Tras tres temporadas consolidada como cita estable en el Jazzaldia sería absurdo eludir que el ciclo JazzEñe se confirma como una importante muestra del jazz flamenco. Hay más, claro, pero la idiosincrasia andaluza ejerce con sus raíces una importante fuerza de atracción en el cartel. Cada uno con su propia personalidad, los aires del cante jondo sonaron en el piano de Lucía Rey, la guitarra de Niño Josele y el cajón de Bandolero, pudiendo ser el de este último quizá uno de los mejores programas que ha escuchado el Victoria Eugenia esta edición.
El cartel presentaba a dos figuras que han estado tras las percusiones de los más destacados artistas españoles, y ambos se dieron cita para la última sesión de JazzEñe. Dos cuartetos con trompeta liderados por dos bateristas compañeros, pero dos propuestas totalmente opuestas. «Encantado de ... estar en este marco de la historia de la música» y sentado sobre el cajón flamenco frente a la batería, José Manuel Ruiz Motos 'Bandolero' ofreció un paseo por algunos clásicos standards de jazz bañados por el mar andaluz y «adaptados a nuestro lenguaje».
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Intérpretes: José Manuel Ruiz Motos 'Bandolero' (percusión), Enrique Rodríguez 'Enriquito' (trompeta), Alejandro González 'Alex Conde' (piano) y Miquel Álvarez (contrabajo). Gonzalo del Val (batería), Romain Pilon (guitarra eléctrica), Raynald Colom (trompeta), Manel Fortia (contrabajo).
Fecha: 25-07-2023.
Lugar: Teatro Victoria Eugenia.
Asistencia: 700 espectadores.
Camarón de la Isla 'cantó' en 'Gitanillos de Cascorro', el 'Naima' de Coltrane bailó por bulerías, Duke Ellington fue homenajeado en 'In a Sentimental Mood' en tiempo de tanguillo, y 'Ruby My Dear' fue adaptado por alegrías de Cádiz. «¡Qué arte!», «esos bandoleros buenos», ovacionaban desde el anfiteatro a un combo que permaneció fiel a las melodías y se permitió abrir el espacio de improvisaciones acompañados por ciertos golpes obligados de la base rítmica. La suya quizá fuera una de las ovaciones más cerradas que se han escuchado en el ciclo, que concluyó con un selfie conjunto y un «beste bat» que no se había pedido en las jornadas anteriores.
Gran contraste con el concierto que el baterista Gonzalo del Val y su cuarteto ofrecieron como presentación de su nuevo trabajo 'Tornaviaje', inspirado en historias de marinos del siglo XVI. Demasiado serio, demasiado modal, demasiado académico y demasiado aburrido. Del Val apenas cargó con el protagonismo de la velada y se limitó a acompañar unos solos que tenían más de especulación que de discurso, de ejercicio técnico más que creativo. Solo 'Agrio de Limón' aportó frescura a un concierto que parecía dirigido a un público de músicos.
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