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Raúl Guerra Garrido recibió la Gran Cruz de la Orden Civil de Alfonso X El Sabio de manos de la ministra Isabel Celaá.

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Raúl Guerra Garrido recibió la Gran Cruz de la Orden Civil de Alfonso X El Sabio de manos de la ministra Isabel Celaá. Félix Morquecho

El homenaje a Guerra Garrido se convierte en una celebración de su «bendita disidencia»

El escritor recibe en la Diputación el reconocimiento a su trayectoria literaria y su coraje cívico | La ministra Celaá entregó la Gran Cruz de la Orden Civil de Alfonso X El Sabio al autor de 'Cacereño', 'Lectura insólita de El Capital' o 'La carta'

Alberto Moyano

San Sebastián

Miércoles, 27 de marzo 2019

«Sólo he estado una vez en la Diputación y fue por una inspección de Hacienda», ha recordado en tono jocoso el escritor Raúl Guerra Garrido. Este miércoles, el escritor ha vuelto al Palacio Foral, no a ajustar cuentas, sino a que se saldara una deuda: la que las instituciones vascas y por extensión la sociedad mantenían hacia su persona. En el cincuenta aniversario de la publicación de su novela 'Cacereño', el homenaje a Raúl Guerra Garrido se ha convertido en una celebración de lo que alguien llamó su «bendita disidencia» frente a los «totalitarismos: primero, el franquista y después, el etarra».

Agasajado por fin en Donostia en un acto institucional, Raúl Guerra Garrido hubiera sido feliz respondiendo con un «gracias, o siendo más elocuente, muchísimas gracias», pero el protocolo obligaba, así que ha reivindicado a su protagonista, José Bajo, que hace medio siglo llegó de Extremadura al País Vasco para, como tantos otros inmigrantes hicieron y hacen, buscarse la vida. Aquella novela, definida como la «última del realismo social» y, a la vez, una obra adelantada a su tiempo, marcó el inicio de una prolífica trayectoria literaria cuyo «protagonista esencial ha sido el miedo», tal y como ha apuntado el homenajeado, que ha asistido emocionado a la batería de elogios que recibió desde el atril de un abarrotado Salón del Trono de la Diputación.

Más de doscientas personas han asistido al homenaje organizado por el departamento Foral de Cultura, en el que la 'laudatio' ha corrido a cargo del también escritor donostiarra Fernando Aramburu, y en el que han intervenido el diputado Denis Itxaso, y la ministra de Educación, Isabel Celaá, para hacer entrega de la Gran Cruz de la Orden Civil de Alfonso X El Sabio. El homenajeado ha estado acompañado por su esposa, Maite Espinosa, así como por hijos, otros familiares y amigos. Y mientras escuchaba las intervenciones, a veces ha sonreído y a veces, se ha secado el ojo.

Los asistentes, a la entrada al Palacio Foral.

«La memoria del corazón»

Guerra Garrido ha arrancado su intervención asegurando que «el agradecimiento es la memoria del corazón» y la ha cerrado con un consejo que tomó prestado de Alfonso X: «Quemad viejos leños, leed viejos libros, bebed viejos vinos y tened viejos amigos». Entre una cosa y otra, ha evocado sus inicios en la literatura, ha recordado los tiempos pasados y ha pedido «una reflexión seria, una autocrítica» sobre lo acontecido en el País Vasco durante este último medio siglo, a la manera en la que sus admirados Günter Grass y Heinrich Böll lo hicieron en la Alemania de postguerra. «El terrorismo fue terrible, esa crueldad con la que se produjo», ha señalado el autor de 'La carta', que ha rememorado el asesinato de Miguel Ángel Blanco mientras viajaba a la Semana Negra de Gijón o el secuestro de Ortega Lara. «Cómo se puede tener enterrado vivo a alguien durante dos años», se ha preguntado de forma retórica. «Es inaudito», se ha respondido.

