toallitas?». «¿Dónde está mi cola?», «¿Alguno me hace una trenza?»... José Amaia desde el centro de control va nombrando uno a uno para que digan una breve frase y comprobar que el audio es correcto: Eric, Tritton, Flounder, Allana... «A Allana no se le oye. ¿Tiene encendido el micro?».
Ya con todos sentados en el patio de butacas, toca hacer repaso de los errores de la función anterior para intentar subsanarlos: una parte del atrezzo que entorpeció el paso, matizaciones en el guion, fluidez en algunos movimientos... El elenco vuelve al escenario. Hacen un corro y se dan la mano. «La actitud lo es todo. Hagamos que al público le merezca la pena venir a vernos», anima el director en tono sosegado. Cierran los ojos, respiran, visualizan el personaje y la actuación, y un aplauso de todos rompe el silencio.
Son las 17.00 horas, y se abren las puertas. El público va tomando asiento, y mientras los actores principales terminan de arreglarse, otros intérpretes salen a escena para amenizar la espera. «Ahora no interactuamos con el público», aclara David Millán sentado en el hombro del escenario. Este joven de 28 años lleva trece en Gaztetxo. «Conocí la compañía a través de mi hermana, Marta Millán, que es la otra actriz que hace de Ariel. Vine con ella un día a pintar unas puertas, y me quedé». Ahora además de actuar se encarga de montar la escenografía y arreglar desperfectos que puedan surgir durante el espectáculo.
Millán es ingeniero de diseño industrial y resalta el amplio abanico de edades y perfiles que componen la compañía. El mayor, por ejemplo, es Ibon Ocaña, que interpreta a Tritón, aunque en esta función le toca ayudar en el aspecto técnico. Es doctor en ingeniería y profesor en Tecnun. «La mayoría tenemos esto como un hobby, pero algunos están haciendo carrera en este mundo», apunta Millán.
El público ha tomado asiento, y ahora sí, toca salir a escena. Los nervios escalan otro nivel. Y la agitación y las ganas por arrancar se sienten entre bambalinas. También las caras de concentración. Se abrazan, se dan ánimos. Se sonríen: «Mucha mierda y a triunfar».
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Lucía Palacios | Madrid
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