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Con el Nobel de Literatura sucede algo parecido a lo que los mexicanos dicen sobre la muerte violenta: «Cuando te toca, ni aunque te quites ... y cuando no te toca, ni aunque te pongas». Todo parecía indicar que Peter Handke se había quitado hace un cuarto de siglo publicó 'Un viaje de invierno a los ríos Danubio, Save, Moravia y Drima-Justicia para Serbia', su coda 'Apéndice de verano a un viaje de invierno' y el cierre de la tríptico, 'Preguntando entre lágrimas'. Pero se ve que no ha sido así y la Academia Sueca le ha galardonado este año, por más que ahora esboce ruborizantes «es que ha sido sin querer».
Durante las guerras balcánicas de finales del pasado siglo, Handke formuló una enmienda a la totalidad al 'relato oficial' que se encargaron de elaborar los Goytisolo, Sontag y Bono de turno, y puso la lupa en el hecho de que en aquel conflicto todas las partes se entregaron al exterminio del enemigo, no siendo precisamente los serbobosnios los primeros en hacerlo. A la vez, el escritor austríaco se interrogaba sobre el papel de Europa en toda aquella escabechina a la vez que impugnaba los cuatro meses de bombardeos de la OTAN sobre Serbia y su población civil.
En contra de lo que se ha dicho y escrito, Handke no negó las atrocidades serbobosnias, más bien las contextualizó en un cuadro general en el que emergían las perpetradas por croatas y bosnios, algo que obvió la 'historia oficial'. En definitiva, sobraban razones para que Milosevic compareciera como acusado ante el Tribunal de La Haya, en la misma medida que también las había para que le acompañaran en el banquillo el croata Tudjman y el bosnio Izetbegovic, cosa que no sucedió. En definitiva, Handke ejerció de disidente, y el tema no es si tuvo razón, sino si tenía derecho. Y tal y como el propio escritor formulaba, la pregunta es: «¿Existe testigo más sospechoso que un escritor?»
Hasta qué punto el Nobel de la Literatura debe caminar hacia su fusión con el Nobel de la Paz tras la OPA hostil que supuso la concesión de este último a Barack Obama a partir de una hipótesis que no había sucedido, es decir, de una ficción, para que a estas alturas estemos hablando de todas estas cuestiones, un cuarto de siglo después. Handke es un excelente y peculiar escritor con una prosa vagabunda, llena de divagaciones y rodeos que parecen erráticos e igual no lo son, y que ha abusado quizás de eso que todos creen anhelan y sólo unos pocos tienen: una mirada especial. Handke es dueño de una, bien reconocible, pero ni siquiera siempre. Cuando el estilo sustituye a tramas y personajes, su literatura se vuelve introvertida y ensimismada.
Tras la publicación de 'Un viaje de invierno…', el autor recibió una carta de un lector preguntándole «si era consciente de que ya no había regreso». La concesión del Nobel de Literatura parecía apuntar a que la profecía no se cumpliría, una vez superadas las antiguas controversias políticas. En realidad, ha sido al revés: se ha reactivado la cacería.
Crecimos entre lamentos por el hecho de que se privara a Borges del Nobel de Literatura a causa de sus opiniones políticas y envejeceremos entre reproches por la concesión del galardón a Peter Handke a pesar de las suyas.
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