Las frases

«Hace falta, no el olvido, sino una autocrítica seria sobre lo sucedido durante los años del terrorismo»

Raúl Guerra Garrido | Escritor

«Le atenazaron la soledad, las dudas y el miedo, pero Raúl eligió contar la verdad»

Denis Itxaso | Diputado foral de Cultura

«Te quiero manifestar mi admiración, mi afecto y lo mucho que como escritor te debo»

Fernando Aramburu | Autor de la laudatio

«Raúl señaló con el dedo el problema, y bastantes prefirieron llamarle desagradecido»

Isabel Celaá | Ministra de Educación

Quién llegara hace más de medio siglo en tren a Gipuzkoa para trabajar como químico en una pujante empresa del territorio y en alguna ocasión haya reconocido que fue «un cacereño de lujo» ha expresado su gratitud por el homenaje y los elogios recibidos en el transcurso de un acto en el que ha recibido de manos de la ministra Celaá la Gran Cruz de la Orden Civil de Alfonso X El Sabio, así como la makila de la institución foral, entregada por Denis Itxaso.

El acto, que se ha prolongado durante algo más de una hora, ha sido un monumento al mestizaje en el que se han dado cita el grupo de música y baile de la Casa de Extremadura del barrio donostiarra de Intxaurrondo y los bertsos de Jon Maia, nieto de una inmigrante no muy diferente a aquel protagonista de la novela de Guerra Garrido y que llegó a Euskadi en busca de «un lugar en el mundo», tal y como ha cantado acompañado por el acordeón de Aitor Furundarena y el txistu de Gari Mendizabal. El tributo ha estado presentado por Asier Odriozola, que tras la presentación ha dado la palabra a Denix Itxaso. Tras un tráiler del documental 'Cacereño-Un retrato social', cuyo estreno la víspera ha dejado pequeña la sala 1 de los cines Príncipe ante la cantidad de público que acudió a la proyección, ha intervenido Fernando Aramburu, quien ha glosado la vida, la obra y el compromiso cívico de Guerra Garrido, a la vez que ha reconocido «lo mucho que como escritor le debo».

Ha sido Isabel Celaá quien ha invocado la «bendita disidencia» del escritor, de quien ha dicho que «sí ha sido profeta en su tierra» porque «señaló con el dedo el problema y bastantes prefirieron fijarse en el dedo y calificarlo de desagradecido. Por eso nunca recibió el reconocimiento» de las instituciones vascas, ha señalado la ministra de Educación. Durante su intervención, Celaá se ha dirigido al escritor como «una referencia de libertad y dignidad frente al totalitarismo, primero el franquista, después del etarra». Ahí, ha dicho Celaá, el autor «decidió plantar cara a la barbarie». Antes, Itxaso ha destacado que «Raúl eligió contar la verdad. Le dejaron al margen de los reconocimientos y los honores, pero eligió contar la verdad. Le amenazaron y le quemaron la farmacia pero eligió contar la verdad. Asesinaron a amigos como López de la Calle o lo intentaron con José Ramón Recalde, pero eligió contar la verdad. Le atenazaron la soledad, las dudas y el miedo, pero eligió contar la verdad».

«Reconocimiento necesario»

Y tras glosar «su compromiso ético e intelectual en los años más oscuros del terrorismo de ETA», ha asegurado que este «reconocimiento es también muy necesario para la sociedad vasca y guipuzcoana, porque hoy necesitamos las enseñanzas y los valores del relato literario y vital de Raúl más que nunca; los necesitamos para conocernos mejor, para dar testimonio de lo sucedido, para que las nuevas generaciones conozcan lo que no puede volver a suceder, para que podamos construir nuestra convivencia en libertad en una sociedad diversa y plural», ha señalado.

A juicio de Itxaso, «todos éramos un poco cacereños aunque hubiésemos nacido en San Sebastián, Tolosa o Beasain. Todos vivíamos en Eibain». Y en este sentido, ha indicado que la trilogía formada por 'Cacereño', 'Lectura insólita de El Capìtal' y 'La carta' «nos pone delante, ni más ni menos, que la historia de la lucha por la vida y la libertad en Euskadi en estos últimos cincuenta años».

El acto ha concluido con la entrega de la makila al escritor por parte del diputado foral de Cultura, a quien -ya durante la presentación recordó- que «le debíamos este homenaje». A la salida, los asistentes han recibido un ejemplar del libro homenaje a Guerra Garrido editado por Erein en colaboración con la Diputación, con textos de diez autores vascos. Este volumen, junto a la reedición en mayo de 'Cacereño', se suman a la realización del documental realizado por la entidad foral y Euskal Telebista para celebrar el cincuenta aniversario de la publicación de aquella novela seminal.

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