«Hablamos mucho ahora de memoria; otra cosa es que se convierta en arma arrojadiza»

Susana Koska (San Sebastián, 1966) reconoce que, poco después de iniciar el proyecto, se percató de que la «realidad superó la ficción». Entrevistó a sobrevivientes de la dictadura. Investigó sus vidas y su tiempo. Años después del documental editó un libro homónimo con gran parte del material y de los testimonios que no tuvieron cabida en la grabación y nuevos documentos orales. No podía, ni debía, mantenerlos encerrados porque «ellas tienen la voz y es su momento», explicaba. La edad ha acallado la mayoría de las voces de aquellos días oscuros. La propia cineasta afirma que rodó 'Mujeres en pie de guerra' con «la urgencia de poner a esas mujeres en la Historia antes de que se fueran». Entre las protagonistas figuran Neus Catalá, Sara Berenguer, Rosa Laviña, Rosa Díaz y Teresa Buigas, quienes prestan su voz y sus recuerdos a «la historia no oficial»

– ¿Cómo es reencontrarse con 'Mujeres en pie de guerra' veinte años después?

– A mí lo que me sorprende es que hayan pasado veinte años.

– ¿Echa de menos algo o cree que lo hubiera hecho de otra manera ahora?

– Me hubiera gustado tener los medios técnicos actuales. Del testimonio humano no cambiaría nada. El valor de 'Mujeres en pie de guerra' es precisamente su valor humano.

– Aparte de la película, usted publicó un ingente material en un libro. ¿La investigación es la mejor arma de un documental creíble?

– Si tu investigación flaquea, el documental también. Creo que son indivisibles.

– 'Mujeres en pie de guerra' es un ejemplo del periodismo cámara al hombro. ¿Se peca ahora en exceso de otro tipo de documental más comercial y con mejores medios, pero menos vibrante?

– 'Mujeres en pie de guerra' es un ejemplo de documental hecho sin dinero, sin experiencia, pero con buena voluntad y con la urgencia de poner a esas mujeres en la Historia antes de que se fueran. En el caso de los documentales sobre nuestra Historia lo que pasa es que esa generación ya no está para contarlo. Y los documentales que vemos, yo creo que les falta imaginación y les sobra estructura.

– ¿Se ha acabado el arte y ensayo?

– No lo creo... aunque habría que preguntarse qué es hoy arte y ensayo.

– ¿Cómo ve de vigorosa la memoria histórica en este momento?

– Desde luego hablamos mucho de memoria, hasta tenemos una ley de memoria democrática. Otra cosa es que la memoria se convierta en un arma arrojadiza y la política lo enmarañe todo.

– ¿Hemos pasado con demasiada rapidez la página de la dictadura?

– Creo que lo hacemos siempre. Nos corre prisa pasar página, seguir viviendo. Solo tenemos que mirar a nuestro alrededor, ¿no te parece?

– «Venimos de una sociedad muy machista, donde la historia la escribían los hombres, por lo que a veces las mujeres han sido borradas», ha dicho usted. ¿Las mujeres que lucharon contra el franquismo y que vivieron aquella época adversa, han conseguido ya la voz que se les debe?

– Yo pienso que sí, hay muchas historiadoras trabajando e investigando en ese sentido. No solo historiadoras, fíjate en la serie 'Las abogadas' o en la obra teatral 'Carmen, nada de nadie'.

– El documental tiene un valor específico: recoge los testimonios directos de quienes vivieron la guerra. Cada vez quedan menos. Hoy en día proliferan los ensayos y trabajos de oídas. ¿Es ésto un riesgo?

– El mismo riesgo que cuando escriben la historia los vencedores, en ocasiones se hace literatura, no memoria. Cuando desaparecen las fuentes quedamos en manos de los historiadores y de los escritores.

– ¿Qué sintió al conocer las experiencias de Neus Catalá, Rosa Díaz o o Teresa Buigues?

– Conocerlas cambió mi vida, me hizo más fuerte.

– ¿Algo que le contaran y que se ha convertido en una 'lección de vida' para usted?

– Todas, y la mayoría ya no están, dejaron una lección para mí. Seguramente y en común la resistencia ante la adversidad.

– ¿Cómo le explicaría a las jóvenes de hoy quiénes eran aquellas mujeres 'guerreras'?

– Fueron jóvenes comprometidas con la sociedad de su tiempo, dieron el paso a cambiar y mejorar la vida. Salió mal, perdieron la guerra, remontar la pérdida de la guerra fue peor y mas largo, pero aguantaron y siguieron luchando por un país democrático y por unos derechos básicos que las mujeres no tenían.

– ¿Qué significa para usted el nombre de Antonina Rodrígo?

– Antonina Rodrigo es mi maestra, no puedo más que llenarla de alabanzas, es mi amiga, mi consejera. Ella es la pionera, la primera que escribió sobre la memoria de las mujeres ilustres y anónimas. Es una mujer incansable, me gusta decir que es una obrera de la pluma.

– Usted también ha investigado mucho en la educación y la vida de las maestras de postguerra. ¿Le fascinan las mujeres fuertes, vocacionales y empoderadas, aunque sea en el silencio de un tiempo adverso?

– Me fascina el trabajo que las mujeres hicieron en una época en que parecía que no hacían nada, que no contaban. Una se da cuenta luego, que es una mentira colosal: sí que estaban, pero no les dejaban asomar la cabeza y aún así estaban trabajando, estudiando, escribiendo, investigando. Estaban, pero no en pie de igualdad.