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Sergio Carracedo
Martes, 16 de julio 2024, 14:12
El yacimiento de Iruña Veleia no deja de dar sorpresas. La última, de gran magnitud, ha sido el descubrimiento de un circo romano, según ha ... confirmado a este periódico la empresa alavesa Arkikus y la Diputación de Álava.
El sensacional descubrimiento se ha realizado gracias a la tecnología LiDAR, que es capaz de eliminar la vegetación y detectar los vestigios de edificios y otras deformidades del terreno. También se han ayudado de fotografías aéreas históricas y modernas y mediante imágenes tomadas desde drones. Gracias a ello, estos experto determinan que se trata de un recinto de unos 280 metros de longitud por 72 de ancho y que identifican como un circo romano.
El minucioso trabajo de revisión, realizado por el equipo de Arkikus, con los hermanos Javier e Iker Ordoño a la cabeza, sobre una superficie de 251 hectáreas, ha dado como resultado la detección de centenares de evidencias de la presencia de edificios y otras infraestructuras de cronología romana en el subsuelo del yacimiento, aún por sacar a la luz por la ciencia arqueológica.
¿Qué es un circo romano? Los circos romanos, junto al teatro y a los anfiteatros, eran las instalaciones más importantes de las ciudades romanas. Era una instalación ovalada y alargada, destinada a divertir al pueblo y estaba destinado a carreras, espectáculos y otras representaciones.
Entre ellas destaca, por su presencia e implicaciones, el imponente recinto de 280 m de longitud por 72 de anchura cuya interpretación no deja lugar a dudas: «se trata del descubrimiento de un circo romano, un edificio de espectáculos en el que se celebraban carreras de carros tirados por caballos que, por sus dimensiones y según las primeras estimaciones, pudo albergar entorno a 5.000 espectadores», destacan las fuentes. Se trataría del tercer circo romano conocido para la mitad norte de la península ibérica tras los de las importantes Tarraco (capital provincial de la Hispania citerior, actual Tarragona) y Calagurris (ciudad con rango de «municipium», actual Calahorra) y, de ellos, el que único que conserva su trazado original al no estar oculto por el urbanismo actual.
Además, se han identificado elementos propios de un urbanismo organizado tanto al interior como, sobre todo, al exterior del recinto conocido como oppidum o ciudad amurallada tardía de Veleia. Así, se definen con claridad calles (a veces porticadas), espacios públicos, barrios de viviendas, posibles edificios de culto colectivo, e infraestructuras relacionadas con el abastecimiento de agua o el saneamiento del entramado urbano, entre otros. Todo ello denota la relevancia que esta ciudad tuvo en el pasado, no solo como parada obligatoria de los viajeros que recorrían la Iter XXXIV, la calzada romana que iba de Astorga a Burdeos, sino como núcleo urbano vertebrador, en tiempos romanos, del actual territorio vasco y sus inmediaciones.
El hallazgo cambia por completo la percepción que se tenía de este importante yacimiento, del que todavía no se habían descubierto edificios de este calibre. Así, Iruña Veleia se presenta como una joya de la arqueología con mucho por descubrir que, impulsada por este y futuros estudios le dota de más valor.
Como todo hallazgo logrado por teledetección, el siguiente paso es la confirmación definitiva, que llegará con la pertinente excavación arqueológica que corrobore la presencia de este circo o al menos vestigios de su existencia.
Este miércoles se darán a conocer en rueda de prensa los resultados de gran relevancia de un proyecto piloto de investigación desarrollado en este emplazamiento que cuenta con vestigios de presencia humana de los últimos 3.000 años.
A las 10.30 horas, la diputada de Cultura y Deporte, Ana del Val, el Jefe del Servicio de Museos y Arqueología, Javier Fernández Bordegarai, y los miembros de la empresa Arkikus, Javier Ordoño e Iker Ordoño, darán todos los detalles de la investigación.
No son muchos los circos romanos descubiertos o conservados hasta ahora en la Península Ibérica. Entre los más destacados de la Hispania romana se encuentran los de Mérida, Tarraco (Tarragona), Calagurris (Calahorra), Toledo, Segóbriga o Alhambra (Ciudad Real). De ellos, el de la antigua Augusta Emerita, actual Mérida, es el mejor conservado. Sus dimensiones dan cuenta de la gran capital que fue esta ciudad. Así lo certifican sus 403 metros de largo por 96,5 de anchura, al igual que su cabida, que pudo ser de hasta 30.000 espectadores. Al igual que los estadios de fútbol actuales, cada ciudad disponía de uno más o menos acorde a su población. El Circo Máximo de Roma podía albergar hasta 300.000 espectadores.
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