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Con una puntualidad que casi le hizo pasar inadvertido. Así salió Yosuke Yamashita (Tokio, 1942) al piano ubicado en uno de los vértices del claustro ... de San Telmo, vestido con una camisa blanca y un chaleco negro con retazos de color. Clásico pero vanguarsita, como el recital a piano solo en el que repasó gran parte de su último trabajo 'Quiet Memories' (2020) junto a un buen número de standards.
A sus 81 años, el pianista japonés recibirá el domingo uno de los tres premios que entrega este año el Jazzaldia, atractivo suficiente como para que el público decidiera llenar este viernes los asientos para descubrir a un músico que tocó en los 80 junto a Art Ensemble of Chicago y Elvin Jones. «La primera vez que estuve en San Sebastián fue hace 27 años», recordaba. Este sábado (12.30 horas) volverá al Steinway & Sons del claustro, pero en esta ocasión para mostrar un registro diferente en su 'Classical Momentum'.
Intérpretes: Yosuke Yamashita (piano).
Fecha: 21-07-2023.
Lugar: Claustro del Museo San Telmo.
Asistencia: 200 espectadores.
Porque Yamashita tiene muchas caras, las mismas que exploró en estos 'recuerdos tranquilos' que tan pronto aporreban un free jazz percusivo y violento, que se desenvolvían con el swing virginal de 'Autumn Leaves'. El blues de 'Communication' -tema que abre el disco- fue ejemplo de lo primero, con un tempo irregular y un ataque machacón que recordaba inevitablemente a Monk. Antes del bis, quiso homenajear al pianista estadounidense en un 'A Night in Tunisia' cuya melodía fue deshaciendo en interludios improvisados.
Esa fue un poco la tónica de la segunda parte: standards archiconocidos que se deconstruían, aceleraban y ralentizaban a merced de las manos de Yamashita. 'Tea for Two' -donde defendió un stride clásico- y 'My Funny Valentine' resultaron de las más aplaudidas, principalmente, esta última en cuyo final cuidó el preciosismo de los matices.
A lo largo de la hora y pico de concierto el japonés tiró en exceso de pedal y por momentos los solos se iban embarrando en disimulo de erratas técnicas. Una bola sonora que se asentaba en la reverberación de las galerías del claustro. Y, sin embargo, dos de sus composiciones originales fueron de las más brillantes. La balada 'Thought of Beatrice', inspirada en la música corsa y ese juego con los cromatismos en las tesituras más extremas del instrumento en 'Take-Suzume', se aferraban al oído. «Compuse esta pieza para disfrutar de las notas más agudas del piano», y como una lluvia fina se regodeó en ellas.
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