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«Qué bien que ha llovido, que la gente estaba muy sosa». El comentario de la joven al final del concierto de R+R=NOW puede sonar extraño pero tenía su parte de razón: fue empezar a caer unas gotas gordas y parte del público se lanzó a los pasillos a por chubasqueros, y a bailar y jalear a los músicos en el largo fin de fiesta.
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Invasión de primera fila. El plato fuerte de la noche del viernes en la Trini iba como una locomotora, jazz excitante del pasado y del futuro al mismo tiempo. El público estaba inmerso en la aventura retrofuturista que bajo el nombre de R+R=NOW nos brindaba el sexteto comandado en principio por Robert Glasper, pero con músicos tan estelares como él, sobre todo Christian Scott y Terrace Martin. Pero después de una hora de concierto empezaron a caer algunas gotas, la gente se lanzó hacia los puntos de distribución de chubasqueros, y los que llevaban rato queriendo levantarse del asiento, lanzando vítores y alzando los brazos en los momentos estelares de los músicos, aprovecharon el río revuelto y ocuparon el espacio de primera fila y algunos pasillos. El muy cachondo Christian Scott (menudas risotadas se pegaba en su complicidad con Terrace Martin, cargado con sus abalorios de chamán y su extraño tocado en el pelo mohicano), celebró la invasión. Y la última media hora creció en 'flow' y buen rollo, público y músicos se jaleaban mutuamente, y las casi dos horas de concierto más bien extraordinario acabaron con la plaza convertida en doble coro a las órdenes del entusiasta Terrace Martin, quien nada más salir a escena hizo fotos al público con su móvil.
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'Flow' sin descanso. Pues sí, la reunión de estrellas del 'new urban jazz' que de forma al parecer efímera se ha reunido bajo el nombre de R+R=NOW podía ofrecer dudas a priori, pero se reveló poderosa y conjuntada. «Vamos a tocar una de Herbie Hancock y después temas de mi próximo álbum 'R+R=NOW', anunció al comienzo el teclista Robert Glasper resolviendo de un plumazo la presentación de los temas para toda la noche. Con lo que nos dejó de nuevo con la duda de si esto es un supergrupo o la banda de Glasper para presentar su nuevo disco. Es igual, la ocasión era única. Y la música fluyó sin descanso, en dos actos en los que, partiendo de los pilares que Hancock colocó en los 70, la modernidad se colaba en forma de ritmos rupturistas a cargo del impresionante batería Justin Tyson (le pega el apellido de boxeador), y el bajo sutil y contundente de Derrick Hodge, en las voces sintetizadas que desplegó Terrace Martin (fue su cometido principal hasta que al final se desmelenó con un solo de saxo torrencial), y en los sonidillos de Taylor McFerrin, quien tuvo su momento estelar en un recital de 'beatbox' superior. Fue como la versión contemporánea de los malabarismos vocales de su padre. Y el cénit lo alcanzaron Robert Glasper, con momentos gloriosos como esas oleadas de arpegios casi románticos y hollywodienses; y Christian Scott, volcándose con toda su alma en las notas largas, entre el Miles Davis eléctrico y el Jon Hassell étnico, en un crescendo apasionante. Lo dicho, una ocasión única, que el público más joven de lo habitual en la Trini gozó expansiva y visiblemente.
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Voces sintetizadas. Después de ver a R+R=NOW quedó más patente que lo de Jacob Collier no era más que un show quedón que se agota pronto. O que resulta agotador por su estresante concepto. Y no solo por las carreras que se pega el joven de un instrumento a otro, sino por la acumulación de efectismo y colorido en los arreglos de las canciones que interpreta, ajenas o propias. Su bonita voz y los patrones clásicos del soul, el pop y el jazz-fusión quedan lustrosamente envueltos en un sonido actual y comercial que pronto cansa con su exceso de azúcar y malabarismo. Eso sí, entre lo de Jacob Collier y lo de Terrace Martin, la noche de la Trinidad evidenció hasta qué punto están en boga, y en distintos ámbitos, las voces sintetizadas.
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Olviden Eurovisión. Hoy llega otro joven valor del jazz, aunque su imagen haya quedado algo difuminada por su participación en Eurovisión. Salvador Sobral ha adquirido una fama extra con su participación en esa estridente cita anual, pero se empeña en demostrar que tenía una carrera antes de 'Amar pelos dois'. Y que lo suyo es hacer música en su sentido más amplio y profundo y no canciones competitivas. Volvió a las noticias hace unos meses, cuando tras una dolencia cardíaca pasó por un trasplante de corazón. Su sensiblidad y emoción al cantar está clara, y esta noche en la Trinidad mostrará su personalidad al completo, en forma de cuarteto comandado por su fiel pianista Júlio Rosende.
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El legado de los maestros. La primera parte de la Trinidad estará ocupada por uno de los muchos pianistas de primera que tiene este año la programación del Jazzaldia, Benny Green. A sus 55 años está en el punto medio ideal de haber podido conocer y trabajar con un maestro como Art Blakey y haber compartido grabaciones con otros grandes como Ray Brown, Betty Carter y Freddy Hubbard, e incluso grabar un disco a dúo con Oscar Peterson; y al mismo tiempo buscar un punto contemporáneo a todas esas enseñanzas.
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La flautista de Oriente y Occidente. Las medianoches del Victoria Eugenia están siendo un despliegue de intercambios de culturas y abrazos étnicos. La flautista francesa de origen sirio Naissam Jalal sintetiza las esencias de Oriente y Occidente, y se rodea de músicos de jazz, africanos y árabes. Lo demostrará esta noche.
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Cècile se pasa al teatro. Ayer cantó en la Trinidad y hoy a mediodía repite en el Victoria Eugenia. Dos escenarios distintos pero perfectos para su renovación de los 'standards' del jazz.
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A. González Egaña y Javier Bienzobas (Gráficos)
Lucía Palacios | Madrid
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